Tigres del Norte hicieron vibrar San Carlos

  Esperados El grupo mexicano dio ayer un concierto gratuito que reunió a miles de seguidores

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Corresponsal

Platanar, San Carlos. - Tarde veraniega, esplendorosa, asistencia masiva y alegría a raudales.

Con ese marco inmejorable, los Tigres del Norte dieron ayer un concierto gratuito que reunió a miles de sancarleños en el campo de exposiciones de la Cámara de Ganaderos.

La banda mexicana, nacida en 1968 en la comunidad Rosa Morada, estado de Sinaloa, volvió a la Zona Norte para cumplir con el compromiso adquirido en diciembre del año pasado cuando su presentación estuvo marcada por varias dificultades, entre ellas, la falta de sus instrumentos musicales que no llegaron a tiempo.

Volvieron, cumplieron, y su espectáculo hizo vibrar a gente de todas las edades. Desde niños de escasos cuatro años, acompañados por sus padres, hasta ancianas que acudieron apoyándose en un bordón.

Jorge Hernández, director musical, y sus compañeros saltaron al escenario alrededor de las 4:30 p. m. y su sola aparición desató la locura de sus seguidores.

Pero una hora antes, los nacionales de Kalúa con su cantante Elena Umaña habían iniciado la gran fiesta musical en la que aprovecharon para interpretar algunas canciones de su nueva producción: Kalúa Latino.

Identificación plena. En medio de nutridos aplausos y vítores, la concurrencia recibió al grupo mexicano como ídolos.

Y a partir de ese momento, se dio una plena identificación entre artistas y el público: la química fue total de principio a fin.

El virus del corrido norteño sinaloense “enfiebró” a la masa de asistentes que durante muchos minutos olvidó la amenaza de la fiebre porcina y la crisis económica que vive el mundo.

La temperatura subió más cuando las “fieras” mexicanas interpretaron temas exitosos como Rumbo al sur, El jefe de jefes y Golpes en el corazón.

El termómetro subió con la interpretación de los más reconocidos de su género: La Puerta Negra, La banda del Carro Rojo y Nos Estorbó la Ropa.

Extasiados por el espectáculo y cuando percibió que el final estaba cerca, la masa no dejó de gritar una y muchas veces el clásico: “otra, otra”. No había duda de que la gente no quería que la fiesta parara.

Entre la gente llamaron la atención un adulto no vidente y un niño con discapacidad física. El primero estaba de pie frente a la tarima... Como si viera con el corazón, estaba feliz, desbordaba alegría.

Entre tanto el niño, en la silla de ruedas y, pese a su limitación, intentaba seguir el ritmo contagioso de La Puerta Negra y otras más de la famosa agrupación mexicana.

El concierto, que transcurrió en un orden casi perfecto, acabó pasadas las 6 p. m., aunque el público quería seguir.