Plenitud de Mistral

Marybel Soto, Mario Oliva y Francisco González

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paralelo10@correo.co.crCuando el académico Mario Céspedes llegó a Costa Rica en 1974, descubrió que su compatriota Gabriela Mistral había colaborado amplia y sostenidamente en Repertorio Americano , la revista que Joaquín García Monge editó desde San José para Hispanoamérica entre 1919 y 1958, el año de su muerte.

Céspedes también descubrió que Gabriela Mistral había visitado Costa Rica entre el 6 y el 17 de setiembre de 1931, por generosa invitación de los maestros y profesores del país.

Ahora, en este libro recién publicado por las prensas de la Universidad Nacional y titulado Toda Gabriela Mistral en Repertorio Americano se reconstruye el itinerario de esos 10 días, desde su llegada al puerto de Limón y su paso por los escenarios del Teatro Nacional, del Colegio de Señoritas, del Liceo de Costa Rica, de la Escuela Normal de Heredia, de la escuela de Desamparados y de los otros lugares donde ofreció charlas y recitales.

Mario Céspedes leyó aquellas muchas colaboraciones de la poetisa al periódico y seleccionó cincuenta de ellas; luego las publicó en un tomo titulado Gabriela Mistral en el Repertorio Americano , aparecido aquí en 1978, gracias a la Editorial Costa Rica.

El libro de Céspedes es una contribución que abrió vías para explorar las relaciones intelectuales y de amistad entre Joaquín García Monge y la escritora chilena, primer premio Nobel hispanoamericano, en 1945.

Ahora tres académicos de la Universidad Nacional –Mario Oliva, Marybel Soto y Francisco González– ha editado una amplia investigación en dos tomos incluyendo todas las colaboraciones de Gabriela Mistral a la revista de este su amigo de toda la vida: suman algo más de doscientas, incluyendo poemas, ensayos, artículos de opinión, de actualidad o de crítica literaria.

Esta rica y documentada compilación está llena de sorpresas: la mayor, el buen número de colaboraciones que Gabriela dio a conocer de primero en las páginas de esta revista, enviadas directamente por ella al editor en San José.

No se debe omitir en este punto que García Monge, por lo regular, seleccionaba textos de otros periódicos o libros hispánicos y los reproducía en Repertorio Americano , indicando ciertamente la proveniencia de cuanto publicaba; también incluía contribuciones originales cuando eran de plumas reconocidas o de jóvenes promesas, que el maestro sabía reconocer.

La larga amistad de la escritora con su colega desamparadeño está bien documentada en otro libro notable: Gabriela Mistral y Joaquín García Monge: una correspondencia inédita , obra compilada por Magda Arce con la colaboración de Eugenio García Carrillo y aparecida en Santiago en 1989; se trata de la publicación de medio centenar de cartas enviadas por Gabriela a su amigo a lo largo de varias décdadas, conservadas por García Carrillo, hijo del escritor.

Esta compilación de todo cuanto publicó Gabriela en Repertorio Americano confirma, una vez más, que ella fue una gran cronista de su tiempo, polemista airosa cuando tuvo que serlo y una lúcida ensayista.

Ddesde luego no será una revelación afirmar que la mayor parte de su obra apareció en prosa y no en verso: en artículos llenos de inteligencia y comprensión de esta América latina que tanto exaltó; en bocetos biográficos de escritores, de artistas y personalidades de su tiempo, en cartas o “recados” a varios de sus amigos, en artículos de temas “mujeriles”, como ella decía y, por cierto, en escritos sobre pedagogía y enseñanza.

Como ocurre con muchos grandes escritores, Gabriela deja ver en sus escritos el extenso rango de sus lecturas y un conocimientos muy actualizado de los autores de entonces, en particular de los europeos y de los hispanoamericanos, confirmándose en ella que la mejor formación del literato está en el cultivo constante de su talento natural y en la amplitud y riqueza de sus lecturas.

El amplio estudio introductorio que abre esta edición ofrece, además, una detallada historia de Repertorio Americano a lo largo de sus cuarenta años de productiva existencia y una visión muy cabal de la obra personal de García Monge y de las fatigas constantes por mantener vivas las causas de la educación abierta y del periodismo cultural.