Sempiterno trotamundos

Plena madurez Desde Venezuela, Ramón Chirinos trae un 'Romance' en once acrílicos a la Galería Valanti

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A los siete años, la pintura ya fluía por sus venas. Sobre un cuaderno escolar, sus dedos plasmaban los primeros trazos de una mente habitada de personajes fantásticos. Las palabras de sus maestros flotaban lejos, en el aire, mientras Ramón Chirinos centraba su atención en la figura que surgía de sus lápices de color.

Las dotes artísticas incipientes hicieron enviar al pequeño Ramón a ser oyente en una escuela de arte. Se rodeaba de alumnos adultos mientras él captaba el legado de maestros de la plástica de todas las épocas.

Fue el estudiante de edad más corta, pero obtuvo la nota más alta de la clase en el examen práctico. Supo entonces que el arte y él siempre caminarían juntos.

“El artista es un perpetuo investigador, y yo soy un eterno estudiante del arte que trata de perfeccionar sus técnicas”, revela Chirinos.

El venezolano expone por segunda vez en Costa Rica. La muestra Romance se compone de once acrílicos sobre tela en los cuales la técnica predomina sobre el tema.

“Yo veo la trama como un propósito secundario. Me voy hacia la destreza profunda de la construcción de la obra: la parte de composición, de las líneas, de la profundidad del color y de todo ese proceso que enriquece al artista a medida que avanza el tiempo”, explica el creador de 61 años.

Su pintura irradia vientos de poesía. Chirinos parte de la cotidianeidad, mas se proyecta en “la búsqueda sublime de cada persona”, como él afirma. En sus lienzos utiliza otros elementos además de la pintura acrílica –como la arena y el papel de colado– para dotarlos de texturas insólitas.

Oda al romance. Objetos modernos y abstractos invaden los fondos de los acrílicos de Ramón Chirinos, y la mujer se erige como protagonista. Si la figura humana se desvaneciera, estaríamos ante una obra abstracta.

Cada obra encierra mil ideas y despierta los sentidos del espectador, como música para la vista. Hay una fusión entre el romanticismo, el impresionismo y el realismo, y todo se disuelve en una sabia combinación de tonos grises y cálidos con pinceladas firmes.

Sus ángulos del paisaje son distintivos, y se percibe la presencia de un horizonte tal vez parisiense –dice Ramón Chirinos– que resalta el aire romántico.

“La figura femenina ofrece variedad de formas y evoca sentimientos artísticos: la sensibilidad y el romanticismo son rasgos característicos de la mujer; ella está en todas partes”, reflexiona Chirinos.

El cuadro Brindis tiene a la mujer como protagonista y elementos abstractos de fondo. La idea del planteamiento es armonizar visualmente con ciertos efectos de color rojo y aprovechar la patilla (nombre de la sandía en Venezuela) para descubrir una concordia visual.

La obra Elegancia animal es distintiva de la muestra pues rompe el esquema del arte clásico y se excluye del romanticismo a pesar de la postura elegante y sobria de su figura central: el caballo. La paleta de color suscita calidez y juega con trazos fuertes y líneas marcadas que guían la vista del espectador.

Ramón explica que, en la mayoría de los cuadros de la muestra Romance, la paleta de color es fría, pero algunos elementos “la calientan” y crean una fusión que nivela la “temperatura” del cuadro.

El gris es un tono muy importante para Chirinos; lo conduce hacia el minimalismo pues él no busca elementos recargados. Así mismo, da mucha importancia al blanco puro. Los trabajos de este artista trotamundos son planos, en el sentido de que carecen de luces y sombras.

Otros elementos –como números y letras– se divisan entre las pinceladas. Para Chirinos, son símbolos reconocidos universalmente y le permiten internacionalizar sus creaciones. Ramón los coloca para armonizar la composición y para viajar del clasicismo al modernismo.

Marta Antillón, directora de la Galería Valanti opina: “La pintura de Ramón Chirinos es un poema y un regalo para los sentidos: transmite al espectador muchas emociones. Sus mujeres disfrutan los instantes y sus músicos nos deleitan con sus colores vivos, casi como si los estuviéramos escuchando. Con Ramón, la plástica cobra vida propia, tiene alma”.

Nómada del arte. La búsqueda de la identidad del artista por medio de su obra es una constante. Ramón Chirinos afirma que en sus inicios se aferró a la pintura costumbrista: paisajes de Venezuela, tradiciones de su gente, las cosas que lo rodeaban. Sin embargo, a medida que lograba la madurez artística, cayó en la cuenta de que su obra no debía pertenecer a ningún sitio; debía universalizarla.

La venezolana Bélgica Rodríguez, crítica e historiadora del arte, con más de 45 años de experiencia, opina: “Ramón Chirinos lleva muchos años dedicado a la pintura. Son notables su desarrollo sensible como artista y su fortaleza. Todo ello lo consolida como una presencia obligatoria en la historia del arte de Venezuela”.

A su vez, Chirinos explica: “En un inicio, la pintura obliga a buscar las propias raíces, pero, a medida que uno madura, comprende que la obra debe ser de todas partes. El egoísmo y la limitación quedan de lado cuando se abre la mente”.

Al cumplir su segunda década, corrían los años 60, y Ramón se aventuró a conquistar otros espacios. Siempre quiso ser alguien dentro del mundo artístico, y esto lo indujo a viajar y a dar a conocer su trabajo.

Así fue como Chirinos llegó a los Estados Unidos y a España. Entonces inició una etapa de reflexión, visitó a artistas que siempre lo inspiraron y observó obras reconocidas en todo el mundo.

En Madrid, Chirinos analizó la obra de Joaquín Sorolla (1863-1923). “De él aprendí sobre la figura humana”, afirma. En Barcelona lo atrapó el dominio del paisajismo de Joaquín Mir (1873-1940).

“Iba al museo todos los días, con un cuadernito, como si fuera para clases. Analizaba las obras con detalle y luego me iba a mi hotel y comenzaba a copiar cada pintura hasta que tuviera un resultado perfecto; luego salía a la calle y regalaba las hojas a la primera persona que veía. Ese era mi proceso de estudio”, recuerda Chirinos.

Ramón cuenta que lo atrapó la forma en la que LeRoy Neiman difunde su arte y por ello lo visitó en Nueva York. “No es cualquiera el que se hace famoso por pintar en una película de Rocky”, afirma Chirinos

A partir de esa visita, el venezolano se dio cuenta de que la proyección de sus obras es primordial para su crecimiento como pintor. Europa y América Latina han sido destinos por los que este creador apuesta para difundir su arte.

Chirinos se concentra ahora en la tarea de plasmar una figura más metafórica, con la imagen femenina dentro de un contexto cotidiano. “Trato de imitar la madurez de los grandes artistas para confrontar la vida; en lo pictórico poco me fijo ya”, confiesa.

Muchos años de trayectoria artística hacen que aquella mente figurativa –que a los siete años trazaba sus primeras creaciones en un cuaderno de escuela– sea hoy la de un pintor consolidado que ha llegado a la madurez artística.

Con su obra casi onírica, Ramón Chirinos atrae miradas en todo el orbe: ya es un artista del mundo.