Sonic el Erizo y el día del niño

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ayer se celebró el día del niño en Costa Rica por lo que fue un día de nostalgia para muchos jugadores que crecimos en en los ochentas y noventas cuando los gráficos en 3 dimensiones eran un sueño. Otros se iniciaron ya con consolas más modernas como el PlayStation o el Nintendo 64 y seguro habran muchos que ven los juegos de 8 bits como reliquias.

Sin importar la fecha de inicio lo más probable es que la mayoría empezó a jugar videojuegos en la niñez. Para celebrar la fecha en una revista que participaba nos pidieron a varios colaboradores escribir sobre un juego que nos haya impactado en la infancia.

Yo elegí escribir sobre Sonic el Erizo, escogencia peculiar por ser fan declarado de Nintendo y nunca haber tenido un Sega Genesis de niño, sin embargo existen motivos sentimentales que se hacen evidentes luego.. Y que me llevaron a compartir mi parte del texto por acá.

Ante el planteamiento inicial, pensé primero en escribir sobre Super Mario World, luego estaba seguro que Street Fighter 2 era la respuesta correcta. Ambos juegos me enseñaron mucho a nivel personal, el segundo por ejemplo a darme cuenta que una lucha nunca está perdida, me enseñó a pelear por lo que quiero, a ser un luchador o como diría Ryu: "La respuesta a todo reside en el corazón de la batalla".

Sonic The Hedgehog (1,2,3, Knuckles)

Pero Sonic me enseñó algo diferente, me enseñó a compartir, a ser un jugador pasivo, me enseñó el valor de la amistad y a abrirme a otros mundos. Resulta que yo soy un jugador de Nintendo, y de niño nunca tuve un Sega Genesis, pero dos de mis mejores amigos de la escuela sí, por lo tanto pasé tardes enteras en las casa de ambos turnándonos el control para lograr los 100 rings, obtener todas las esmeraldas chaos y poder usar a Super Sonic.

Tardes enteras liberando animalitos y venciendo a Robotnik, mientras la mamá nos hacia emparedados y chocolate con leche. Tardes en las que comprendí que los videojuegos no eran solamente lograr el mejor resultado sino también compartir con un amigo.

De pronto no importaba si Mario era mejor que Sonic, sino que ambos me divertían, que la música de Green Hill o Casino Night o Marble Zone eran tan sublimes como las de mi querido Mario, que uno era más rápido que el otro pero que no tenía caballo (Yoshi) y que las diferencias estaban bien. Esto se volvió relevante con el tiempo porque gracias a esa experiencia no me convertí en un "fanboy" de una sola compañía y porque uno de mis dos amigos murió hace 3 años en un accidente de tránsito.

Si bien su presencia física me faltará toda la vida, los momentos que compartimos con el pequeño erizo azul quedarán para siempre en mi corazón. Por eso terminé escribiendo sobre un juego que realmente nunca tuve hasta ser adulto, pero que me marcó de niño de formas que solo pude darme cuenta años después, y esa esa la magia de los videojuegos.

Este texto se lo dedico a Niko Cavallini.

Juegos retro para las nuevas generaciones

Sobre el asunto de como los nuevos jugadores reponden a los juegos viejos quiero compartir tres videos, lastimosamente solo están en ingles.

Como los niños reaccionan al Game Boy

Ver más

Como los adolescentes reaccionan al Nintendo Américano (Con la participación de Arya Stark)

Ver más

Como los adolescentes reaccionan a Mike Tyson's Punch Out

Ver más