Zapping: El odioso mito del “concepto original”

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Siempre hay que retirarse dejando al público queriendo más. Como nunca he sabido cuál es el momento adecuado procedo a retirarme en el acto, en este primer párrafo. Así que hasta la próxima columna, y muchas gracias por la lectura.

¿Sigue usted por aquí?, pues entonces por favor tome asiento y sepa disculparme si lo aburro.

Hablemos de retiradas que sí son elegantes. Recuerdo que yo antes solía pensar que las series de tele deberían tener fecha de expiración. Primer caso de estudio: Seinfeld . Aplaudí cuando el show cerró el telón en su pico de popularidad. Todos queríamos ver más, pero Jerry supo que la comedia emblemática de los 90 corría el riesgo de terminar como una patética serie cansada del nuevo milenio.

¿Sabe cuál serie no siguió este camino de dignidad? Segundo caso de estudio: The Office . Esta es una de mis comedias preferidas. La serie llegó a su final en Estados Unidos la semana anterior tras nueve temporadas y, como hoy vengo especialmente cruel, digo que tuvo cinco temporadas de sobra. Los episodios recientes no son malos, la manija simplemente no alcanzó para que siguieran siendo tan buenos: se incorporaron nuevos personajes y los antiguos terminaron actuando de maneras inconcebibles para sus motivaciones originales.

Es fácil sentirse ofendido por la caída en la calidad de los productos culturales que amamos. Sin embargo, uno se deja de sentir defraudado cuando se da cuenta de que las series no nos deben nada. Con tantas cosas por las que vale la pena indignarse no perdamos la paz cuando algún productor traiciona el sagrado sentido–original–de–la–serie.

Yo, por ejemplo, empecé a temblar cuando el director Ridley Scott anunció que haría una secuela del clásico de ciencia ficción de 1982 Blade Runner . ¿Y si arruinaba el concepto original? ¿Acaso no aprendió la lección de George Lucas y la nueva trilogía de Star Wars ? Nada de eso, la película es una joya que se sostiene sola, igual que las dos primeras películas de El Padrino a pesar de que me decepcionara la tercera, igual que las primeras temporadas de Los Simpson , a pesar de que no me gusten los episodios de su (¿en serio?) vigésima temporada.

Hablo de todo esto porque hoy se estrena la cuarta temporada de Arrested Development . Después de su cancelanción en el 2006, la serie vuelve de entre los muertos por medio de la señal por Internet de Netflix. Cada nueva temporada que conoció aquella serie era mejor que la anterior; sin embargo, Fox no le prolongó la vida porque sus números de rating no impresionaron a los ejecutivos.

No obstante, el servicio de Internet le ofreció al productor y narrador de la serie, Ron Howard, financiar el proyecto de una nueva temporada debido al éxito que tienen sus viejos episodios entre los suscriptores. Todo el elenco original participará en la nueva versión, pero ya se anunciaron cambios.

Los episodios no serán aquellos conciertos polifónicos en los que los nueve personajes tienen parte en la acción. Ahora un capítulo estará más centrado en uno o en pocos personajes. El fanático talibán de la serie se adelantará a decir que el nuevo modelo contradice el concepto–original–de–la–serie. ¿Cómo prevenir la decepción?

Pues sepamos que los regresos no existen. Ningún viajero regresa nunca al mismo lugar que dejó, y nadie encontrará en el viajero a la misma persona que se fue. Siete años son muchos. Esta noche espero reencontrarme con un viejo nuevo amigo.