Recursos marinos amenazados

Debemos velar por la recuperación paulatina de nuestros recursos pesqueros marinos

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Los océanos cubren más del 70% de la superficie del planeta y cumplen un papel esencial en regular su temperatura y clima, a través de su interacción con la atmósfera: más de la mitad del calor del Sol que alcanza la Tierra es absorbido por la capa superficial del mar, en especial en los trópicos.

Adicionalmente, los océanos nos proveen una serie de beneficios directos a los seres humanos, entre los cuales destaca el uso de recursos pesqueros. En la actualidad, alrededor de 540 millones de personas dependen directa o indirectamente de las actividades pesqueras en el mundo.

A partir de la década de 1950, la cantidad de producto pesquero extraído mostró ascenso continuado en todo el mundo hasta la década de 1980, cuando la tendencia ha ido en descenso hasta hoy.

Durante esos 60 años, a nivel global, las especies depredadoras como tiburones, pez vela, marlín y atunes, se han visto mayormente afectadas en comparación con especies ubicadas en niveles tróficos más bajos, y la declinación en la cantidad de organismos de los ecosistemas ha sido mayor a lo largo de las costas que en alta mar.

Práctica irresponsable. En el 2008, 84% de las poblaciones de peces marinos del planeta fueron consideradas sobreexplotadas (28%), agotadas (3%) y plenamente explotadas (53%).

Las prácticas pesqueras irresponsables y la extracción excesiva son las principales causas de esas estadísticas. Las pesquerías desarrolladas en alta mar son presa de grandes avances tecnológicos que permiten localizar eficientemente los bancos de peces e ir cada vez más lejos y más profundo, almacenar cada vez más producto, y dedicar un esfuerzo pesquero cada vez mayor, con más barcos y más días de pesca.

La zona costera sufre, además, de un aumento en el esfuerzo pesquero y de la aplicación de prácticas pesqueras inadecuadas, los impactos de la pérdida y degradación del hábitat, procesos de contaminación, sedimentación y sobrecarga de nutrimentos, asociados a procesos de desarrollo humano, todo lo cual se suma y afecta los recursos pesqueros y el equilibrio de los ecosistemas marinos.

En Costa Rica, la situación no difiere del panorama mundial. Nuestros recursos pesqueros enfrentan sobreextracción dentro de los primeros 20 km a lo largo de ambas costas, y sobre especies pelágicas depredadoras, como tiburones, atún aleta amarilla, dorado y marlín, así como sobre fauna asociada, no blanco de las actividades pesqueras, como es el caso del pez vela, la tortuga baula, el delfín tornillo costarricense y la fauna de acompañamiento, incluyendo peces y crustáceos, entre otros grupos.

El uso de artes de pesca con gran capacidad de captura y poca selectividad, la extracción durante temporadas reproductivas, o bien, de organismos juveniles que aún no se han reproducido, debido, en este último caso, a artes de pesca con características que irrespetan la condiciones establecidas a nivel legal, son gran parte del problema al que están sometidos esos recursos.

Sobreexplotación. De acuerdo con Fundación Marviva, la pesquería de camarón se encuentra actualmente sobreexplotada para las diez especies que la integran. La flota camaronera que aún permanece operando de manera marginal, lo hace debido al subsidio de combustible por parte del Gobierno para toda la flota pesquera del país. Esta pesquería causa enorme daño al ecosistema marino Solo en el 2003, en Costa Rica fueron descartadas 4.180 toneladas métricas de fauna de acompañamiento, no objetivo de la pesquería de camarón.

Por su parte, la pesca de tiburón, dorado, atún y marlín con un arte conocido como palangre, enfrenta una controversia creciente, pues este arte implica decenas de kilómetros de línea y miles de anzuelos, en los cuales no solo caen los tiburones, sino también tortugas, pez vela e, incluso, delfines.

La pesquería de atún dentro de las aguas costarricenses es desarrollada exclusivamente por embarcaciones de bandera extranjera. Un total de 28 barcos atuneros cuentan con licencia otorgada por Incopesca para pescar en nuestras aguas. Estos barcos tienen capacidad de almacenar hasta 1.000 toneladas métricas de atún cada uno. En Costa Rica solo existe una compañía procesadora y enlatadora del producto atún. El tonelaje que pueden extraer las 28 embarcaciones autorizadas supera lo que el país puede aprovechar.

La importancia ecológica y socioeconómica que nos proveen nuestros mares, requiere que en Costa Rica modifiquemos los marcos legales actuales referentes al sector pesquero, y que establezcamos límites de captura a las flotas extranjeras y nacionales, para impedir extracción excesiva. Además, requerimos prohibir el uso de artes de pesca y prácticas pesqueras no selectivas a pequeña, mediana y gran escala.

También, es esencial que, como consumidores de recursos pesqueros, obtengamos información sobre especies convenientes e inconvenientes para consumo, tomando en cuenta su estado poblacional y su contenido nutricional, a fin de que podamos tomar decisiones conscientes sobre consumo.

Todas estas medidas nos permitirán velar por la recuperación paulatina de nuestros recursos pesqueros marinos, con beneficios para nuestros océanos y para la sociedad y economía costarricenses.

Priscilla Cubero Pardo Directora científica de Federación Costarricense de Pesca.