UCR halló dos nuevos camarones transparentes en Isla del Coco

Especies miden menos de dos milímetros de largo cada una

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Dos nuevas especies de minicamaroncitos transparentes fueron descubiertos por científicos de la Universidad de Costa Rica (UCR) en las aguas de Isla del Coco, a 532 kilómetros de Puntarenas.

Se trata de dos organismos microscópicos –de apenas 1,5 milímetros de largo– que están en la base de la cadena alimentaria de los ecosistemas marinos. Ambos pertenecen a una subclase de animales llamados copépodos.

Álvaro Morales, del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la UCR, explicó: “Los copépodos son organismos microscópicos, pero vitales en el océano”.

El especialista detalló que las larvas de especies comercialmente importantes como las sardinas, pargos y corvinas, así como los equinodermos –estrellas de mar– e incluso las ballenas se alimentan de copépodos. “Sin ellos, los océanos estarían enfermos y por eso conocer sus poblaciones es una forma de profundizar en la buena salud de los ecosistemas marinos”, agregó el especialista nacional.

El dúo.La primera especie de camarón descubierta se llama Symbazoma Cocoense. Este crustáceo mide apenas 1, 4 milímetros de largo (similar al grosor de una moneda) y en su parte más ancha mide 0,3 milímetros. “Es un minicamaroncito de arrecife más bien alargado que tiene dos antenas cortas”, detalló Morales, quien estudió hembras de esta especie en el CIMAR.

La especie Cymbasoma cocoense también se caracteriza por poseer un cefalotórax. Esto significa que el tórax y la cabeza están fusionadas en una sola pieza, es allí donde tiene colocados los dos ojos.

Que tenga dos ojos no pareciera ser una novedad, pero en realidad sí lo es pues no es común en esta subclase. “Hay bastantes individuos de estas especies que no tienen ojos o que tienen solo uno de ellos”, recalcó el especialista de la UCR.

En el cefalotórax es precisamente donde están unidas también las patas. Estas extremidades son las que le brindan la apariencia de camarones, como los que conocemos popularmente.

La siguiente especie descubierta por los nacionales son del género Monstrillopsis. De ella solo se analizaron animales machos y adultos. “Esta la primera vez que este género de animales marinos (Monstrillopsis) se registra en el país”, celebró el investigador.

El animalito es todavía más pequeño que el descrito anteriormente, pero tiene antenas más largas. Mide 1,4 milímetros de largo y unos 0,2 milímetros en su parte más ancha. “Esta especie es menos transparente o traslúcida que la otra, lo que podría estar asociado a diferentes hábitos de vida entre ellos”, dijo Morales.

Según el biólogo, es probable que esto se deba a que la colonia de coral donde habita la especie es más oscura, lo que hace que el animal necesite “hacerse” más oscuro para poder mimetizarse con el entorno y al menos dificultarle los ataques a sus depredadores.

Al igual que la especie anterior, esta también tiene cefalotórax. No obstante, ninguna tiene dientes.

El biólogo Morales explica: “Ambas especies nacen como larvas con dientes y son parásitos de gusanos marinos, pero luego, cuando llegan a adultos, pierden las piezas bucales, se reproducen y luego simplemente mueren”.

Los especialistas estiman que el ciclo de vida de ambos animales o copépodos es muy corto y dura, como máximo, unos 30 días.

Metodología. Para descubrir estos minúsculos animales los científicos visitaron los principales arrecifes coralinos de dos bahías poco profundas en la costa de la Isla del Coco en el 2000.

En las bahías Chatham y Wafer ellos utilizaron una red con malla de 0,33 milímetros y recolectaron los microorganismos en el llamado zooplacton.

Diariamente, los científicos hicieron varias recolecciones. Por conveniencia, la mayoría de estas se realizaron cuando comenzaba a oscurecer “pues es cuando este zooplancton tiende a subir hacia la superficie del mar y es más fácil de obtener”, dijo el investigador Álvaro Morales.

Cada vez que se tomaba una muestra se lavaban y luego se colocaban en una sustancia con alto contenido de alcohol, para preservar los organismos.

Una vez finalizada la expedición científica se realizaron múltiples análisis en el Cimar.

En cada caso, los científicos se esmeraron en describir minuciosamente las características físicas –tamaño, color, forma– de cada uno de estos animales. Como recolectaron cientos de muestras, la labor tardó varios años.

Además, los especialistas tuvieron que comparar las muestras con todos los registros existentes de copépodos o minicamaroncillos descritos en el mundo. “Para que tenga una idea, solo los copépodos de la isla del Coco son más de 80 especies”, dijo Morales.

En este estudio también participó Eduardo Suárez, científico de El Colegio de la Frontera Sur, Quintana Roo, México.