Zapping: Entre huevos anda la cosa

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Bernardo Choché Romano y José Miguel Yiyo Alfaro son un caso raro en la televisión nacional. Digo raro no en sentido peyorativo.

El adjetivo les va al dedillo porque este par de jóvenes presentadores ha logrado desarrollar una química entre sí, y con su público meta, pocas veces vista en nuestro ámbito.

Ambos se dieron a conocer en el canal VM Latino con el espacio Lo que pone la gallina y recién se estrenan en canal 9 con Un show de huevos .

La esencia es la misma, pero Yiyo y Choché esperan potenciar su trabajo con mayores recursos técnicos, algo que por lo visto en el primer capítulo es apenas una idea en gestación.

Veamos los puntos a favor. La dupla se conoce, comunica y complementa a la perfección. Son creativos, espontáneos, simpáticos y saben hacer clic tanto con la audiencia en casa como con los asiduos visitantes al set.

Incorporan las redes sociales con conocimiento real de su manejo y explotación, y como recurso efectivo de vinculación entre sus fans y lo que acontece o debe acontecer en el programa.

Ojo. Antes de salir al aire ya contaban con más de 7 mil seguidores en Facebook. El día del estreno, el viernes de la semana anterior, ya superaban los 10 mil y en el último corte esa cifra casi se había duplicado. Sorprendente.

De ellos se dice que son irreverentes. No tanto. Para irreverencias MTV. Choché y Yiyo no toman la vía fácil de llamar la atención el público con un lenguaje soez o faltándole el respeto. Más bien dan la impresión de ser dos buenos muchachos, inmensamente felices.

Esa buena vibra es la materia prima de su show, sumada a la innata capacidad de improvisar y dramatizar situaciones comunes por las que atraviesan los adolescentes, con lo cual generan empatía y sana diversión.

Son conscientes de la influencia que ejercen y por eso –de manera responsable– brindan oportunos mensajes y advertencias que trazan una línea diferenciadora entre lo que ocurre en pantalla –esto es, puro y llano entretenimiento – versus las conductas y actuaciones recomendadas en el mundo real.

Su conocimiento del lenguaje televisivo es total: dirigen al camarógrafo para que cambie planos, juegan con ángulos y desenfoques, improvisan diálogos, hacen paréntesis y acotaciones, e involucran al público para que participe. Ahí hay talento de sobra.

Decía que las nuevas oportunidades que el canal 9 les puede brindar en materia de recursos de producción, todavía se quedan en el papel. Es cierto que el set es más grande y el recurso del Chroma key (pantalla macro sobre la que se proyectan imágenes para crear variadas ambientaciones) son de gran ayuda. Pero noté al público frío y lejano en comparación con la entusiasta participación que propiciaba el reducido (y hacinado) espacio de VM Latino.

La música y efectos especiales de sonido también quedaron debiendo, ambos recursos muy descompasados del ritmo frenético con que surgen las “loqueras” de Yiyo y Choché. Este aspecto deberá corregirse cuanto antes, pues es parte integral del show .

Lo mismo ocurrió con el trabajo de cámaras, desentendida del dinamismo y movimientos exigidos por los presentadores. (Una cámara adicional, en mano, podría ser parte de la solución).

Lo anterior es corregible y sería injusto aplicar mano dura cuando la producción apenas está en una etapa de transición y ajuste, y lo aquí descrito sucedió durante la emisión del primer capítulo.

Estoy seguro de que en este gallinero todavía faltan muchos buenos huevos que poner.