Pescador desaparecido tras golpe de gran ola

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El capitán de un barco pesquero, que se hallaba cerca de la costa de Quepos y se dirigía a Puntarenas, está desaparecido desde el martes en la noche cuando una gran ola lo arrojó al mar.

Su paradero continuaba siendo una incógnita ayer.

Lorenzo Velásquez, de 63 años, quien dirigía la tripulación del Regalo de Dios, anunció a sus dos compañeros de viaje que habían chocado contra un tronco.

Pero el pescador Hernaldo Guerrero Gómez, con 35 años de experiencia, no titubeó en pensar que algo grave había ocurrido.

“Eso no fue un tronco; chocamos contra una piedra”, le dijo a su capitán.

La embarcación chocó contra ese obstáculo a unos seis kilómetros de la costa de Quepos. El grupo se dirigía hacia Puntarenas para descargar la pesca tras 13 días de faena cerca de la isla del Caño.

Velásquez, conocido como Lencho, salió a verificar los daños en la proa (parte delantera de la nave). Llovía torrencialmente y el océano Pacífico estaba agitado.

Luis Antonio Alvarado Villareal (el tercer pescador) pidió al capitán que no abandonara la cabina, pero no le hizo caso.

“El mar estaba muy picado. En eso se nos vino una ola muy grande y lanzó al capitán al mar. Yo lo agarré, pero no pude sostenerlo. Cayó al agua sin el chaleco salvavidas”, relató Alvarado.

El constante golpe de las olas y del obstáculo terminaron por hundir el barco. Los dos pescadores sobrevivientes se aferraron a los restos. Eran las 8 p. m.

Lucha. “El mar estaba bravísimo. Nosotros nos agarrábamos de lo que podíamos. La corriente comenzó a acercarnos a la playa. Se nos vino encima una ola muy grande que nos hizo sacados de los restos (del barco). Le dije a Luis: hay que nada hasta la playa”, recordó Alvarado.

Debieron bracear unos 300 metros en un mar picado, distancia que para los marineros fue una odisea. Llegaron a la costa en un lugar solitario, alrededor de la 1 a. m. Exhaustos, caminaron hasta la desembocadura del río Naranjo, pero no se atrevieron a cruzaron pues temían ser arrastrados por la corriente.

Se devolvieron y durmieron un par de horas sobre la arena.

Ayer, aproximadamente a las 10 a. m., tras varias horas de caminar, los pescadores encontraron una casa y pidieron ayuda a su propietaria.

La médica Katarina Conejo, del Hospital Max Terán, en Quepos, informó de que los pescadores presentaban raspaduras, golpes y deshidratación.