Un físico tico viaja de los átomos a los multiuniversos

Antes de graduarse en el Colegio Científico Costarricense de San Pedro, ya sabía que su futuro como físico estaba en los Estados Unidos.

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Si conoce la serie de televisión The Big Bang Theory , imagínese al peculiar físico del Instituto Tecnológico de California Sheldon Cooper con toda su pasión y talento, pero sin sus excentricidades sociales.

De mirada elusiva y mente imparable, este joven científico tico tiene una humildad directamente proporcional a su gran genio.

Se trata de Alejandro Jenkins, doctor en Física teórica, especializado en partículas elementales y el estudio del universo.

Sus premios y logros académicos son inspiración para muchos jóvenes que han crecido con la “espinita” de la ciencia, preguntando sobre los grandes “cómos” y “porqués” de la vida.

¿De niño, siempre se imaginó como científico y como físico?

No, en realidad no. Siempre tuve interés por los temas científicos, pero también por muchas otras cosas. La idea de estudiar física probablemente la tuve ya en el colegio. Antes pensé en estudiar Medicina y, en algún momento, también pensé en Filosofía.

En su criterio, ¿qué puede decirnos la física acerca de los grandes misterios de la vida?

Una interrogante que se plantea es si nuestro universo es el único. Si no lo es, ¿por qué estamos aquí y no en otro? Y, si lo es, ¿por qué es así y no de otra forma? ¿Puede explicarse el Big Bang en términos de una ley científica más fundamental? Son preguntas que la física moderna no contesta aún, pero se las plantea. Son casi de orden filosófico.

Uno de sus intereses es, particularmente, la posibilidad de vida en otros universos...

Bueno, esa preocupación viene totalmente de consideraciones de la física de partículas subatómicas, en donde uno quisiera contestar por qué las partículas son como son. Alguna gente notó que esas teorías indican que nuestro universo es, probablemente, uno de muchos otros. Una idea, el principio antrópico, dice que nuestro universo se ve así porque, si fuera muy distinto, no podría tener vida inteligente que se esté preocupando por verlo. Claro que esta sigue siendo una idea bastante controversial.

¿Cómo puede la física cambiar la vida de la gente?

La física es un campo muy amplio: va desde consideraciones que rayan en la filosofía hasta el desarrollo de nuevos materiales para aplicaciones industriales, electrónica, etcétera. A veces, cuando uno habla de física cuántica, por ejemplo, puede sonar como una cosa muy académica. Pero la física cuántica explica el funcionamiento de un transistor, que nos permite tener herramientas tan cotidianas como la computadora.

¿Qué cree que necesita un científico para destacarse en la física?

Es una combinación de cosas. Hay que tener facilidad para las matemáticas y el pensamiento analítico. También hay que tener imaginación. La mayor parte del tiempo uno se equivoca, pero hay que salir con nuevas ideas regularmente; por lo tanto, también se necesita perseverancia. Y hay que tener un poco de suerte.

Y ¿para trascender la física?

Muchas cosas son parecidas. Supongo que la facilidad matemática no es universal. Tener imaginación, por ejemplo, sí ayuda en la mayoría de los campos. Ciertamente, la perseverancia es fundamental en cualquier cosa que uno haga: cuando las cosas no funcionan, hay que aceptarlo y volver a intentar. ¡La suerte también ayuda en casi todo!

¿Qué es necesario para que más jóvenes se inclinen por el campo de la ciencia?

Que sea mejor la calidad de la instrucción que reciben de los profesores, sobre todo en el colegio. No es fácil, porque habría que comenzar porque los profesores de secundaria de ciencias exactas estén mejor formados para que puedan transmitirles a los muchachos entusiasmo por estas cosas, y los conocimientos fundamentales que se necesitan para entender el tema.

¿Qué les diría a los jóvenes para que alcancen todo su potencial?

Mucho para lograrlo es pensar en forma ordenada, disciplinada, pero, al mismo tiempo, tener imaginación. Plantearse preguntas y no quedarse con lo primero que se le ocurra, sino ir probando si lo que uno cree es correcto, confrontarlo con evidencia y razonamiento. Esa curiosidad, bien disciplinada, es fundamental cultivarla para lo que sea que se quiera hacer.

Usted también tiene un interés por la economía, ¿de dónde viene esa mezcla tan particular?

Alguna vez también pensé en ser economista, fue algo que me intrigaba. El interés ya serio vino cuando era estudiante de pregrado, y uno se interesa por leer las noticias. Me interesaba entender mejor qué era lo que se estaba discutiendo sobre tasa de interés, tipos de cambio... Entonces, comencé a leer, a discutir con profesionales en Economía en foros y en persona, y empecé a escribir sobre el tema.

¿Qué cree que podría aprender la política costarricense de la manera en que se hace ciencia?

(Se ríe) Diría que lo fundamental es la disciplina analítica (entre más risas), tener claro cuándo se ha respondido una interrogante y cuándo solo se han dicho cosas y palabras. Es una cosa que la formación en ciencia le da a uno, y creo que sería útil que estuviera más generalizada. Las preguntas que uno se plantea en ciencia son muy distintas de las que uno se plantea en la vida cotidiana, pero siempre sirve la disciplina de tratar verdaderamente de entender las cosas. Y, si uno no las entiende, decirlo así y no aparentar que las ha resuelto.

Cuando usted ganó el mejor promedio de admisión a la Universidad de Costa Rica hace 17 años, dijo que le desvivía llegar a hacer algo por el país en el futuro. ¿Qué ha ocurrido desde entonces?

No sé si haya hecho mucho, pero la preocupación todavía está conmigo, y espero no dejarla de lado y continuar pensando en qué es lo que puedo aportar o contribuir. ¡Diecisiete años...! (se ríe).