En el mar algunos peces se iluminan en colores neón

La biofluorescencia es un proceso pasivo que los animales no pueden ‘desactivar’

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Los arrecifes de coral están llenos de criaturas ostentosamente coloridas. Un nuevo estudio halló que hasta las especies camufladas con tonos más sutiles que se ocultan en los rincones y en las grietas tienen su lado llamativo. Solo hay que saber cómo verlas.

Alrededor de 180 especies de peces y tiburones tienen estructuras únicas en la piel que les permiten brillar en rojo, verde y naranja neón bajo luz azul, proceso conocido como biofluorescencia.

Pero a diferencia de la bioluminiscencia (un fenómeno en el que los organismos además son capaces de producir su propia luz a través de una reacción química o que cobijan bacterias que producen la luz para ellos), la biofluorescencia es un proceso pasivo que los animales no pueden activar o desactivar. Los animales biofluorescentes absorben constantemente luz azul y la vuelven a emitir en otros colores, como el verde brillante del cazón cadena ( Scyliorhinus retifer ) que habita las profundidades del mar. Pero en ausencia de un filtro amarillo para bloquear el azul, los colores neón son invisibles.

Los investigadores encontraron que algunos peces biofluorescentes de hecho tienen filtros verdes o amarillos en los ojos, presumiblemente exactamente para este fin. “Estábamos completamente sorprendidos al descubrir qué tan generalizada (esta habilidad) era”, dice David Gruber, biólogo marino de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.

Gruber, un becario de la National Geographic, y sus colegas publicaron sus descubrimientos en Internet el 8 de enero, en la revista Plos One.

La gente realmente no piensa en la importancia de la luz en estos ambientes, dice John Sparks, curador de peces y director del área de peces del Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York.

Solo una pequeña parte del océano está iluminado por el sol, indica, por lo que los animales dependen de otras formas de generación de luz para comunicarse entre sí. El hecho de que esta habilidad esté tan generalizada entre tantas especies de peces y tiburones “nos dice que los organismos están usando la luz en formas que ni siquiera vemos”, afirma Sparks.

“Es un mundo oculto que apenas ahora estamos empezando a sintonizar”, precisa Gruber.

Gruber y Sparks no son ajenos a las criaturas marinas resplandecientes. Su investigación previa culminó con una exhibición bioluminiscente en el Museo Americano de Historia Natural de marzo de 2012 a enero de 2013.

Su interés en peces biofluorescentes fue desencadenado por una anguila verde que se cruzó accidentalmente en una foto que Gruber y Sparks tomaban a una pared de coral biofluorescente para la exhibición del museo.

Gruber estaba viendo al coral fluorescente cuando notó que también había un pez fluorescente. “Una anguila verde se nos metió en la foto”, explica Gruber. Regresaron a ver la anguila en su ambiente natural, y pronto descubrieron que todas estas especies de peces también eran biofluorescentes.

Gruber y Sparks especulan que la fluorescencia de los peces es una forma de comunicarse dentro y entre especies. “Los biofluorescentes son (principalmente) los peces crípticamente de colores”, indica Sparks. Para un organismo que puede visualizarlo, “estos deben destacarse de forma obvia”, dice.

Los distintos patrones y colores de luz fluorescente serían una buena forma de comunicarse en secreto, puesto que solo los organismos con filtro amarillo en los ojos podrían ver los ostentosos colores.

“Ser capaz de comunicarse en privado es enormemente valioso. Podría posibilitar que individuos de una especie se hagan señales mutuamente sin volverse vulnerables a predadores o competidores”, explican los científicos.