Reforma fiscal: déjà vu (¡una vez más!)

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Si de algo podemos estar seguros en Costa Rica es de que antes de cumplir un año en el poder, el Ministerio de Hacienda de toda administración comenzará a elaborar una propuesta de reforma tributaria. De acuerdo con las autoridades de turno, la reforma se hace necesaria en virtud del abultado déficit fiscal heredado. Por eso están trabajando en un (¿nuevo?) paquete de impuestos que enviarán a las sesiones extraordinarias del Congreso en diciembre próximo.

La intención es aumentar la carga tributaria del 13% o 14% del PIB, que resulta algo baja según algunos estándares internacionales, a algo así como 16% del PIB. Parte del argumento ofrecido para impulsar el incremento en la carga tributaria es que naciones más desarrolladas tienen cargas tributarias más altas, y si queremos parecernos a esas naciones, debemos acostumbrarnos a pagar más impuestos.

Problema serio. Efectivamente, el problema del déficit es serio. La Nación informó, el pasado 21 de septiembre, de que el déficit del Gobierno aumentó 70% entre enero y agosto de 2010 con respecto al mismo período del año anterior. Incluso, recientemente el Ministerio de Hacienda tuvo que recurrir a argumentos fundamentalmente semánticos para definir el gasto en educación y salud como inversión (algo que en otros ámbitos podríamos denominar contabilidad creativa) con el propósito de financiar esos gastos mediante emisión de deuda en el presupuesto del 2011.

Aunque el déficit fiscal es realmente preocupante, muchos costarricenses quisiéramos ver una propuesta de reforma y racionalización del gasto del Estado antes de un nuevo paquete tributario. Esto por varias razones. Para comenzar, no es tan cierto que la carga fiscal costarricense sea tan baja como los citados porcentajes sugieren. Si se toman en cuenta las contribuciones obrero-patronales a la CCSS, que constituyen, de hecho, un impuesto destinado a financiar los servicios de salud pública y de pensiones, la carga tributaria como porcentaje del PIB se incrementa en 4 ó 5 puntos porcentuales. Estimada de esa forma, la carga tributaria en Costa Rica está entre el 17% y el 19% del PIB, que no resulta tan llamativamente baja como algunas veces se argumenta.

También es cierto que del lado del gasto hay muchísimo trabajo por hacer. Es muy evidente en las últimas décadas la proliferación de instituciones públicas cuya efectividad y eficiencia es más que cuestionable. Los sectores de vivienda y agricultura son dos claros ejemplos. En el primero hay una enorme cantidad de instituciones que parecen redundantes en muchas circunstancias (Ministerio de la Vivienda, BANHVI, INVU, IMAS, para citar solo algunas). En el agrícola, el vicepresidente Luis Liberman y la ministra del sector, Gloria Abraham, manifestaron recientemente que hay demasiadas instituciones, muchas de ellas con décadas de rezago y habría que preguntarse si realmente cumplen la labor para la cual fueron creadas.

¿Será esto exclusivo del sector agrícola? Seríamos muy ingenuos si pensáramos que sí. La multiplicidad de instituciones encargadas de (básicamente) las mismas cosas incrementa innecesariamente el gasto estatal, además de contribuir a diluir los presupuestos disponibles y también las responsabilidades.

Racionalizar el gasto público. Así las cosas, antes (o cuando menos al mismo tiempo) que una reforma tributaria, la gran mayoría de los costarricenses quisiéramos ver un planteamiento serio y profundo de racionalización del gasto público.

Casi sin excepción, los Gobiernos de las últimas décadas han evadido este espinoso tema por el costo político implícito. Es claro que en su cálculo han considerado menos costoso embarcarse en una reforma tributaria utilizando el (no tan cierto) argumento de que la carga tributaria en Costa Rica es relativamente baja.

También es importante reconocer que tener una carga tributaria más alta, dizque para parecerse más a países desarrollados, no es de ninguna forma garantía de que nos pareceremos a ellos. Sin la racionalización y mejora en la efectividad del gasto público en Costa Rica, será muy difícil que lo logremos, independientemente de cuántos puntos más alta llegue a ser nuestra carga tributaria.