Cuando te enganchás con alguien que acaba de terminar una relación

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Decía un profesor que “no cualquiera tiene madera de amante”. Es que meterse de amante tiene su grado de complejidad. Aseguraba que para ser un(a) buen(a) amante se requería un rasgo emocional particular, a saber: comprender que no se tiene derecho a pedirle nada a la otra persona de la escena. “Te toca acomodarte a la agenda del otro”. Los furtivos encuentros sucederán, sí y solo sí se gesta una sincronización entre las agendas de ambos. Un verdadero ejercicio de mantenerse en el aquí y en el ahora. Cada encuentro podría ser el último...

Sé que un buen número de personas enredadas en un “affair” le aseguran a su amante ya no sentir nada por su pareja oficial. También están los y las que sí sienten todavía algo por su pareja: algunos lástima, otras agradecimiento. Pero EL amor, ese que tantos andan buscando, sospechosamente lo encontraron en su amante. Del sórdido mundillo de las relaciones de amantes, los moteles y las conversaciones de Whatsapp incriminatorias no hablaré hoy. Prometo hacerlo luego. Hoy prefiero referirme a un fenómeno harto encontrado en la consulta: ¿Por qué salir con alguien que viene saliendo de una relación -por lo general- termina tan mal?

Psicología 101: toda aquella persona que acaba de terminar su relación, si es que proviene de una que valga la pena, tendrá que atravesar un proceso de duelo psicológico. Poco importa si fue quién terminó o a quién le terminaron -en realidad sí importa-. Le toca pasar un tiempito reacomondándose por dentro. Ustedes habrán escuchado o leído que un duelo toma entre 6 meses y un año. No creo que pueda medirse algo así. Dependerá de lo que teníamos depositado en el otro (no es lo mismo que me termine alguien a quién ya no quiero ver a alguien en quién tuviera muchas expectativas), de nuestros recursos emocionales actuales (si el resto de actividades de tu vida te apasiona no será tan doloroso como si tu relación era lo único que te interesaba) y de la red de apoyo, a quienes les tocará escucharnos repasar, una y otra vez, dicho cansino accidente. Vivir el duelo en soledad no es buena idea. De hecho pienso que podría ser hasta una estrategia de auto-flagelación. Esto también tendré que desarrollarlo luego.

Pero bueno, las relaciones terminan y, por lo general, queda una persona extrañando y la otra emocionada con la posibilidad de conocer a alguien nuevo. Ahora, detengámonos aquí. Esta persona, la emocionada, podría no estar psicológicamente lista para empezar a salir con alguien. De hecho casi nunca estuvimos listos, al terminar una relación. ¿La razón? Muy sencilla, tu expareja aún se encuentra dentro del sistema. Se requiere un proceso de “desintoxicación” (algunos bloquean a la ex-familia política, a los amigos de la pareja, algunas le prenden fuego al peluche y la jacket, no faltarán los que eliminan, una a una -para que duela bastante- todas las fotos de redes sociales, etc.) gracias al cual volver a estar a tono para entrarle al tema de la emparejada. Unos días vas a recordar lo bueno, otros lo malo. Vendrán semanas en las que lo único presente será todo lo que hicieron. También aparecerán temporadas en las cuales se piensa sólo en lo que no se hizo. Y así. Todos pasamos por varios procesos similares y, estadísticamente hablando, cada vez que estemos en una relación, corremos el riesgo de que nos vuelva a suceder. Así es la vida...

Retomo la dramática pregunta que resalté dos párrafos atrás: ¿Por qué salir con alguien que viene saliendo de una relación -por lo general- termina tan mal? Seguramente ya lo comprendieron. El asunto suele salir mal ya que, para alguien que acaba de terminar una relación, vos -la nueva persona- sos, en el mejor de los casos, el/la amante. Sos el otro. Sos la otra. Esa otra persona asegura estar lista, pero no está. Quiere estar. Pero no está. Dice que ya olvidó a su expareja. Pero no es cierto. Hay que tener madera para salir con alguien que acaba de terminar su relación. Es que la apuesta es riesgosa. Incluso, puede que la persona con la que estás saliendo no quiera volver con su ex. ¿Pero si su ex sí quiere volver? No perdamos de vista algo: la/el ex conoce mucho mejor a la persona con que estás saliendo que vos. Sabe cuáles botones tocar y cuándo tocarlos. Sumémosle las redes sociales, con las cuales mantenerse en contacto...

Adelanto algo de mi próximo escrito: no está mal ser amante de alguien, moralismos aparte, aún y cuando pienso que todos merecemos algo mejor, siempre y cuando entendás que no te encontrás en un lugar de privilegio para el otro. Como decíamos en mi niñez: “el que se mete, aguanta”.

Allan Fernández, Psicólogo Clínico / 8835-5726 / www.facebook.com/psicologoallanfernandez