Zapping: Canción de amor para los 90

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La semana pasada murió Chris Kelly, uno de los chavalos del dúo Kris Kross, dueño de tres éxitos raperos en 1992. En mi trabajo, la tragedia agarró a casi todos en la ignorancia: ¿quién es Kris Kross? En la agenda de espectáculos ya somos pocos quienes tenemos más de 30 años. Casi nadie conocía al dúo.

Más allá de sentirnos indignados (“¡Qué le enseñan a los jóvenes de hoy!”), o en el peor de los casos, hechos leña (“Nos estamos poniendo rocos”), la brecha generacional da para una reflexión de vuelo gallináceo.

Recuerdo haber sentido que me florecieron 20 canas en la cabeza cuando hace unos meses escuché la pieza What’s Up en la extinta emisora de música del recuerdo Súper Radio. El himno noventero de los 4 Non Blondes no podía estar sonando ahí porque, diay, porque esa es mi música colegial, la música de nosotros los jóvenes. Yo escuchaba esa estación para asomarme al rock de los viejitos, no para verme en el espejo. ¿Era yo el nuevo fichaje en el equipo de Matusalén , maestro? ¿Me quedaba ya solo el consuelo de ser “joven de corazón”?

Aceptémoslo de una vez: si usted anda alabando por ahí las virtudes de la “juventud de corazón”, usted es oficialmente un roco.

Otro síntoma de hacerse un viejo necio es andar por ahí comparándose con las generaciones que lo sucedieron como si la suya hubiera sido la gran cosa. Dicho esto acompáñeme a aplicarle la eutanasia a mi juventud de una vez.

Durante esta semana, el canal NatGeo estuvo transmitiendo el especial Los 80 , dedicado a hacer un recuento del entretenimiento, la política, la tecnología y el deporte de aquella época. Yo viví ese decenio en pantalones cortos, pero más o menos recuerdo lo básico: los vestidos con hombreras, Thriller , el muro de Berlín, Madonna y Maradona.

Después llegó mi época, es decir, el decenio en el que fui adolescente: ‘El Príncipe del Rap’, espinillas y zapatos burros. Claro que en los 90 llegó una música techno muy cutre, pero entonces también se popularizó R.E.M., por ejemplo. Además, Kurt Cobain, con su banda, reventó el grounge , el fenómeno de masas más importante de la década.

Embelleciendo demasiado el recuerdo, creo que aquellos años nos dejaron una banda sonora más auténtica, una televisión sin maquillaje . Aclaro que me gusta recordar los 90 como la era de Nirvana y Los expedientes X ; no como la de Ace of Base y 90210 Beverly Hills .

Mi generación vio con placer cuando los años 80, con todos sus excesos, se escurrieron por el caño. Los jóvenes de entonces no pensábamos que alguien tuviera tan mal gusto de revivir aquel muerto . No sabíamos que aquellas modas y sonidos nos lloverían como un mal karma en el nuevo milenio.

Sin embargo, con ambas décadas a kilómetros de distancia debo ser franco. No estoy seguro de si se podría montar un especial tan entretenido como el de NatGeo con el decenio de mi adolescencia.

El gusto por el recuerdo aumenta cuando uno se va haciendo mayor. Para mí, el de los 90 fue un decenio mejor para vivirlo; pero los 80 , con toda su extravagancia, son definitivamente años más divertidos para recordar.

Posdata: Claro que en esta columna casi solo hablamos de los éxitos importados de Estados Unidos, porque otra reflexión merecería la producción noventera importada de otros países de Latinoamérica, por ejemplo, No me acostumbro , de Rey Ruiz (¡camarero, tráigame otra cerveza para brindar por los 90!), o El tiburón, de Proyecto Uno (¡camarero, una lobotomía!).