Sensores medirán daño en sitio del derrame petrolero

Sistema permitirá medir presencia y concentración de hidrocarburos

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Centenares de sensores para la medición de contaminación por hidrocarburos fueron colocados la semana pasada en los alrededores de la plataforma petrolera Deepwater Horizon como parte de la expedición científica abordo del Oceana Latitude.

Precisamente, la plataforma de British Petroleum (BP) se accidentó en abril anterior y como consecuencia vertió unos 576 millones de litros de crudo en las aguas del golfo de México.

El sistema de sensores permitirá detectar la toxicidad de los hidrocarburos disueltos en las aguas que circundan la plataforma y áreas aledañas situadas al suroeste. Asimismo, permitirán medir tanto la presencia como concentración.

“Creemos que este estudio será un gran paso para resolver cuestiones acerca de cuánto tiempo permanecerán los componentes tóxicos del aceite en las aguas profundas del Golfo y si sus concentraciones son lo suficientemente grandes para causar efectos adversos en la biota”, explicó en un comunicado de prensa Jeffrey Short, investigador y director científico para el Pacífico de Oceana, organización ambientalista que encabeza esta expedición.

Es más, Short fue quien diseñó el proyecto de los sensores. Cuenta con vasta experiencia como especialista en contaminación por petróleo; de hecho, fue uno de los científicos que dio seguimiento a los efectos del derrame causado por Exxon Valdez en Alaska (1989) y por el Prestige en Galicia (2002).

A 2.000 metros de profundidad. Centenares de sensores están distribuidos en estaciones de medición en 16 puntos del Golfo.

Estos son sensores de medición vertical que están colocados en una columna de agua que va desde la superficie hasta los 2.000 metros de profundidad, con una distancia de 100 metros entre ellos.

“Ningún otro grupo ha empleado un sistema de sensores tan sensible como Oceana; esto, a pesar de que el uso de dispersantes ha fragmentado las partículas de crudo hasta hacerlas invisibles”, comentó Short.

Cada cuatro días, los investigadores recuperan los sensores para proceder con el análisis químico.

“Cuando se analicen las mediciones, obtendremos datos fidedignos sobre la extensión e intensidad de la contaminación real de la zona”, agregó Short.

“Las mediciones se complementarán con inmersiones en distintas zonas del Golfo por parte de buceadores de Oceana y de dos robots submarinos que pueden alcanzar los 300 y los 700 metros de profundidad respectivamente”, añadió Xavier Pastor, director de Oceana en Europa y líder de la expedición.

El Oceana Latitude zarpó en agosto y la expedición se extenderá por un mes más. A bordo viajan 12 científicos que estudian las consecuencias de este derrame de crudo sobre la vida marina del golfo de México.