Un jurista de gran calidad humana

Luis Paulino Morafue una personade gran calidadhumana

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La muerte del Dr. Luis Paulino Mora Mora, hasta el domingo pasado presidente de la Corte Suprema de Justicia, deja un vacío difícil de llenar, no solo en el ámbito judicial, donde emprendió la más importante reforma judicial de los últimos cincuenta años, sino también en los círculos familiares y de sus amigos.

Lo conocí desde la Facultad de Derecho, donde siempre se destacó, además de ser un excelente estudiante, por su simpatía innata y afición al futbol. Era un alajuelense de hueso rojinegro y decía que la única desgracia de su vida era que su nieto mayor había salido saprissista y que tenía el tupé de llegar a visitarlo con el uniforme morado.

Siempre era un asiduo participante en las mejengas que se armaban detrás del edificio de la Facultad y recuerdo que, cuando la bola se iba al riachuelo que pasaba por detrás, el Lic. Angel Edmundo Solano era el encargado de sacarla pues tenía una habilidad innata para ello.

Luego tuve la oportunidad de tratarlo más a fondo cuando se preparó la reforma constitucional para crear la Sala IV y se elaboró el borrador final de la Ley de la Jurisdicción Constitucional. Tuvimos largas jornadas de trabajo en su despacho en el Ministerio de Justicia, cerca de la Clínica Bíblica, en unión de Rodolfo Piza Escalante y, algunas ocasiones, de don José Miguel Corrales, que era el diputado que llevaba la batuta en la tramitación del proyecto en la Comisión de Asuntos Jurídicos. En esas labores me hice amigo de Luis Paulino y aprendí a aquilatar su gran calidad humana, de esposo amoroso y de padre preocupado por sus hijos.

Posteriormente, la amistad se consolidó cuando él ejercía la Presidencia de la Sala Constitucional y yo era magistrado suplente. Tuve la oportunidad durante tres años en que ejercí esa función, de participar en numerosas discusiones jurídicas muy interesantes al lado suyo, tales como la de la muerte digna, la suspensión del Tratado de Extradición con los Estados Unidos, la impugnación por el interesado de su renuncia a la curul de diputado, entre otras muchas.

Luis Paulino siempre mantuvo tesis de avanzada junto a Rodolfo Piza y, en numerosas ocasiones, ambos salvaban el voto. Posteriormente, muchas de esas tesis, que en su momento se consideraban arriesgadas, terminaron siendo acogidas por la mayoría de la Sala y forman parte hoy día del acervo jurisprudencial más importante de la jurisdicción constitucional.

Su integridad moral lo llevó a salvar el voto en el caso de la reelección presidencial, a pesar de su amistad con el expresidente Arias. Aunque no compartí las razones de su voto disidente, hay que admitir que está sólidamente estructurado y era una tesis bien fundamentada jurídicamente. Lo mismo puede decirse de su voto en el caso Crucitas, posiblemente la sentencia más compleja que ha dictado la Sala Constitucional y la mejor estructurada desde el punto de vista constitucional y ambiental. ¡Lástima que la demagogia barata de los tribunales contencioso-administrativos la tiraran por la borda!

En resumen, de Luis Paulino se podría decir lo que le dijo Napoleón a Goethe cuando finalmente lo conoció: “Eres todo un hombre”.