Zapping: ¡Al fiiiiiiiiiiiiiiin viernes!

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El problema no es que Pilar Cisneros pegue gritos de alegría porque llegó el viernes..., para nada. El del problema soy yo, pues no entiendo ni me hace gracia aquel alboroto.

Al parecer, la costumbre viene desde hace algún rato pero para mí fue una sorpresa hace un par de viernes. La sección deportiva de Telenoticias del mediodía acababa de terminar y el periodista Maynor Solano le dirigió una sonrisa cómplice a la codirectora del noticiario, a la señora que por varias décadas ha sido sinónimo nacional de periodismo serio.

No sé a ustedes, pero a mí casi se me sale el fresco del almuerzo por la nariz cuando vi a Cisneros revelar un globo que escondía debajo del escritorio y lanzarlo al aire, mientras ella y Solano gritaban felices: “¡Al fiiiiiiiiiiiiin viernes!”

“Suave un toque, ¿eso fue en serio?”, fue lo primero que pensé apenas me recuperé de la impresión. No era Día de los Inocentes, ni del Niño. Ni siquiera era inicio de vacaciones. Citando al inmortal Don Ramón: “Ma’, ¿pos ‘ora?”

En declaraciones publicadas por La Teja el 16 de enero, doña Pilar explicó que la gritadera de los viernes es una costumbre suya, muy arraigada dentro de su ambiente de trabajo. Eso está bien, se lo respeto, pues cada oficina tiene sus propios rituales para lidiar con el estrés o para romper con la monotonía (para ejemplo, no voy lejos: más de un visitante ha salido con cara de incógnita de la redacción de La Nación cuando atestigua cierto tipo de conciertos espontáneos que solo se entienden internamente).

Sin embargo, esas manifestaciones de camaradería no tienen por qué importarle al resto de la humanidad. Al menos eso pienso yo que, como dije al inicio, tengo un problema con aquel jolgorio.

“Siempre celebro con muchas ganas el viernes porque en broma digo que tenemos dos días de libertad antes de volver a la esclavitud de los lunes”, le explicó Cisneros a La Teja sobre sus motivos para explotar de alegría en vísperas del fin de semana, primero detrás y ahora delante de las cámaras. Y sí, bien por ella, pero, ¿a mí qué?

Traté de hacer el ejercicio, y no: no pude imaginarme a otros presentadores de noticias en plan de viernes de moda. No me cabe en mi cabeza la imagen de Anderson Cooper mandando a volar el guion o a Patricia Janiot pegando gritos de la contentera para olvidarse de “la esclavitud de los lunes”.

No creo tampoco que quienes presentan noticias en televisión deban ser momias inexpresivas a las que no se les permita una sonrisa. Uno como televidente agradece la espontaneidad, y que le recuerden que detrás de las corbatas y peinados elaborados hay personas de carne y hueso.

Sin embargo no me trago la receta planificada de parecer “vacilones”. Cuando el relajo se vuelve algo planificado y posado, ¿cuál es su gracia?

Telenoticias sigue y seguirá por mucho tiempo siendo el noticiario líder en Costa Rica. Sin embargo, tanta payasada, tanta ligereza, tanta gana de ser desenfadados me intriga, pues es contraria al ADN de los informativos: la credibilidad y la seriedad.

Pilar Cisneros ha sido la madrina de los perros animados y de las camisas talladas de Luis Carlos Monge, quien con la venia de la jefa ha hecho de la denuncia ciudadana un tema cantinflesco, caricaturizado en su extremo más ridículo.

Hoy es la propia codirectora la que se apunta a la vacilada e incita a todo su equipo, fascinada de que llegó el viernes. Dichosa ella, pues a mí me tocó trabajar este fin de semana. 1