De regreso a la normalidad

¿Qué podemos esperar durante los próximos meses? El escenario actual obliga a que los bancos centrales endurezcan sus políticas para volver a un entorno neutral, conforme la economía tienda al pleno empleo

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La economía global de este 2022 inicia con el reto de afianzar la estabilidad económica; el Fondo Monetario Internacional señala que podemos experimentar una moderación en el crecimiento mundial de 5.9% en 2021 a 4.4% en el 2022, lo que refleja en gran medida las rebajas previstas para las dos economías más grandes del mundo, Estados Unidos y China.

Esta moderación no solo se debe a un efecto base de menor magnitud, sino al comportamiento que han experimentado recientemente varios factores, entre ellos el incremento de la inflación, la persistencia en las interrupciones en la cadena de suministros, los altos precios de la energía y la propagación de la variante ómicron alrededor del mundo.

Dicho comportamiento ha obligado a los bancos centrales a endurecer las políticas monetarias; sin embargo, esa posición ha incrementado los niveles de incertidumbre en los inversionistas, cuestionando la rapidez del aumento y la cantidad de subidas que se tendrán.

Dicho esto, ¿qué podemos esperar durante los próximos meses? El escenario actual obliga a que los bancos centrales endurezcan sus políticas para volver a un entorno neutral, conforme la economía tienda al pleno empleo. Cabe destacar que el ritmo inicial de aumento en las tasas de interés no marcaría la senda del ciclo; no obstante si el ajuste es agresivo al inicio del ciclo, podemos esperar que este incremento se modere a finales del año, a medida que la inflación disminuya y la presión sobre los bancos disminuya.

Sin embargo, ¿hasta dónde puede llegar el ajuste en las tasas de interés? Este comportamiento dependerá de distintos factores, entre ellos: la evolución de la inflación, el exceso de demanda y el endurecimiento monetario. No obstante, la manera de transmisión de este mecanismo puede afectar las condiciones financieras. Por tanto, analizar la consecuencia del aumento en las tasas de interés y el impacto de estas será imprescindible para las autoridades monetarias.

Dado lo anterior, ante la incierta perspectiva, el mejor enfoque para los bancos centrales es comenzar a acercar la configuración de políticas a un entorno más neutral y luego evaluar cómo estarán respondiendo a las condiciones macroeconómicas y del mercado. Aunque las autoridades monetarias tomen diferentes caminos de política, el resurgimiento de la inflación significa que la dirección hacia la recuperación es la misma.

Suponiendo que las expectativas de inflación se mantengan ancladas, la inflación debería disminuir gradualmente, a medida que disminuyan los desequilibrios entre la oferta y la demanda en 2022y la política monetaria de las principales economías puedan responder.

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Distinto a los años 2020 y 2021, los riesgos para la economía global durante este 2022 se encuentran condicionados a la baja. La aparición de nuevas variantes de la COVID-19 puede llegar a prolongar la pandemia e inducir a nuevos confinamientos que frenen la recuperación económica. Asimismo, la continuidad en las interrupciones de la cadena de suministro brindaría mayor volatilidad en los precios de la energía.

Dichos riesgos pueden tener consecuencias en la estabilidad financiera y en las posiciones fiscales de las economías de mercados emergentes y en desarrollo, especialmente para aquellos países en donde los niveles de deuda han aumentado significativamente en los últimos dos años.

Dado que la pandemia continúa, ahora poseemos una estrategia en materia de salud global con acceso a vacunas y a pruebas y tratamientos esenciales para reducir el riesgo de contagio. En materia monetaria, las autoridades monetarias en muchos países deben continuar por un camino menos flexible para frenar las presiones inflacionarias, mientras que la política fiscal deberá priorizar el gasto social y de salud para centrar el apoyo en los más afectados. En este contexto, la cooperación internacional será indispensable para preservar el acceso a la liquidez y acelerar las reestructuraciones ordenadas de la deuda de los s países que se han visto mayormente afectados por la pandemia.