Tecnología, luz para Karina

Karina Ramírez Torres fue noticia en el año 2000, tras convertirse en campeona de ortografía pese a su ceguera. La Revista Dominical contó su historia hace 11 años. La palmareña está convencida de que, en este tiempo, su vida ha dado giros radicales.

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“De la chica de 17 años que ganó el concurso de ortografía en el año 2000, tristemente, creo que queda muy poco”, confiesa Karina Ramírez Torres desde Buenos Aires, Argentina.

Mucha agua ha pasado bajo el puente de la vida de esta joven ciega de 28 años desde que, hace 11 años, su historia ocupara la portada de la entonces Revista Dominical.

Para esa época, estaba preparándose para representar al país en un Concurso Hispanoamericano de Ortografía, que se realizaría en Colombia.

Hoy sigue siendo la misma lectora compulsiva que era en quinto año de secundaria, todavía disfruta de cantar y le sigue gustando el baile, “aunque parezca lagarto enyesado”, bromea.

Sin embargo, afirma que la vida le ha cambiado muchísimo, aunque no sabe si para bien o para mal. “En estos 11 años, la vida me ha dado lecciones terriblemente fuertes”, asevera Ramírez en una entrevista telefónica.

Se le escucha más madura. Si en el año 2000 mencionó a Claudia Poll y a Erick Lonnis como sus héroes; ahora sostiene que sus modelos son personas de su trabajo y de su familia, desconocidos para la multitud pero de valor infinito para ella.

Once años después

Tras graduarse del colegio, entró a estudiar Psicología en la Universidad de Costa Rica, a principios del 2001.

Pronto descubrió que, en aquel entonces, las universidades estatales carecían de medios para permitir a estudiantes con limitaciones visuales, como ella, avanzar al ritmo de sus compañeros. “No terminé por falta de acceso a los materiales de estudio, aunque sé que recientemente ha habido mejoras”, dice.

Su lento progreso se unió con otro factor para obligarla a dejar las aulas: quedó embarazada y tuvo una hija en el 2005.

Nueva batalla

Con el nacimiento de la pequeña, llegó otra prueba. A las pocas semanas de nacida, la bebé fue diagnosticada con retinoblastoma bilateral (un tumor maligno en los ojos) y empezaron dos años de tratamientos y encarnizada batalla contra la enfermedad. La niña murió en febrero del 2008.

Karina también asumió un papel muy activo en la lucha por los derechos de las personas ciegas en Costa Rica. Sin embargo, la desmotivaron las divisiones que hay entre la comunidad del país.

“Cuando se metió la política, todo el gremio de las personas ciegas se dividió”, lamenta la joven. “Ahora hay más organizaciones de ciegos, que ciegos”.

Pero su inquietud por buscar la equidad no cesó y Karina resultó incursionando en redes latinoamericanas de correos, en las que personas no videntes de todo el continente comparten sus experiencias y demuestran cuánto ha ayudado la tecnología a esta población.

A partir de un programa de lector de pantallas llamado JAWS (una aplicación que lee en voz alta el contenido de la pantalla de la computadora), incursionó en el mundo de la informática.

“Todos estos avances nos cambiaron la vida y nos dieron independencia. Si quiero leer el periódico, hablar con amigos o, simplemente, navegar en Internet, ya puedo hacerlo sola”, explica la tica. Pero la tecnología ha sido más que eso para ella: le deparó un trabajo, pues se dedicó a dar clases de computación para la población no vidente.

Un día, alguien le comentó que en Argentina había un muy buen mercado para quien pudiera dar lecciones de cómputo a no videntes y ella tomó el avión casi sin meditarlo.

Nueva tierra

Llegó a Argentina sin conocer a nadie, solo con las referencias que tenía de las listas de correos. Dichosamente, se sintió recibida. “La gente, así como en Costa Rica, es muy solidaria. Preguntan si uno necesita ayuda y le ayudan a uno a ubicarse”, explica.

También el ordenado sistema de rotulación vial la favoreció pues, como cada calle tiene un nombre y cada casa, su respectivo número, las direcciones se hacen más fáciles.

Desde que llegó a esa nación suramericana no le ha faltado trabajo. Imparte clases de computación a domicilio y también en las oficinas de Tiflonexos, la fundación donde trabaja, un ente que promueve el uso de nuevas tecnologías entre la población no vidente.

Esta misma organización fundó Tiflolibros, una biblioteca virtual para no videntes que tiene miles de obras gratis a disposición de las personas de habla española con discapacidad visual.

Karina ha sabido sacarle provecho a la oportunidad: sigue devorando literatura latinoamericana y ya se deleitó con El Señor de los Anillos y con la saga de Harry Potter.

Como una de sus aficiones han sido los juegos de computadora para ciegos, empezó a escribirse con personas que tuvieran los mismos intereses y así conoció a quien hoy es su esposo, Pablo Javier Vello.

“Compartíamos las dudas sobre cómo se jugaba cierto juego y así comenzamos a hablar más”, recuerda Karina.

Una vez establecida en Buenos Aires, acordó verse con él, que es argentino. Eso ocurrió en noviembre del 2010 y, tres semanas después, ya eran novios.

“Estamos muy contentos y súper enamorados; decidimos casarnos en abril de este año para legalizar mi residencia”, cuenta.

Ahora está haciendo realidad dos de sus sueños: estudiar psicología y conocer bien Argentina.

En cuanto a su futuro, parece que ha dejado de preocuparle... la Karina Ramírez del 2011 dice estar lista para todo.