Cientos de usuarios del transporte público conviven todos los días con la incomodidad y el peligro que implica esperar el autobús a la orilla de la carretera Bernardo Soto.
Se trata de dos sectores ubicados en el sentido aeropuerto–San Ramón: uno se encuentra cerca del puente de Villa Bonita, y el otro, por el puente de El Coyol.
Los miles de vehículos que transitan por la autopista pasan a centímetros de las personas que se reúnen en la orilla a esperar el bus que las llevará a sus destinos.
Uno de esos usuarios es Eliécer Ramírez, quien ha sido testigo de muchos accidentes, principalmente porque los buses que se detienen estorban en la vía.
“La vez pasada mataron a un señor que intentaba cruzar la calle”, aseveró Ramírez.
Consultado sobre la falta de paradas en esos sectores, el viceministro de Transportes, Rodrigo Rivera, respondió: “Es un asunto municipal, y no tengo la solución porque no puedo hacer casetillas, no hay presupuesto para eso”.
Rivera afirmó que si la Municipalidad de Alajuela quisiera buscar una solución, él la apoyaría.
“Es probable que sea una costumbre (esperar el bus en esos sectores) y no una parada oficial, pero quitarla perturbaría al usuario”, añadió el funcionario.
En proyecto. El alcalde de Alajuela, Roberto Thompson, dijo que espera contar con recursos para la construcción de bahías y casetillas en el 2012. “No me atrevo a decir que en este año, pues todos los recursos están comprometidos”, comentó.
Thompson reconoció que estos sectores no habían sido contemplados para el proyecto de construcción de bahías y casetillas, pero dijo que ahora se tendrán en cuenta.
En las cercanías de los puentes de Villa Bonita y El Coyol se detienen buses de cantones de Alajuela, Puntarenas y Guanacaste.
La mayoría de usuarios son trabajadores de las zonas francas de El Coyol y de Alajuela.
Mario Arguello, empleado de Empaques Santana, toma el bus en ese sector, por ser el único disponible. “No hay otra parada, tengo que venir hasta aquí”, indicó.
Las personas también deben sortear otras dificultades como la ausencia de asientos y un techo para protegerse de la lluvia y el sol.
“No hay nada, aquí uno está a la deriva, llevando sol y agua” expresó Mario Paniagua, de Bagaces.
Según los consultados, los tiempos de espera para lograr tomar el bus van de 20 a 40 minutos.
“Todos los días duro como media hora esperando el bus”, dijo Guillermo Aguero, funcionario del ICE y oriundo de Atenas.
“Al no haber parada, se dificulta coger el bus, y casi siempre van llenos”, mencionó Carlos Calderón, vecino de Naranjo.
En abril del 2005 se adjudicó a una empresa la reconstrucción de la Bernardo Soto, pero la obra estáparalizada por falta de dinero.