Cartagineses con problemas de movilidad mejoran con nuevo procedimiento de la CCSS

Médicos del hospital Max Peralta colocan dispositivos a los pacientes que les permiten tratar la rigidez y el dolor crónico en extremidades

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Roberto Coto, nació hace 11 años con parálisis cerebral infantil, y, aunque siempre ha sido muy independiente, se le dificultaba mover sus piernas. Padecía de algo llamado espasticidad, un fenómeno muscular en el que la rigidez, contracturas y tensión de los músculos es tal que le impide llevar a cabo sus funciones básicas.

"Si caminaba 50 metros me cansaba muchísimo, también me era difícil estar de pie por mucho tiempo, aunque tuviera una andadera", comentó el niño, vecino del cantón central de Cartago.

Su testimonio salió a la luz este jueves, mientras los médicos del Hospital Max Peralta daban a conocer cómo él y otros nueve pacientes con problemas de movilidad en sus extremidades o dolor crónico, se han visto beneficiados con la colocación de dos novedosos dispositivos que antes solo se utilizaban en la medicina privada.

El primer aparato está pensado para casos como el del niño Roberto Coto. Se llama bomba de infusión de Baclofeno y lo que hace es suministrar a lo largo del día las dosis de antiinflamatorios y relajantes que el paciente necesita.

El aparato se coloca durante una cirugía ambulatoria en la que se hace una "bolsa" en el abdomen para almacenarlo y desde allí, este pueda liberar el medicamento.

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"Este dispositivo modula y modifica las reacciones de las neuronas y de los tejidos del sistema nervioso para que los músculos puedan relajarse y la persona pueda recuperar su movilidad y tener más calidad de vida" manifestó Luis Alejandro Sáenz, neurocirujano del Hospital Max Peralta a cargo del proyecto.

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El médico puede cambiar la dosis si lo considera necesario con solo reprogramar la bomba a través de una pequeña computadora y un sistema informático.

Una vez que el medicamento se acaba, el especialista puede llenar nuevamente el dispositivo, sin necesidad de practicar otra cirugía.

La batería de esta bomba tiene una vida útil de ocho a nueve años, tras los cuales, deberá renovarse.

El dispositivo tiene 87 milímetros de diámetro y tiene un costo de $23.000 (cerca de 12 millones de colones), además de los costos de la intervención quirúrgica.

María Teresa Solano, de 78 años, es otra de las beneficiadas en el hospital Max Peralta con la bomba de infusión de Baclofeno La rigidez muscular de esta señora no era solo en sus piernas, si no en varios músculos del cuerpo. Después de una caída hace casi cinco años, la espasticidad se tornó muy seria.

"Tomaba 18 pastillas para calmar la rigidez y el dolor, pero no podía. Me ponían bótox cada seis meses y eso no servía. Mi hija tenía muchos problemas para bañarme o vestirme", aseguró esta vecina de San Jerónimo de Cachí.

Contra el dolor

Para casos similares al de Solano, en donde el dolor se torna crónico, los especialistas también presentaron el segundo dispositivo que se colocan en la columna. Este emite señales de vibración sobre la zona afectada, para contrarrestar el malestar y generar una sensación de adormecimiento. Las vibraciones se ajustan por control remoto. Tiene el mismo costo que el anterior y también se coloca por cirugía ambulatoria.

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"Esta sensación que le provoca es mucho más agradable que el dolor y con esto los pacientes pueden tener más calidad de vida", explicó Sáenz.

Aunque este es el primer centro médico en aplicar ambos tipos de aparatos, Krisia Arguedas, directora médica del Max Peralta explicó que es muy posible que el beneficio muy pronto se extienda a otros hospitales.

Tanto Coto como Solano aseguran que sus vidas cambiaron radicalmente tras la colocación de este tratamiento.

"A mí me pusieron la bomba en agosto y el 15 de setiembre pude cumplir un sueño y desfilar. No logré hacer todo el trayecto, pero sí más de 300 metros", expresó el niño con gran orgullo.

Solano, por su parte afirmó: "ahora solo tomo dos pastillas al día y eso lo hago solo porque tengo problemas de presión".

Para la hija de esta señora, Hellen Núñez, el cambio es notorio. “Para mí como cuidadora era muy difícil. Ella tenía mucho dolor y a veces nos levantábamos hasta tres o cuatro veces en la noche porque se quejaba. Ahora más bien hasta la saco a pasear, también va a grupos del adulto mayor y a misa", comentó emocionada.