Los efectos de los temporales y la mayor demanda de algunos productos hacia fin de año han golpeado el costo de la vida en los últimos dos meses, según se desprende del índice de precios al consumidor, cuya medición correspondiente a noviembre fue publicada ayer jueves.
Desde setiembre este indicador ha mostrado señales de aceleramiento. En ese incremento influye que los precios de algunas hortalizas, leguminosas y tubérculos han registrado fuertes alzas.
Por ejemplo, la papa, que es un producto importante en el presupuesto de las familias, subió un 48% en los últimos dos meses; este tubérculo es uno de los bienes con mayor demanda a finales de año.
En ese mismo período, el tomate subió un 35%; la cebolla, un 21% y el pepino, un 57%, según el índice de precios por artículo que publica el Instituto Nacional de Estadística y Censos.
Según la medición de precios de noviembre, el costo de vida ha aumentado un 5% desde enero a la fecha, y, en los últimos 12 meses, un 6,11%. La meta del Banco Central para este año es una inflación acumulada de entre 4% y 6%.
Por grupo. En los últimos 12 meses, el grupo que más ha subido es el de alquiler y servicios de vivienda, influido por el aumento en las tarifas de los servicios públicos, como la electricidad. El costo de este grupo ha aumentado casi el doble que el indicador general.
Por el contrario, los precios en el grupo de entretenimiento y cultura han tendido a bajar. La disminución en el precio del dólar ha permitido que el costo de algunos bienes de esta categoría se reduzca.
Por ejemplo, en los últimos 12 meses el costo del televisor bajó un 7%; el del equipo de sonido, un 3% y el del DVD, casi un 2%.
Efecto transitorio.Consultado sobre si el aceleramiento de los indicadores de precios podría ser un efecto transitorio o un cambio de tendencia de la inflación, el economista José Luis Arce explicó que hay que diferenciar el fenómeno inflacionario de los aumentos en los precios de bienes particulares.
“Me da la sensación de que lo que estamos experimentando son los efectos de las condiciones climáticas sobre la oferta de ciertos productos alimentarios y, en consecuencia, sobre los precios. Esto no es claramente un fenómeno monetario o relacionado con las condiciones de demanda interna, sino, simplemente, un cambio en los precios relativos”, comentó.
No obstante, agregó que hacia futuro la clave son dos cosas: la extensión y persistencia en el tiempo de estos shocks de oferta y su reflejo sobre los precios, y las expectativas inflacionarias. “Esto último sí puede ser un problema mayor para la meta de inflación del Banco Central”, comentó.
Por ahora, dicha proyección para el 201 1 es de 4%, con posibilidad de subir o bajar un punto. Mientras, el índice subyacente de inflación, que procura medir la tendencia de la inflación, a medio plazo mostró un pequeño aceleramiento al pasar de 2,68%, en octubre, a 3,33% en noviembre (al comparar el resultado de cada mes respecto al mismo mes del año anterior).
Por su parte, la encuesta de expectativas de inflación del Banco Central arrojó en noviembre una inflación esperada para los próximos 12 meses de 6,8 %.