‘Rito’ que no queda más que cumplir

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Isla Chica, Los Chiles Para Emilia Fernández, sus visitas diarias al río Combate constituyen una especie de un rito que debe llevar a cabo contra su voluntad porque no tiene otra alternativa.

Son parte de su rutina de casi todos los días de la semana como orar apenas se levanta, preparar un sencillo desayuno y alistar a dos de sus tres hijos para que lleguen a clases, antes de las 7 a .m., en la escuela local.

En su casa ni siquiera tienen pozo artesanal y el río se convierte en su tabla de salvación.

No obstante, reconoce que no le gusta lavar ropa en el cauce y menos que sus hijos y ella misma se bañen en él.

Los argumentos que esta campesina, de 29 años, da son comprensibles. “Es que son aguas malas, están contaminadas. A simple vista se miran muy oscuras”.

Menciona que es común encontrar en el cauce pañales desechables sucios y malolientes. “Algunas personas olvidan que en este pueblo no tenemos acueducto y que, por lo tanto, no hay que contaminar los ríos y quebradas”, expresa con preocupación.

Pero agrega otro elemento. En dos ocasiones, mientras lavaba ropa, una serpiente venenosa estuvo a poco de atacarla.

“Medía como dos metros y su cabeza era muy grande”, recuerda, aún asustada.

Fernández, madre de Leydi, Sabat y Carlos, de 9, 6 y 4 años, respectivamente, camina todos los días un kilómetro desde su casa al río para hacer sus tareas.

“Hay veces que el solo hecho de pensar que tengo que meterme en un barreal para entrar a la corriente me produce dolor de cabeza y quisiera quedarme en casa.

”Es que no es nada agradable intentar limpiar la ropa en medio de tanta suciedad.

”No tengo muchas palabras para explicar con claridad todo lo que siento cuando el agua huele, pero no me queda más camino que aceptar con dolor esa dura realidad, causada por nuestra pobreza”, comenta Fernández.