Una “determinada determinación”

El más preciado patrimonio cultural que poseemos esnuestra lengua

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La Academia Costarricense de la Lengua ha celebrado en estos días dos magnos acontecimientos: la culminación de un proyecto gestado durante varios años, que constituye un logro más en la elaboración de los códigos normativos de la lengua dictados por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua: la Ortografía de la lengua española, y la realización de un sueño: la inauguración de la sede de la Academia Costarricense de la Lengua.

En la mitología griega, Zeus castiga a Prometeo por haber dado el fuego y el conocimiento a los mortales; lo ata a una columna y le lanza sobre el pecho un águila que le devoraba el hígado. Pero la venganza del dios no estaba satisfecha, y le anuncia el envío de un mal que seducirá sus almas y le advierte que todos abrazarán su propio daño.

Ese mal era Pandora, la Eva pagana, amasada con barro y lágrimas, y de belleza deslumbrante. Los dioses enviaron a Pandora como regalo a Epimeteo, hermano de Prometeo. Epimeteo se prendó de la belleza de Pandora. Esta le llevaba como dote un gran vaso cerrado que Zeus le había entregado. El misterio atrae a la mujer: abrir lo clausurado, levantar velos, divulgar secretos. Pandora destapó el vaso y todos los males que allí habían encerrado los dioses: miserias y enfermedades, guerras y crímenes, violencias y preocupaciones se escaparon y se esparcieron sobre la Tierra. Sola la esperanza permaneció en el vaso, detenida en los bordes, y no salió de allí porque Pandora lo cerró con la tapa por orden de Zeus.

El dios es duro e inexorable; no obstante, siente compasión por las criaturas a las que ha condenado a la desgracia y les deja la esperanza. Por eso, como dice Isaías, el profeta de Israel, “le aguarda al hombre tribulación sobre tribulación, pero también esperanza sobre esperanza”.

Fe en promesa. El coronel de García Márquez, un viejo militar retirado, espera desde hace quince años la llegada de la carta que le confirme el otorgamiento de su pensión como excombatiente de guerra. Lo alienta la fe en la palabra empeñada. Cree ciegamente en valores ya casi inexistentes en el mundo en que vive. Ni el hambre, ni las humillantes penurias económicas lo hacen claudicar de su indestructible fe y credulidad en lo prometido.

Santa Teresa, la santa abulense, mujer de férreas decisiones, no ceja en su empeño de lograr aquello que se propone. Y así, en su Camino de perfección, dice: “Tengo una grande y determinada determinación de no parar hasta llegar, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabaje lo que trabajare, murmure quien murmurare, siquiera me muera en el camino, siquiera se hunda el mundo”.

La esperanza que rescató Pandora, la empecinada fe del coronel en el cumplimiento de la palabra empeñada y la “determinada determinación” de la santa de Ávila, bajo la guía iluminadora del ideal quijotesco, fueron las armas que empuñamos en esta larga batalla cuya primera victoria celebramos hoy.

El coronel no recibió la carta que esperó durante quince años; a nosotros doña Laura nos dio la respuesta que esperamos durante casi medio siglo. Ella, al igual que el ministro Obregón y el viceministro Rodríguez, honraron el compromiso adquirido hace cuarenta y ocho años por el Estado costarricense y tuvieron clara conciencia de la significación de la Academia de la Lengua dentro de una comunidad. En la lengua se refleja el modo existencial del grupo hablante, la forma en que este ha percibido e interpretado el mundo. Por eso se ha llamado a la lengua «biografía de las naciones», «espejo de la civilización», «depósito de la cultura».

Valioso aporte. Doña Laura y el ministro Obregón no solamente han honrado el juramento constitucional de respetar y cumplir la Constitución y las leyes, sino que han dado un valioso aporte a la cultura nacional. Mucho se habla de las reivindicaciones económicas y muy poco de las reivindicaciones culturales, que es lo que los pueblos necesitan y piden a gritos.

Decía Federico García Lorca: “Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. ['] ¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras”. Menéndez Pidal proponía como lema de la República “Cultura”, “porque solo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz”.

Y el más preciado patrimonio cultural que poseemos es nuestra lengua.

El político y escritor colombiano Marco Fidel Suárez se expresó de la lengua en los siguientes términos: “Si lo más esencial del alma es el pensar, si la diferencia exterior del hombre no son las risas y las lágrimas, sino la palabra; si los pueblos no se acaban, sino cuando su lengua se acaba; podemos decir que el pensamiento es el alma, la palabra es el hombre y la lengua es la patria”.