¿Tiene un emprendimiento? ¡No afloje!

Cómprele los huevos al vecino, el pan a la prima o la jalea a la señora de la esquina

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Un familiar vende huevos, mi tía lechugas orgánicas, mi hermana pan de masa madre y cosas deliciosas, mi amiga helados con leche condensada, mi amigo hamburguesas de pulled pork y así podría durar todo el día mencionando los esfuerzos de un montón de gente talentosa. 

Quizá muchos de ellos ya venían pensando su proyecto antes de esta nueva realidad, pero lo cierto es que la mayoría vieron la luz en medio de la cuarentena. Sea por necesidad o lo que sea, la buena noticia es que gente que nos rodea está haciendo cosas chivas. 

Hace algún tiempo hice para Revista Perfil una nota sobre el consumo de productos locales impulsado a través del Plan Nacional de la Gastronomía, con el que muchos chefs y restaurantes se estaban viendo identificados. 

Uno de sus pilares era convertir los restaurantes costarricenses en “Kilómetro cero”, es decir que los comercios deberían producir su comida con productos provenientes de no más de 100 kilómetros de distancia del punto de venta. 

De esta forma restaurantes como Villa Blanca, en San Ramón de Alajuela, y Al Mercat –antiguamente ubicado en Escalante y ahora en Tirrases de Curridabat – son ejemplo del camino a seguir. 

Ellos prácticamente lo desarrollaban bajo el concepto de la finca a su mesa, es decir, producen muchos de los productos que utilizan o los adquieren a una distancia relativamente cerca. 

Entonces, si proyectos tan ambiciosos –quizá hasta complejos de desarrollar– pueden trabajar bajo esta dinámica, ¿por qué nosotros no intentamos hacer lo mismo desde nuestra casa a una escala menor?, y no solo para nuestra cocina, sino en todo lo que necesitemos. 

¡Cómprele los huevos al vecino, el pan a la prima o la jalea a la señora de la esquina!

Valore más allá de la materia prima, la inversión de materiales, implementos, espacio, el esfuerzo de vender, darle un nombre… todo esto tiene un costo, que también se debe considerar.  

Es momento de apoyarnos. De intercambiar bienes, conocimiento, experiencias. Sea positivo con sus comentarios y si algo le gustó, dígalo. La gratitud se contagia. 

Si usted también tiene un emprendimiento, compártalo acá quizá otros que lean esta nota busquen lo que usted ofrece. 

Suerte, y como diría mi hermana: ¡no afloje!