Postales del país de la paz

Identidad nacional Más de 50 artistas de diferentes épocas objetan mitos sobre Costa Rica

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Una idea de Costa Rica pende entre dos conceptos determinantes para nuestra imagen del país: la “Suiza centroamericana” y “el país más feliz del mundo”. En el medio encontramos mitos y conceptos que pesan sobre la identidad costarricense.

La muestra, llamada precisamente Construcciones / invenciones: de la Suiza centroamericana al país más feliz del mundo , coloca un espejo imposible frente a la identidad nacional e indaga en las nociones de país, nación y cultura que nos han marcado. Con más de 100 obras y 50 artistas, el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) abre terreno para una discusión de vetas inagotables.

Geografía proyectada. Para la curadora María José Chavarría, el viaje al pasado de los estereotipos comenzó a mediados del 2011.

“Al inicio, planteamos pensar el país como una serie de ideas construidas que se generan desde imposiciones externas, sobre todo a raíz del nombramiento como ‘el país más feliz del mundo’”, relata Chavarría.

Al reflexionar sobre ese título tan celebrado por las instituciones estatales, María José Chavarría halló un vínculo con la idea de la “Suiza centroamericana”. ¿De dónde proviene ese apodo? ¿Cuándo se adoptó como mito nacional? “La idea de la ‘Suiza centroamericana’ también es una imposición externa, por parte de viajeros del siglo XIX”, explica la curadora.

Como se afirma en el texto que acompaña a la exposición, ya en 1858, visitantes –como el periodista francés Félix Belly y el cabo irlandés Thomas Francis Meagher– comparaban la vida y la geografía de Costa Rica con Suiza. Esa imagen se grabó en la imaginación popular y se filtró por años en el discurso político oficial.

Los idílicos paisajes de las principales escuelas pictóricas del siglo XX presentan la imagen de paz, en opinión de María José Chavarría. En la exhibición se incluyen cuadros bucólicos, como los de Tomás Povedano, Teodorico Quirós y Emilio Span.

En paredes aledañas, otros artistas –como Joaquín R. del Paso y Victoria Chaves– presentan obras con violentas denuncias sobre el turismo sexual y falsos paisajes.

Alejandro Villalobos ( Paisaje lluvioso , 2010) y Victoria Marenco ( Proyección precaria para recordar un paisaje ), entre otros, muestran reflexiones sobre la memoria, el paisaje y el cambio de nuestra percepción de lo que nos rodea.

Reflejo imposible. El recorrido por las salas es inaugurado por una fotografía manipulada de José Díaz: un ampuloso marco contiene un espejo donde el reflejo no se permite. Del mismo modo, la exposición agrupa imágenes distorsionadas del “ser costarricense”.

“La investigación partió de una revisión de los artistas contemporáneos que coincidían de alguna u otra manera en algunos puntos sobre la nacionalidad costarricense”, comenta Chavarría.

Empero, conforme ella investigaba, fueron incorporándose obras de la historia del arte local. Para la investigación, la curadora examinó obras de las colecciones del MADC, del Museo de Arte Costarricense y de Teorética.

Según Chavarría, los textos y las obras se encontraron en más de un aspecto: “Generar ese diálogo transtemporal es importante. Si bien es una exposición de arte contemporáneo, la muestra apunta al estudio de la imagen, independientemente del momento en el que se hizo. Algo muy interesante fue encontrar enfoques de 1935 totalmente en sintonía con obras del 2012”, analiza la curadora.

Así, textos de Yolanda Oreamuno y Félix Belly, entre otros, dialogan con las obras, según Chavarría. “Nos interesaba generar otras lecturas, no solo desde la imagen. Se hizo una recopilación histórica que quedó como documentación en la videoteca a disposición de los artistas y que esperamos que forme parte del catálogo”, agrega.

“Me interesaban las fechas: algunas citas de 1850 hacen pensar en Costa Rica como una homogeneidad de origen, de razas, de idiomas, de instituciones, de religión; como si fueran lazos sagrados en los que la gente cree realmente en el 2012”, explica la curadora.

Contrastes. La exposición se distribuye por ejes temáticos: la sala 1 cuestiona al paisaje y al turismo; en la 2 se destacan las fricciones en torno al territorio y la migración; en la 3 se examinan los símbolos patrios, y en la sala 4 se atiza el debate sobre la inseguridad y la violencia.

En la muestra se contraponen las miradas a los tugurios de Rafael Felo García y de Errol Barrantes; y el reclamo ardiente de Emilia Prieto (un grabado publicado en Repertorio Americano ) con las feroces denuncias en clave naïf de Diego Fournier y Oscar Figueroa.

“Artistas muy distintos llegaron a conclusiones similares o también a visiones totalmente opuestas. No había un solo enfoque: hay obras más críticas, obras más positivas, obras en tono de burla...”, enumera Chavarría.

Héroes y santos. Una nación se eleva sobre los hombros de sus gigantes o, al menos, así ha sido en el discurso nacionalista.

Así, Nadia Mendoza incluye a Juan Santamaría en la “Liga de la Justicia” de DC Comics, Adolfo Siliézar sacraliza a la bola de futbol y Anna Matteucci mira de cerca a los toreros improvisados: héroes, festejos y mitos puestos en discusión.

La contundente instalación Símbolos patrios (1998), del desaparecido Pedro Arrieta, con el guaro, la bola y la Virgen, marca el terreno para obras que se burlan de otros mitos patrios, como las afrentas al machismo en el futbol, de Roberto Guerrero; el Retrato en grupo erótico homofilial (2002), de Sila Chanto, y La virgen de jabón (2003), de Priscilla Monge.

La muestra es amplia: fotografías como las de Emilia Villegas y Fernando Benach; acciones y performances como los de Guillermo Vargas Habacuc y Javier Calvo; ensambles como los de Victoria Cabezas y Robert Rodríguez...

La selección invita a una mirada detenida que evalúe y compare las obras con el momento histórico presente.

Construcciones / invenciones es una muestra extensa y abierta que indaga en la formación de la identidad: “Para mí, la palabra construcción no tiene una connotación negativa, pero sí es algo que se decide creer, que se origina sobre bases que no son necesariamente reales, pero que termina siendo una realidad”, explica Chavarría.

“Con esto no se intenta decir que sucede una cosa o la otra: no es mi intención, sino hacer evidente la gran pluralidad de cuestionamientos y de acercamientos con obras que al reunirse quedan más claras”, declara la curadora.