Zapping: Los retos de la TV tica

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En noviembre del año pasado fui invitado a participar en un debate sobre los contenidos que ofrece la televisión nacional. El encuentro fue organizado por los estudiantes del curso de periodismo interpretativo de la Universidad de Costa Rica y contó con la participación de Óscar Cruz, productor y crítico de televisión de este diario; Ana Castillo, ejecutiva de producciones La Zaranda y la periodista de 7 Estrellas , Maricruz Leiva.

De ese interesante intercambio, surgieron dos preguntas cruciales: ¿Cubre la oferta nacional todas las necesidades que demanda la población? Y la segunda: ¿Deben o no los canales costarricenses contribuir con el reforzamiento de los procesos de educación y formación cultural de los televidentes?

Desde la perspectiva de Leiva, la televisión nacional no tiene que asumir ninguna responsabilidad de educar o suministrar cultura, pues esta tarea le corresponde a los padres de familia en los hogares y a los maestros y profesores en las escuelas. La TV es, en esencia, un negocio y, como tal, debe limitarse a ofrecer productos que le sean rentables.

Ana Castillo considera que la oferta actual responde en parte a esa necesidad, aunque el reto es lograr un balance entre el interés comercial y la oferta de programas de corte educativo y cultural.

Castillo aboga porque esta tarea la ejerzan con mayor protagonismo el canal 13 del Estado y el 15 de la UCR, aunque está consciente de las limitaciones presupuestarias que podrían afectar la producción y difusión de estos espacios.

En el sector privado, el balance se plantea difícil por dos obstáculos primarios: el primero es la dictadura del rating . Esto es, la medición que, minuto a minuto, hacen las televisoras de su programación para determinar cuáles programas se quedan y cuáles saldrán del aire, sin que medie ninguna otra consideración. La otra barrera es la presión y condicionamiento que ejercen los anunciantes, y que limita el margen de acción de los productores de contenidos.

Óscar Cruz ve necesario que estas necesidades se cubran desde una “visión país”, hasta ahora inexistente. Plantea que haya un norte predeterminado como guía y orientación para saber con claridad hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos de producción y programación en materia televisiva.

El crítico está convencido de que el entretenimiento debe formar parte de esa oferta. La pregunta es qué tipo de entretenimiento se necesita y a quién le corresponde definirlo. Asimismo, Cruz cree posible poder ofrecer a la población realizaciones que enseñen y eduquen, sin que por ello resulten aburridas.

Sobre este punto, Maricruz Leiva recordó cómo El planeta azul (espacio educativo con formato documental) fue uno de los programas de mayor rating de Teletica, y en horario estelar.

Por mi parte, considero de suma importancia que este tipo de debates se mantenga vigente. Más aun, que trasciendan las aulas universitarias e incluyan de manera activa a los encargados de tomar las decisiones de programación en las televisoras.

Aunque parezca complicado, no veo inalcanzable la conciliación de los intereses privados con la satisfacción de la ineludible responsabilidad social de los medios televisivos. No se trata de que estos renuncien a su actividad rentable ni a la producción de espacios dedicados al entretenimiento. Pero que coexistan con otros de valor educativo sin estar sujetos a mediciones de rating , y con una mayor difusión del quehacer artístico y cultural del país.

Soñar no cuesta nada. 1