Tico en Las Vegas es el mayordomo de estrellas y millonarios

Gustavo Corrales tiene más de 35 años de vivir en Estados Unidos. ¿Qué hace allá? ¿Cómo es trabajar en esa ciudad? Este es su relato en Ticos lejos del hogar

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

“Me llamo Gustavo Adolfo Corrales Quesada. Crecí en barrio Brasil en Paso Ancho, San José, en una calle sin salida. A los 15 años nos fuimos a Los Guido de Desamparados y estuve poco más de dos años ahí. En febrero cumplo 55 años y tengo 35 años en este país (Estados Unidos)”.

Así empezó a contarme su historia este costarricense quien desde muy joven estaba decidido que su futuro lo forjaría en otra nación, donde ha sido exitoso en su trabajo, formó una linda familia y trabaja duro... muy duro… de hecho durísimo por alcanzar sus sueños.

Aunque en aquellos años era menos complicado migrar a Estados Unidos, Corrales primero estuvo una temporada en México, antes de poder cruzar la frontera, luego de pasar horas de horas metido en bibliotecas estudiando los mapas para encontrar el mejor sendero para gestar su sueño americano, así como aprendiendo inglés a como podía.

Por esa razón adora México, porque lo acogió cuando prácticamente dejaba la adolescencia, pues se fue de nuestra tierra apenas cumplió 18 años, como siempre lo pensó y como siempre se lo decía a su mamá. También guarda un cariño especial por el país azteca porque su segunda esposa, Gabriela, es mexicana.

En el radar no estaba Las Vegas como el lugar para instalarse. Quizás fue más por casualidad, pues ahí vivía una tía. Inicialmente llegó a San Diego, California, y aunque suene increíble, solo estuvo un par de semanas indocumentado, pues fue cobijado por una amnistía del presidente de ese momento, Ronald Reagan, lo cual parecía más bien una señal de que tomó la decisión correcta.

Con Gabriela tuvo tres hijos: Génesis de 9 años, Grace de 6 y Nicolas de 3. De su primer matrimonio tiene dos retoños más: Johanna de 28 y Alexis de 19, quienes son hijos de una italiana que falleció.

“En Costa Rica solo me dedicaba a estudiar (era un adolescente), pero era muy malo en la escuela y desde pequeño quería migrar a Estados Unidos, sabía que en Costa Rica no iba a funcionar para mí. Fui hasta noveno y ahí decidí venirme. En este en país me dedico a ser mayordomo. Hace 10 años tomé un curso con alguien de Inglaterra que nos enseñó a ser mejores mayordomos. El hotel pagó $10.000 por cada uno, por un mes. Éramos 15, de esos escogieron 10, entre ellos yo. Tengo un diploma que me dieron y que me acredita como mayordomo”, contó.

“He conocido a miles de personas y personajes; solo me dedico a ricos y famosos en Las Vegas, desde Michael Jackson, el presidente George H. W. Bush papá, le he servido, he conocido a todos los famosos, Brad Pitt, Angelia Jolie, Jennifer López, Marc Anthony, Manny Pacquiao…”.

Corrales compró una casa, que pronto termina de pagar, ubicada a unos 20 kilómetros de Las Vegas Strip, el sitio donde está el corazón de esta bulliciosa ciudad, rodeada de hoteles de lujo, casinos, luces de neón, finos restaurantes y mucho más, donde concurren miles de personas para pasar unos días repletos de diversión.

A diferencia, donde está su casa es muy tranquilo. En sus ratos libres disfruta de parques, montañas, saca a los perros a pasear o saborea un delicioso helado con su familia. Una de las ventajas de vivir allá es la libertad, que nadie critica o juzga a los demás por lo que hacen.

Si hay alguien orgulloso de su oficio es este compatriota. “Cuando voy al trabajo me pongo el traje y hago lo mejor que sé hacer, lo único que sé hacer en la vida, ser mayordomo. Incluso en mi casa hago cosas que un mayordomo haría. Todos los días voy al trabajo y no sé de quién seré el mayordomo. Es una vida llena de sorpresas”.

Su lugar de trabajo es el hotel Mandalay Bay, en la misma zona donde laten las emociones de esa vibrante, inigualable e inolvidable ciudad. “Soy el mayordomo Gustavo”, reitera con gran satisfacción.

Corrales no solo atiende a estrellas o políticos famosos; también se encarga de billonarios, gente muy poderosa, que muchas veces lo retan. “Tengo una ventana de una hora para conseguir cualquier cosa que desean, desde el último teléfono del mundo hasta la comida más sofisticada. Siempre lo consigo”.

A los ticos que visiten Las Vegas, Gustavo les hace algunas recomendaciones sobre lugares que ver y cómo ahorrar.

“Debes ver las montañas de Red Rock, las montañas de Charleston que están llenas de nieve a 45 minutos de mi casa. El Hotel Cesar Palace es una belleza, estar en un lugar de juegos como el Cosmopolitan. Aquí hay sinfín de cosas por hacer. En verano se pone muy caliente, en invierno se pone muy frío, pero siempre hay muchas cosas que hacer”.

“Cualquier época es buena para venir. El verano es increíble, muchos lugares acuáticos, abren piscinas, es caluroso pero bonito. En el invierno vas a la montaña, sube a trineos, cosas de Navidad, ves nevar. De todo hay para hacer aquí”.

“Hay una playa con arena y olas, es una piscina y hace olas hasta de 8 pies de altura (2,4 metros). Todos los sábados hay conciertos en vivo, durante el verano. En invierno puede ir a un club en cualquier hotel, aquí es lo mejor, lo más nuevo, aquí todo es nuevo, cada vez botan cosas y las hacen mejor. Un hotel dura 30 años y lo derriban y hacen uno mejor. Es una competencia constante de ser el mejor, el más bueno”.

Es cierto, depende del sector que visite la comida es más cara, pero si sale un poco del centro, encontrará muy buenas opciones a precios razonables, dice Corrales. Eso sí, sugiere no comer en los restaurantes de casinos porque son más caro, sobre todo en Las Vegas Strip. Además, puede disfrutar de una variedad inimaginable de platillos, pues es posible encontrar prácticamente de todo.

Y prácticamente todo no quiere decir todo. Por eso Corrales extraña mucho disfrutar de un almuerzo muy costarricense, ese que nuestras abuelas nos daban desde pequeños. Porque para él, sigue siendo incomparable el sabor del arroz recién hecho, acompañado por unos deliciosos frijoles negros, dos huevos y plátanos maduros, con café. “Es el mejor manjar, hasta me gusta más que el caviar, no se compara”.

“Aquí hay lugares donde se pueden conseguir algunas cosas de Costa Rica, pero no he podido encontrar atunes Sardimar con vegetales. Por Amazon compro seis botellas de litro de Salsa Lizano por $40 (₡26.000). Tengo café, me gusta el 1820”.

Procuran venir a Costa Rica una vez al año y disfrutar de las playas y montañas, por al menos 15 días. Está muy acostumbrado a Las Vegas, aunque no se confunda, extraña tanto nuestro país que logró comprar una propiedad en La Fortuna (San Carlos), y en cinco años, cuando tenga 60, espera retirarse e instalarse acá.

Para ese momento quedarán atrás las jornadas de trabajo como mayordomo, muchas veces sin descanso, porque el trabajo es fuerte, muy fuerte.

Estaes la historia número 72 sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces