Presidenta sacrifica a Vargas para salvar nexo con Congreso

Admite que Marco Vargas se quedó sin espacio para tratar con los diputados

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La presidenta Laura Chinchilla sustituyó ayer a su ministro de la Presidencia para intentar salvar la negociación política entre el Gobierno y el Congreso.

Chinchilla aceptó la renuncia presentada el viernes por Marco Vargas Díaz, hombres de toda su confianza, por considerar que el relevo “era lo que correspondía”.

Según admitió, con él se habían perdido “los espacios políticos necesarios” para garantizar el éxito en la aprobación de proyectos en la Asamblea Legislativa.

En su lugar, Chinchilla nombró a Carlos Ricardo Benavides, quien se desempeñaba como ministro de Turismo y de Deportes.

Benavides se anunció como un hombre de “carácter conciliador”, dispuesto a negociar con los diferentes liderazgos que existen en la oposición y dentro del PLN.

Además, se mostró anuente a conversar con los diputados sobre sus peticiones comunales.

El nuevo ministro llega con tres prioridades: la reforma tributaria, la ley de apertura eléctrica y la ley para permitir la fecundación in vitro.

El espacio dejado por Benavides en Turismo lo asume Allan Flores, hasta ayer gerente general del Instituto Costarricense de Turismo (ICT).

Con respecto a la cartera de Deportes, Benavides mantendrá el recargo mientras la presidenta elige al nuevo jerarca.

Esta es la tercera salida de un ministro en esta Administración. Antes, abandonaron el cargo Clotilde Fonseca, en Ciencia y Tecnología, y Giselle Goyenaga, en el Ministerio de Deportes.

Empeño insuficiente. Mediante un comunicado, el exministro de la Presidencia alegó que “varias causas” (no las especificó) hicieron que su empeño se tornara insuficiente en el marco de una difícil coyuntura política. Por ello, decidió hacerse a un lado para permitir que el Gobierno se fortalezca.

Durante sus once meses de gestión, Vargas afrontó una relación tirante con los jefes de fracción opositores.

Apoyó la abortada alza salarial para los diputados (de ¢2,5 millones a ¢4 millones) y llegó a afirmar que la “charlatanería” reinaba entre los diputados.

Por otra parte, debió lidiar con la división interna del Partido Liberación Nacional (PLN), promovida por el grupo de diputados afín a la precandidatura del exministro de la Presidencia, Rodrigo Arias.

En las últimas semanas, el pedido de destitución del ministro fue constante entre los legisladores de la oposición.

Chinchilla reconoció ayer las dificultades para que Vargas funcionara como el “interlocutor efectivo” del Gobierno en la negociación con el Congreso.

“Esa es la razón fundamental que lo lleva a hacerse a un lado en este puesto”, añadió la presidenta.

La gobernante no desaprovechó la oportunidad para mencionar que la lucha electoral anticipada (en su propio partido) generó un “ruido excesivo” en el Congreso, lo que a su criterio afectó la negociación de los proyectos de ley que le interesan al Ejecutivo.

“Creo que ese ruido ha competido, de manera un tanto injusta, con el reconocimiento de los resultados que se han obtenido”, expresó.

Según Chinchilla, Marco Vargas y la fracción del PLN lograron aprobar proyectos como los préstamos para financiar infraestructura, además de que dejó adelantados proyectos como el plan fiscal y la ley de electricidad.

Mientras tanto, el ministro Benavides confía en que la tempranera disputa electoral se aplaque para darle campo al trabajo del Gobierno, pues pretende lograr una mejor relación con los diputados.