¿Dejó el Saprissa - Alajuelense de ser el clásico en Costa Rica?

Lo dicen los saprissistas eufóricos y empiezan a aceptarlo algunos liguistas desilusionados. Lo pongo en duda: el clásico es clásico por más razones que la paridad de fuerzas.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Lo escuchó por aquí y por allá. Lo dicen los aficionados de Saprissa, por supuesto, pero también sale de boca de uno que otro desilusionado seguidor de Alajuelense.

Lo dice también la pancarta en las gradas del Ricardo Saprissa con un “Se busca clásico”, aludiendo a las 31 victorias de diferencia en el desbalanceado registro histórico. Es precisamente esa mofa, sin embargo, la que me lleva a pensar que aún está vivo, latiendo, sangrando o, a tono con la tendencia en redes sociales, ardiendo en fuego de dragón.

Nada es eterno y los clásicos no tienen por qué serlo, pero este en particular parece más vivo que nunca en el choteo del aficionado morado.

Ni siquiera Bryan Ruiz salió ileso, muy a pesar del incuestionable respeto profesado por propios y extraños, así sean técnicos, jugadores o aficionados, hacia el “10″ de la gesta en Brasil 2014. La pancarta “Yo estuve en la despedida de su Capi” y otras cuantas más mostradas en la Cueva en la semifinal del sábado hacen incuestionable la vigencia de la enconada rivalidad.

Incluso con solo una victoria manuda en los últimos 13 enfrentamientos, el saprissista saborea con singular placer un triunfo más, como no lo hace ante los demás rivales, por más que Jafet Soto despierte admiraciones y odios en Herediano o que Marcel Hernández sea su verdugo (no tanto como Jonathan McDonald) en Cartaginés.

Hay clásicos más equiparados en el balance histórico, por supuesto, como el River - Boca en Argentina, con apenas una diferencia de 9 triunfos en favor de los xeneises, el aún más reñido Real Madrid - Barcelona en España, con tan solo cinco victorias merengues de ventaja, incluyendo el 3 a 1 recién finalizado, o el Inter - AC Milán en Italia, con siete triunfos a favor de los nerazurri.

Quizás algún día hablaremos del Alajuelense - Saprissa como el clásico de antaño, con su máxima expresión entre 1988 y 2013, cuando 25 de 30 títulos disputados quedaron en manos de los dos grandes rivales. Incluso ya parece lejano, aunque realmente está a la vuelta de la esquina, el verano del 2014, al que ambos arribaron dispuestos a ganar “la 30″ antes que su archirrival, entonces igualados en 29 títulos como los más ganadores del fútbol tico.

En la cancha esos tiempos se fueron, muy posiblemente para no volver, gracias a la irrupción de Herediano, constante protagonista recientemente, campeón o subcampeón en 18 de los últimos 23 torneos, y con renovación garantizada en una extensa planilla con jugadores como Orlando Galo, Anthony Contreras, Gerson Torres, Kenneth Vargas...

El dominio absoluto de Saprissa y Alajuelense se acabó. De eso no tengo duda. Pero el clásico es otra cosa.

No es sólo la paridad de fuerzas, si bien para garantizar la longevidad deben sobrevivir los triunfos impredecibles o, en el menor de los casos, un dominio alterno incluso en rachas.

El clásico de un país se debe también a la historia, la rivalidad heredada de generación en generación, la aún marcada diferencia entre liguistas y saprissistas con respecto a la cantidad de seguidores de otros equipos. Un estudio publicado por la Universidad de Costa Rica en febrero del presente año concluye que “si usted le preguntara a un grupo de personas por su equipo preferido de fútbol nacional, lo más probable es que la mayoría respalde al Deportivo Saprissa. Un segundo grupo, más pequeño, sería hincha de la Liga Deportiva Alajuelense. El tercer grupo en tamaño dependería de dónde realice la pregunta”.

Los clásicos los hace la gente y no solo once jugadores detrás de una pelota.

Claro está que las militancias también cambian y las fidelidades pueden diluirse así en la política, la religión o el fútbol, como bien saben Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana y la Iglesia Católica.

Los clásicos también implican una dósis de amor y odio, indudablemente existente en morados y rojinegros, aunque nadie puede desmeritar el potencial herediano al respecto, gracias en buena parte a Jafet Soto, quien incluso llegó a registrar legalmente la frase “Ódiame más”.

Por ahora, “el morado no destiñe”, como dicen muchos seguidores del Saprissa, mientras no pocos manudos aún con solo título en los últimos 18 campeonatos se atreven a jurar “liguista hasta la muerte”.

¿Murió el clásico nacional? Dígame usted, saprissista: ¿aún disfruta los triunfos sobre la Liga más que ante cualquier otro rival? Dígame usted, liguista: ¿la reciente eliminación arde más por haber sido ante Saprissa?

Si la respuesta es un “sí” inmediato, aún hay clásico. Si tiene que pensarlo un poco, algo está cambiando.