Vicente Cassanya: ‘Hay gente en Costa Rica que se cree dueña de las esferas’

Vicente Cassanya astrólogo

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Vicente Cassanya dice haber estudiado mucho sobre las esferas y ahora que las conoce lamenta el estado “de abandono” en que se encuentran. Además, critica la gestión de los encargados y el “desconocimiento” sobre otras piezas que, según él, tienen semejanzas con las ticas. Advierte de que él solo es un facilitador y que, si hiciera una “llamada salvaje”, podría traer 30.000 personas.

El astrólogo atendió su teléfono este jueves mientras trabajaba entre calores y piscina en su casa, en la sierra de Madrid. Estuvo en Costa Rica hace dos semanas.

Este es un proyecto particular. ¿Cuál fue la semilla?

Soy astrólogo y he visitado casi todas las civilizaciones de piedra porque me fascinan. Todas ellas tienen orientaciones respecto a solsticios, estrellas y demás. Me faltaba visitar Costa Rica, aunque ya conocía bien las esferas por artículos y amigos, pero no había tenido la suerte de visitarlas. De manera que, en octubre pasado, un amigo, comandante de Iberia, iba para allá y me dijo, ‘oye, ¿por qué no te vienes y así ves las esferas?’. Así que fui y fue algo fantástico y mágico.

¿Por qué fantástico?

Mi amigo me presentó a Jorge Collado, que es de la zona y me dice que nos acompaña. Fuimos al primer sitio, el parque de las esferas. Me quedé aquí fotografiando las esferas, tocándolas, abrazándolas y demás. Se produjeron encuentros impensables, por casualidad. Hubo el contacto con Alberto Cole de León y con Enoc Rugama, que conocí allí. Las esferas son fantásticas y supone uno de los enigmas arqueológicos más atractivos de la humanidad, pero son muy poco conocidos. Me sorprende que muchos en Costa Rica ni siquiera saben que hay esferas en el sur del país. El desconcierto ahí es total y me sorprende muchísimo que estén tan abandonadas. Me sorprende que un país tan rico en arqueología pase inadvertido para la gente. La gente conoce al país por el ‘pura vida’ y demás, pero es dramático que estén tan ocultas y abandonadas. Son sagradas, tienen su magia y encierran su espiritualidad.

¿Qué impresión le dio el alcalde y el munícipe ese día?

Fue una extraordinaria casualidad conocer a ambos con quienes hubo inmediatamente una buena conexión. Lo que pasa es que se sorprendieron mucho de ver un tío abrazado a las esferas. La cuestión es que fue un encuentro bastante mágico y divertido.

¿Cómo fue esa energía que sintió de las esferas?

Sinceramente, tampoco soy sensitivo. Soy más bien racional, con formación intelectual, pero para mí son sagradas. Encierran muchos enigmas, porque es muchísimo más lo que no se sabe. Los antiguos sabían que hay piedras vivas y piedras muertas. Yo tuve una sensación muy agradable de paz, yo que no soy nada sensitivo. Pero... sería más fácil si usted me dijera adónde quiere ir; esto parece un interrogatorio policial.

Solo pregunto por detalles para entender mejor este proyecto.

La cuestión fue muy sencilla. Después nos quedamos charlando un buen rato. A partir de ahí, surgió la idea de que sea un sitio visitado por gente. Ayudar a dar a conocer las esferas y generar riqueza. Yo, por suerte, tengo mi profesión, estoy bien pagado y tengo mi equipo de periodistas, pero cada año me lío con un proyecto nuevo. Muchas de esas cosas tienen un cariz altruista. Lo que me pareció fascinante es que esas esferas son una analogía con los planetas. Eso lo supe transmitir en ese momento. Pensé que era una pena ese patrimonio tan abandonado y pensamos hacer algo interesante.

¿Un congreso?

Coincidimos en eso. Pensemos en congresito de fin de semana. Esto lo hago con total carácter altruista y todas las personas que colaboran en este proyecto. Para mí era importante dar a conocer las esferas en el mundo. Es un privilegio y un placer que la Municipalidad haya pensado en mí. Yo lo que estoy haciendo es, simplemente, llamar a mis amigos por una causa hermosísima. He debido dejar parte de mi trabajo empantanado, pero la cosa están funcionando bastante bien.

Hay gente molesta.

Es normal que haya críticos, porque es libre de pensar, pero esto es de carácter totalmente altruista y desde las ganas de ayudar a una zona subdesarrollada. Esas esferas están abandonadísimas, incluso, en las bodegas del Museo. A mí me dio pena ver el desconocimiento. Hay gente en Costa Rica que se cree dueña de las esferas y eso es un grave error. Esto debería generar riqueza a la gente del país. Confiaron en mí porque saben que tengo experiencia en historias de este tipo por el mundo.

¿Es promover turismo?

De muchas maneras. Cada vez que voy a Egipto, a templos de Camboya o Tailandia, veo turistas que saben que son lugares sagrados y los visitan con mucho respeto. Son visitas para atraer negocio e inversores, pero eso ya no estará en mi mano ni me preocupa ni es mi objetivo.

Si un español quiere venir, ¿cuánto debe invertir?

Eso no lo sé. No somos una agencia de viajes. Les diría que entren en la web y hay una agencia con libertad total para crear itinerarios. Solo planteamos este gran evento. Muchos de los que vendrán visitarán otras zonas y todo esto será bueno.

Dicen que vendrán cientos...

Sinceramente, ni idea. No lo sé. Lo que queremos es hacer una llamada amable. Conferencias, meditaciones, ver las estrellas como los antiguos y todas estas cosas hermosas. Rescatar los mitos. Si hiciéramos una llamada salvaje, podríamos atraer a 30.000 personas. Yo pienso que serán cientos de personas. Por lo menos, serán 2.000 o 3.000. Lo que quiero es aunar voluntades y generar buena onda. Se nos está juntando gente de todo el mundo.

¿De qué países?

De Francia, México, Venezuela, donde también tienen esferas de estas. Es que en el Museo no sabían que había esferas de otros países. De piedra me dejaron a mí. Me dejó flipao (impresionado) que no supieran que hay esferas de otros países.

¿En el Museo Nacional?

Yo solo digo que ahí nos han tratado de una manera exquisita, la gente y periodistas, como doña Amelia Rueda. Hay algunos, muy pocos, que creen que las esferas son suyas, que si soy español en estos días de globalidad o que si soy astrólogo... Es una pena.