Tico derrotó temores, ganó una superbeca y sobresale en Israel

Huberth Pérez, de 35 años, demuestra que sí se puede estudiar en el extranjero, incluso cuando se proviene de una familia humilde, de bajos recursos económicos

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Huberth Pérez, de 35 años, deseaba con todas sus fuerzas viajar a Israel para llevar un curso corto. Era el 2017, pero este costarricense tenía un temor muy válido que podía arruinar su anhelo.

Con una gran dosis de humildad, admitía que quizás su nivel de inglés era insuficiente para ser admitido, pero las palabras de una funcionaria de la Embajada de Israel en Costa Rica lo despertó, le hizo creer en sí mismo y lo catapultó a un éxito que quizás ni él mismo imaginó.

“Me dijo: ‘No se autoinvalidez, confía en sus capacidades, dese la oportunidad y deja que sea el señor cónsul de Israel en Costa Rica quien decida si su nivel es suficiente, ya que él es quien realiza las pruebas’. Al día de hoy, siempre recuerdo y agradezco esas palabras”, reveló Pérez.

Esa fue la puerta que se abrió de par en par para un futuro académico extraordinario, pues con su entusiasmo, lucha e insistencia ha derribado todas las murallas que ha tenido enfrente.

De esta manera, Pérez pudo asistir a uno de los cursos cortos ofrecidos por la Embajada en conjunto con la Agencia Israelí de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Mashav, por sus siglas en hebreo).

Fueron tres semanas de estancia en Jerusalén,en el curso Education for Science and Math –STEM Framework.

Quedar entre los seleccionados fue un empuje de confianza inimaginable para Pérez. De inmediato supo que sí puede aprovechar las oportunidades que brinda ese país para tener una formación académica espectacular.

Entre sus manos tenía el título conseguido con honores en la Universidad Nacional (UNA), que lo acredita como licenciado en Enseñanza de las Ciencias. Además, para aquel instante en que Israel le dijo bienvenido cursaba la carrera de bachillerato en Física en la Universidad de Costa Rica (UCR), la cual planea continuar el próximo año, una vez que acabe su ciclo fuera del país (marzo 2023).

Por ese motivo, Pérez tenía claro que podía buscar un posgrado en Israel. No se quedó con la duda, preguntó en la Embajada y le sugirieron que conversara con la directora del Mashav que impartía el curso corto al que iba.

La dirección final fue contactar de forma directa a las universidades. Y así lo hizo. Después de algunas entrevistas por parte de profesores, llenar aplicaciones y tres meses de ansias, Pérez fue admitido en el prestigioso Instituto Tecnológico de Israel (Technion), pionero en alta tecnología.

Además, con la carta de aceptación llegó algo más que lo hizo vibrar de emoción: la beca de estudio. Bueno, en realidad es una superbeca, admite Pérez.

“Con el tipo de beca que me dieron acá me alcanza para mi manutención, enviar dinero para mi hijo, pagar los boletos de avión a Costa Rica una vez por año y hasta ahorrar. La verdad estoy muy agradecido”, resaltó.

Sin esa ayuda, quizás sería muy difícil para Pérez emprender esta aventura académica, pues proviene de una familia humilde, en la que su mamá es ama de casa y su papá sastre. En la Universidad Nacional estudió becado, por ejemplo.

Por cierto, Pérez pasó sus primeros 14 años de vida en Sarapiquí, pero en aquel momento sus padres se mudaron al Valle Central en busca de una mejor vida y oportunidades. Por ahora vive en Haifa, la tercera ciudad más grande de Israel.

“En estos momentos estoy terminando mi doctorado. Estoy en Israel desde octubre del 2017. Mi investigación se centra en análisis de ambientes de aprendizaje donde los estudiantes crean dispositivos mecatrónicos para demostraciones-experimentos en el área de Física, también para aplicaciones tecnológicas a problemas comunes, como por ejemplo, un alimentador de mascotas inteligente. Soy el primer estudiante internacional que tiene la Facultad de Educación en Ciencia y Tecnología”, comentó.

En esas lejanas tierras primero hizo una maestría, la cual ganó el premio de excelencia Miriam and Aaron Gutwirth, lo que le permitió aumentar sus ingresos y, a la vez, viajar a Tailandia a presentar su trabajo en una conferencia internacional.

“Cuando terminé mi maestría en el 2019, mi tutor me preguntó si me gustaría continuar con mis estudios de doctorado bajo su tutela. Yo acepté, y ya estoy en la fase final de mi doctorado. Recientemente tuve el honor de ganar el premio Kaplan de excelencia en investigación, lo que me facilita ir en setiembre a Austria a presentar parte de mi trabajo de investigación del doctorado”, agregó.

¿Por qué Pérez luchó para ir a Israel? No tiene dudas en aceptar que las tres semanas que estuvo en ese país, en el curso corto, le confirmaron que es el lugar ideal para él.

”Me di cuenta lo mucho que podemos aprender del pueblo de Israel. Son personas amables, de buen corazón, que han salido adelante pese a las muchas adversidades por las que han pasado. Han prosperado en un contexto que es sumamente difícil y se han vuelto una referencia en ciencia, tecnología y otras áreas. Siempre están dispuestos a ayudar a otros, a compartir sus conocimientos con el fin de hacer un mundo mejor para todos. Sus universidades, como el Technion y el Instituto Weizmann, son de calidad y reconocimiento internacional“.

“Así que estudiar en Israel es una decisión muy acertada para personas como yo que están siempre dispuestas a aprender de aquellos que con esfuerzo, dedicación y disciplina han logrado grandes cosas”.

Una curiosidad es que los profesores en Israel esperan que los estudiantes pregunten, a la vez que aman debatir. De hecho, Pérez cuenta que el error o fallar es visto como un escalón en el camino al éxito.

”Acá encuentras personas que sus primeras empresas fallaron, pero aprendieron de la experiencia y volvieron a intentarlo. Hoy esas mismas personas tienen compañías que abarcan el mercado internacional. En el ambito académico, he sabido de personas que fallan en su proyecto o examen y los profesores tratan de hacer una breve reunión para identificar los puntos a reforzar”.

Eso sí, las evaluaciones suelen ser exigentes, aunque el estudiante tiene muchos recursos para hacerle frente, como proyectos. Cuando hay exámenes, se hacen a mitad del semestre y otro al final. Si falla, hay uno adicional.

”La presión de la investigación es grande, pero los tutores apoyan en todo el proceso y la universidad ofrece grandes servicios como unos dormitorios muy lindos, con vista al mar, en mi caso, mi dormitorio tenía un balcón con vista a la playa de Haifa. También tenemos área de deportes con gimnasio, canchas de futbol, baloncesto, tenis, piscinas y saunas, entre otros. Hay una clinica, una librería, un kinder para los hijos de los estudiantes, un bar, un food court, varios supermercados por todo el campus y tiendas”, describió.

Pérez pronto terminará su doctorado. Cuando eso ocurra, regresará a Costa Rica, donde será recibido por sus padres y su hijo, a quienes extraña demasiado.