¡Se acabó el silencio!

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Anderson Cooper. Su nombre evoca a un periodista de estatura mundial, presentador estrella de la cadena estadounidense CNN, conductor del programa de horario estelar Anderson Cooper 360, anfitrión del programa matutino de entrevistas Anderson, y colaborador habitual del renombrado espacio de periodismo investigativo 60 minutos.

Desde el 2 de julio pasado también se sabe que Anderson Cooper es gay. Este detalle no debiera importar, ni tampoco debiera ser noticia. No en un mundo ideal.

Por esta misma razón durante muchos años Cooper evadió referirse a sus preferencias sexuales u otros temas de su ámbito privado amparado en sólidos principios personales y profesionales. Tanto para preservar la intimidad suya y la de sus seres queridos, como para proteger su integridad en países en donde el hecho de ser homosexual es casual de muerte.

“Descubrí que algunas veces entre menos sepa el entrevistado de mí, puedo hacer mi trabajo como periodista de una manera más segura y efectiva”, escribió Anderson por correo electrónico a su amigo y colega bloguero Andrew Sullivan, del sitio en Internet The Daily Beast . Sullivan preparaba un reportaje sobre el impacto social que tenía el hecho de que figuras famosas hablaran abiertamente sobre su sexualidad. Lo anterior a propósito de una publicación de la revista Entertainment Weekly sobre el tema (ver recuadro aparte).

Hora de alzar la voz En su respuesta a Sullivan, Anderson aprovechó para hacer público lo que hasta entonces era un secreto a voces: “El hecho es que soy gay, siempre lo he sido, siempre lo seré y no podría estar más feliz, cómodo conmigo y orgulloso”.

Con estas contundentes palabras rompió un silencio guardado por lustros: cada vez que “la pregunta gay” llegaba, Anderson la esquivaba aferrado con fidelidad al principio de que no era pertinente hablar de su vida privada.

Tampoco abordó la cuestión en su libro de memorias Dispatches from the Edge (2006), un éxito de ventas en donde detallaba su vida como periodista y ser humano en Sri Lanka, Africa, Iraq y Lousiana, Mississippi, y en cuyas páginas se refirió a la guerra, a los desastres naturales, a la pérdida y la supervivencia.

Hacerse visible Ese celoso encubrimiento de su intimidad comenzó –sin embargo– a pasarle una factura insospechada, dado el peso de su nombre en la opinión pública y a la presión que algunos medios comenzaron a ejercer para que se destapara.

En el 2007, por ejemplo, la revista Out , lo ubicó de segundo en su lista de los 50 “hombres y mujeres gays más poderosos de los Estados Unidos”.

Daba la impresión para algunos de que el gran reportero de pelo cano y 45 años de edad, ocultaba algo que lo avergonzaba. Fue entonces cuando Cooper supo que si alguna vez pensó que salir del clóset podría perjudicar su carrera, había llegado el momento en que no hacerlo sería aún más perjudicial.

“Entendí que mientras como sociedad nos movemos hacia una mayor inclusión e igualdad para todas las personas, la marea de la historia solo podrá avanzar cuando la gente se haga totalmente visible”, razonó en su carta.

El reconocimiento de Anderson Cooper no tardó en provocar miles de reacciones en las redes sociales y en su cuenta de Twitter. “¡Con razón nunca quiso salir conmigo! Me habría encantado tener a Gloria Vanderbilt (madre de Cooper) como mi suegra” escribió con ingenio la famosa comediante Joan Rivers.

Abundaron mensajes solidarios de colegas de la televisión como el de la estrella de Modern Family , Jesse Tyler Ferguson, quien posteó: “Una de las razones por las que veo a mi amigo @ andersoncooper es por su elocuencia asombrosa, muy orgullosos de él”. “Estoy orgullosa de ti”, le expresó Ellen DeGeneres, actriz y comediante, una de las celebridades “pioneras” en salir del clóset.

Un paso adelante Brian Stelter, de The New York Times , considera que la revelación de Cooper dice mucho acerca de las cambiantes percepciones sobre la homosexualidad por parte de las audiencias y de paso lo convierte en “el periodista gay más prominente de la televisión”. Stelter cita en su artículo a Herndon Graddick, presidente de la Alianza gay y lesbiana contra la difamación, un grupo de defensa de los derechos homosexuales.

“El es un ejemplo a seguir y ahora servirá de inspiración a un innumerable número de Cooper, no obstante, se desmarca de cualquier tipo de activismo. “No es parte de mi trabajo impulsar ninguna agenda, pero sí ser implacablemente honesto en todo lo que veo, digo y hago. Nunca he querido ser otra cosa que un buen reportero, y no deseo promover ninguna causa más que la verdad”.

Así habla el periodista acostumbrado a viajar a lugares remotos y a comprender las motivaciones de gentes de todo el planeta para contar luego sus historias.

El reportero que comenzó a forjar su carrera en zonas de guerra con una credencial falsa y una cámara de video, hace más de dos décadas, y que luego se convirtiera en celebridad y “chico dorado de la CNN” tras su apasionada cobertura del desastre provocado por el huracán Katrina, finalmente depuso el escudo de la privacidad.