Triunfos: ¿por kilos o por estructuras criminales?

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Nos engañamos al contar por kilogramos incautados de droga las “victorias” sobre el narcotráfico. Decomisar unos cuantos kilos, o unas cuantas toneladas de cocaína, simplemente termina en el renglón de pérdidas del cártel, que sigue traficando. El verdadero triunfo es el desmantelamiento de la estructura delictiva, la aprehensión de sus capos y subordinados, así como la incautación de todos los bienes derivados de la actividad criminal.

No es por kilogramos de droga recuperados sino por redes desarticuladas como debe medirse el avance en la lucha contra las narco-estructuras. Lo mismo frente a traficantes de armas, de joyas, roba-carros, corruptos, etc. Sin embargo, solamente con información interna de la organización delictiva es posible poner rostro a los capos y a sus colaboradores. Únicamente con datos “de adentro” pueden ser aprehendidos y condenados.

Para lograr esta información (interna) se utilizan –universalmente–: El agente encubierto: Generalmente un policía que se hace reclutar por una organización criminal, para conocer sus actividades e identidad de sus miembros. Después aportará esa información a la fiscalía, para desarticular la red y llevar a prisión a capos y operadores. En nuestro pequeño país, donde todos nos conocemos, es prácticamente imposible usar esta figura por el riesgo de la vida del agente.

Las escuchas telefónicas: Autorizadas y ejecutadas por el juez, se usan en Costa Rica desde 1975. No obstante su importancia, la información conseguida con esta herramienta es fragmentada.

El testigo de la corona: El miembro de la organización criminal que negocia con las autoridades su inmunidad, a cambio de información y prueba necesarias para la condena de los integrantes de la red.

Esta última es la más importante de las tres, pues con ella se averigua –de primera mano– el funcionamiento y operación de la estructura, y, lo más importante: la identidad de capos y subordinados. Ante la imposibilidad de utilizar la primera de las herramientas apuntadas y frente a las dificultades que presentan las escuchas telefónicas, el testigo de la corona se convierte en el medio más importante para desarticular narcobandas y otras redes. Aceptado este medio de prueba universalmente, Costa Rica se comprometió con el mundo a utilizarlo, cuando suscribió la Convención de Palermo (V.: Art 26.3).

Por la importancia que tiene para la investigación criminal y porque debemos honrar nuestros compromisos internacionales, no debe aprobarse el proyecto de reforma legislativa que deroga el testigo de la corona. Esta reforma fortalece a las organizaciones criminales y promueve la impunidad de sus integrantes. Razón tiene la Corte Suprema de Justicia al oponerse a dicha iniciativa de ley. Quienes la impulsan deben dar respuestas claras: ¿Qué pretenden? ¿Quién será el primer beneficiado directo de aceptarse la derogatoria?