Cuando las fronteras cierran: Lo que hizo un tico para regresar de Alemania

Iván Villalobos Alpízar narra todo lo que vivió para volver de Europa, en momentos en que la mayoría de aeropuertos están prácticamente cerrados

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Iván Villalobos Alpízar conoce muy bien Alemania. Antes del 2011, vivió en ese país europeo durante cinco años, por razones de estudio.

Él, filósofo de profesión, trabaja en la Universidad de Costa Rica (UCR) y este año logró la aprobación para realizar una pasantía en investigación en la Universidad Libre de Berlín. En principio, se fue por dos meses.

No obstante, aunque tenía planificado regresar a Costa Rica el 31 de marzo, tuvo que correr y adelantar todo debido al cierre de fronteras, tanto en Europa como en muchos países de América, debido a la emergencia que se vive por el nuevo coronavirus.

¿Qué hacer cuando se está en Alemania y de un solo golpe muchos países anuncian prohibición para el ingreso de extranjeros y se empiezan a cerrar las opciones?

La zozobra invadió a Villalobos, pues era inevitable.

Su vuelo de retorno tenía tres trayectos: Berlín-París, París-Bogotá y Bogotá-Alajuela, y el primer tramo que le cancelaron fue el de la capital colombiana a Costa Rica.

Ese fue el momento en que Villalobos supo que debía tomar una decisión rápida.

“Las noticias de cancelación de vuelos eran constantes, entonces entro en pánico porque el punto es que no eran 15 días, sino más tiempo que iba a quedar aislado. Es una situación nunca antes vista, con todos los aeropuertos cerrados”, externó.

A esto se le suma que la universidad también cerró, por lo que Villalobos no tenía opción de ir a la biblioteca para proseguir con su investigación. Además, empezaban los comentarios sobre posibles medidas estrictas en Alemania para frenar el alza en los contagios, que podían implicar hasta un toque de queda.

Inicialmente Iván pensó en esperar al 31 de marzo y tomar su vuelo programado, y una vez que llegara a Bogotá, buscar alguna otra opción pues para esa fecha Avianca ya no volaría.

Por suerte, al final cambió sus planes, pues de lo contrario habría tenido muchos dificultades para regresar. Para empezar, el aeropuerto de Bogotá aplicó restricciones para foráneos.

“Había vuelos por Canadá, pero no tengo visa. Tengo visa de Estados Unidos, pero no había claridad si podía pasar de tránsito, pues hasta donde tengo entendido solo permiten ciudadanos estadounidenses. Entonces había que hacer algo”, dijo Villalobos.

Con ayuda de su esposa, el sábado por la noche buscaron alguna opción y encontraron una con la aerolínea KLM, desde Ámsterdam, directo a Costa Rica.

Buscaron el vuelo más próximo en salir. Aunque el precio por el tiquete fue elevado, Villalobos sabe que pudo ser peor, y que está dentro de lo normal.

Tener el boleto en mano no era sinónimo de tranquilidad. Los cambios han sido tan repentinos que Villalobos tenía cierta desconfianza.

El lunes por la noche viajó de Berlín a Ámsterdam, y ahí debía esperar alrededor de 16 horas para abordar el vuelo a Costa Rica.

Optó por buscar cualquier silla en el aeropuerto para intentar descansar, aunque no era fácil.

La única ventaja es que la terminal aérea estaba desolada, debido a la estrepitosa caída de viajeros y la enorme cancelación de vuelos.

Llegó temprano a la puerta de abordaje. Sintió un gran alivio al ver que el viaje estaba en pie, pese a que solo abordaron 24 pasajeros. Sí, el avión venía vacío.

“Nos dieron una comida, nada más. Dispusieron un carrito para que la gente se sirviera y tener el menor contacto con los sobrecargos. No podía creer que había salido un avión con solo 24 personas. Tengo entendido que era uno de los últimos en llegar acá”, resaltó Villalobos, quien finalmente ingresó a Costa Rica el martes.

“Frente a la posibilidad de quedarse varado, lo más feo es la presión mental, porque la universidad estaba cerrada, yo encerrado en la casa, podía ir al supermercado, pero tengo entendido que se iba a restringir restaurantes. Estaba atrapado, el seguro se vencía el 31 de marzo e iba a quedar expuesto en todo sentido”.

Ahora Villalobos cumple la cuarentena que le ordenó el Ministerio de Salud. Lo hace con gran gusto, porque está en su país.