Una visita al “parque de la muerte”

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El Tiempo, Colombia El parque más extraño y enigmático de Bogotá está localizado en el barrio Villa Mayor, a escasos pasos del Cementerio del Sur, justo en la calle 27 sur con carrera 37. Es el único en la ciudad en el que cientos de bogotanos le hacen, todos los lunes, y a veces los martes, un verdadero ritual a la muerte anónima. “Aquí vienen las familias de personas desaparecidas y les ponen bolsas de agua a las almas”, cuenta Hugo Sánchez, vecino del sector y ornamentador industrial de oficio. El hombre, de 71 años, recuerda que en los predios donde se levantó hace dos años el parque de Villa Mayor, quedaba una zona del Cementerio del Sur. Pese a la construcción del escenario, el sitio no ha dejado de ser un punto de peregrinación adornado por más de 300 bolsas de agua turbia, claveles marchitos y velas tiradas en el piso que forman coloridos ríos de cera derretida. “Es que a los muertos también les da sed”, confiesa, en voz baja, Gloria Tamayo, quien visita el lugar para rezarles y pedirles favores a las mismísimas almas del purgatorio.

El sitio ganó fama, a finales de los 80, por la presencia de Luis Orlando Mayorga, un personaje medio deschavetado que se hacía llamar “el Mexicano” y quien vivió en medio de 800 fosas. Fue asesinado en abril del 2011. El curioso inquilino, que fue atropellado por un carro “fantasma”, aseguraba que su labor era la de cuidar a las almas de día y sobre todo de noche. Con las obras del parque, Luis fue desalojado y enviado a las calles vecinas, donde trabajaba como reciclador.

El Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) realizó en el extinto campo santo una inversión millonaria para que los mortales volvieran al espacio. Ahora, las inmensas alamedas adornadas por árboles frondosos plantados por el Jardín Botánico son visitadas por familias enteras que aún recuerdan las historias de ultratumba , pero que prefieren aprovechar las zonas verdes para sacar al perro y comer paleta con los hijos.