Los estigmas del deudor

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Una de las debilidades que agravó los apuros financieros que enfrenta Bancrédito fue la creciente morosidad en los deudores de sus créditos. El miércoles pasado La Nación publicó que los clientes ubicados en la categoría de mayor riesgo, los clasificados con la letra E, aumentaron de 1.887, en el 2015, a 2.131, al cierre del año pasado.

Aunque los efectos de este deterioro se hicieron muy evidentes en Bancrédito, debido a problemas particulares relacionados con la selección de riesgos, el año pasado fue necesario reclasificar a varios clientes en distintas entidades financieras por solicitud de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef).

Esto provocó que la calidad crediticia de personas y empresas se viera afectada y por lo tanto, su posibilidad de acceder a financiamiento bancario. Como también se pudo leer en El Financiero, en diciembre anterior, los deudores más riesgosos del sistema financiero están en aumento y ese crecimiento es más acelerado que el de las operaciones de más calidad.

Es crudo pero cierto. Si es cliente de un banco y tiene préstamos con la institución (o los tuvo en el pasado), es casi un hecho que tenga asignada una calificación con la cual las entidades del sistema financiero podrán determinar, con base en sus políticas internas, si le tienden la mano o le invitan a salir por donde entró.

El reglamento de Calificación de Deudores de Sugef, establece ocho escalafones de deudores, que van desde el A1 (morosidad igual o menor a 30 días) hasta la D (igual o menor a 120 días de atraso). Detrás de todos ellos están los "intocables", los E, personas o empresas que dejaron de pagar sus deudas, que se declararon en la quiebra o que están tramitando un proceso de concurso de acreedores.

De acuerdo con la Superintendencia, para asignarle una categoría al deudor, las entidades evaluarán su capacidad de pago, su comportamiento de pago y la morosidad de sus préstamos. Con base en estos tres indicadores se le asignará una letra que puede ser desde A1, A2, B1 o B2, si la personas es un deudor de bajo riesgo; hasta C1, C2, D y E, si es de mayor riesgo.

La información suya y la de todos los deudores del sistema financiero se encuentra en el Centro de Información Crediticia (CIC) que administra la Sugef así que los bancos pueden consultar su historial y deudas siempre y cuando tengan su consentimiento.

Cuando solicite un crédito, la entidad financiera entregará una copia de esta información crediticia y si no está de acuerdo con lo que ve, podría pedir una aclaración ante la Superintendencia; también se puede acceder al reporte en la página de Sugef si posee un certificado de firma digital.

Si por alguna situación de la vida la evaluación le asigna una letra de baja calificación crediticia, o lo degrada, permanecerá así hasta que no mejore o corrija las debilidades detectadas.

Sin embargo, el CIC guarda su historial por 48 meses hacia atrás, así que no está de más tomar todas las precauciones y hacer bien los números antes de endeudarse, pues las marcas de una mala decisión pueden permanecer visibles por muchos años.