Ojo con la pared: Jugamos para salir en tele

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Ojo con la pared es el nuevo retoño de Teletica Formatos, un show original de Japón, conocido como Nokabe (Brain Wall) y realizado en más de 40 países en el mundo.

La premisa es sencilla y brillante: dos grupos de tres integrantes se enfrentan a distintas paredes con un hoyo de forma humanoide y su deber es atravesar la pared sin romperla.

Si no logran sortearla, los participantes son empujados por la estructura a una piscina. La puntuación depende de sus logros.

En el caso costarricense, la dinámica de los puntos es confusa, ya que se premia de manera subjetiva por una voz en off y las reglas no se explican al inicio, por lo que el resultado es sorpresivo, pero confuso para la audiencia.

Más sencillo y comprensible sería premiar por objetivos realizados, como lo hace la versión estadounidense (Hole in the wall); aquí se reglamentó como en la mexicana (Aguas con la pared).

Un giro bueno es la “pared especial”, que consiste en una suma rápida con dos posibles respuestas. Sin duda, redimensiona el escenario físico del juego, aunque usar el cerebro es importante para solventar cada puzzle (rompecabezas).

Como ya lo he mencionado anteriormente con Trato hecho y otros programas franquicia, en Teletica se impone un estilo de realización en el que parece no solo ser bienvenido el comportamiento alocado de sus participantes, sino se fomenta desde la producción.

Viendo este show y a Nancy Dobles conduciendo, me parece una herencia de El Chinamo; gente zangoloteándose sin razón congruente con el programa.

Sí, es un juego físico, es alegre y es una competencia, pero esto no es razón para que la gente deje de comportarse como gente. Nuevamente, se intenta sostener la emoción del programa con un comportamiento artificial de los participantes, que ya entran alterados al set.

En esa misma línea, para aportarle comicidad al programa, se pasa la repetición de cada uno de los intentos de los participantes, sean exitosos o no.

No puede haber nada más chistoso y legítimo que un desconocido en ese traje brillante cayéndose al agua por su propia impericia en el juego. Entonces, ¿para qué usar sonidos de pedos y gritos falsos en las repeticiones?, ¿para qué recurrir a una voz burlona en off? Las repeticiones en sí son ya entretenidas. Agregarle estos detalles exagera el tono cómico que legítimamente la acción le imprime al show, la comedia se vuelve pachotera y burlona.

Pausas. El ritmo resiente la duración del programa y los cortes publicitarios. La acción de los turnos se corta por cada bloque de comerciales –aunque es beneficioso en términos económicos para la propuesta–, lo que puede llegar a resultar desesperante.

¿Puede ser más provechoso para la audiencia menos pausas, pero más prolongadas? Tal vez, de esta manera no perderían la emoción legítima del show y se evita de ese modo tener que reconstruirla con bailes sin sentido.

Es usual que cada programa tenga un premio, un objeto del deseo por el cuál concursar.

En Ojo con la pared no hay o no expusieron el premio. Otras versiones dan premios de hasta $25.000.

En el caso de Teletica no se dio ningún reconocimiento aparte de un plástico con el logo del programa. Sin duda, debe haber un reconocimiento que desee tanto los concursantes como la audiencia, sino para qué participar... ¿solo para salir en tele?

Ojo con la pared tiene una premisa sencillamente brillante que no puede fallar en la labor de entretener. Lamentablemente, media hora resulta poco; además de la ya comentada función de la “emoción fabricada” que es muy practicada en Teletica.

Cada formato importado por esta empresa tiene una particularidad de éxito, se debería desarrollar ese elemento sin adherirle nada a la receta, en especial cuando el aderezo resulta flojo.

Aún con esto no dudo que usted se pueda entretener entre corte y corte, dedíquele media hora de su viernes a Ojo con la pared y juzgue usted mismo este nuevo espacio.