Que no falte el vino: Shiraz o Syrah

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Periodista Los llamados vinos del nuevo mundo están dando una dura pelea en los mercados mundiales y la verdad, como nunca antes, las críticas y los puntajes otorgados por paladares prestigiados y revistas especializadas han sido especialmente positivos.

De forma paulatina, países como Argentina y Chile, empiezan a liberarse de la etiqueta de productores de vinos simpáticos, buenos y baratos, para empezar a escalar peldaños en la gran batalla de los íconos del orbe vitivinícola.

Además de las botellas suramericanas, hay también otros países que reclaman un pedazo del pastel de los consumidores del buen vino y hacen esfuerzos denodados por obtenerlo.

Australia es probablemente uno de los que más se ha hecho sentir y, quizá, uno de los que mayor energía le imprime al negocio vitivinícola mundial.

Los australianos hace bastante tiempo que están intentando jugar a ganador y, por supuesto, armas no les faltan.

Para empezar, tiene una cepa que hoy día es la “chineada” del nuevo gusto internacional, me refiero al Syrah.

Esta es una cepa responsable de producir vinos golosos, redondos, corpulentos, maduros, muy frutales y moldeados por un clima que generalmente es cálido, como el que abunda en la gran isla.

También se trata de vinos bastante especiados, finos y frescos, que, en su mayoría, provienen de zonas menos cálidas como Victoria, en la parte suroeste del país.

Con nombre propio.

La verdad es que para nadie es un misterio que el Syrah australiano se ha posicionado como la bandera vitivinícola de esa nación, algo así como una marca registrada. De hecho, le cambiaron el nombre; ellos le llaman Shiraz.

Incluso, esa cepa empieza a actuar como el mejor punto de apoyo para otros grandes vinos, también australianos, que usan uvas como la Riesling, la Garnacha o el Cabernet Sauvignon para producir muchos de los cuales ya se ubican entre los mejores exponentes de cada variedad.

Además, y como pocas regiones en el mundo, los productores de Australia saben que la unión hace la fuerza, por eso actúan en bloque promoviendo sus vinos. Un claro ejemplo de que los intereses particulares se quedan de lado, estrategia que le ha dado muy buenos resultados y ganancias.

Por último, y aunque suena pueril, está el idioma o la inexistente barrera idiomática que los australianos tienen con los críticos ingleses o estadounidenses (los de mejor fama). Lo cierto es que cuando viajan a la isla, nunca se topan con la barrera cultural de otra lengua.

Ya sabe, busque un Shiraz, acepción que será reconocible en las etiquetas australianas, y pruebe su delicadeza y sabor.