Página Negra: Entrevista con José José, un potro que nadie domó

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Nació con una canción clavada en el costado, y aunque su voz ya no sea su voz, ni su canto sea su canto, sufrió y amó lo suficiente para ser perdonado.

Ni gavilán ni paloma. El Príncipe de la Canción solo fue un hombre bueno que bebió una copa de amargura infinita y pasó, como las nubes y como las sombras, hasta ser un sueño que sí se cumplió.

De su padre, José Sosa Esquivel recibió doble herencia: una prodigiosa voz de tenor que lo encumbró a la gloria; y un mal que lo hundió en el abismo. Por él reverberó su nombre: José José.

El triste es el fondo musical de una vida marcada por los excesos, los infortunios, las alegrías y los desengaños. Traicionado por amigos y familiares fue “cinco veces millonario”; dilapidaron su fortuna, pero salvó del naufragio el amor y la esperanza.

Con una voz ríspida y cavernosa confiesa que las peores decisiones de su vida fueron “Las mujeres y los hombres, pero peor los hombres; pensé que tenía amigos reales en quienes apoyarme y cederles la administración de mi carrera; hasta la familia me falló y solo me ayudó Sarita, mi esposa. Fue horrible, quien dijo que contaba los amigos con los dedos de mano sabía muy bien lo que decía.”

Para conjurar sus demonios escribió Esta es mi vida, un relato descarnado y “franco, sin manoseos, sin inventos, es mi verdad, desde que nací hasta hoy.”

A los 15 años comenzó a cantar con otros dos amigos y trabajó irregularmente en centros nocturnos mexicanos, para contribuir al sustento familiar. A los 22 impresionó al mundo con El triste, que si bien no ganó el II Festival de la Canción Latina le abrió el camino hacia la fama, una noche de 1970.

Más que un príncipe es un mago de la canción, porque vendió casi un centenar de millones de discos; grabó más de 120 temas diferentes y a lo largo de medio siglo de carrera artística, cinco generaciones se han enamorado al compás de sus melodías.

“Canté a los abuelos, a los padres, a los hijos y sus nietos están en primera fila en mis conciertos, porque es la música que escucharon desde niños.”

Durante dos décadas convirtió en oro todo lo que cantó; pero el alcohol, los problemas de salud, las veleidades amorosas, su débil carácter y la mala administración de sus finanzas llevaron su carrera por un laberinto.

Lo pasado, pasado

Celos, traición, soledad, mentira, abandono, frustración y pasión fueron los fantasmas que jalonaron su vida. A principios de los 70 se involucró con Anel, cantante, modelo y actriz. Ella escribió Volcán apagado donde relató su “tormentoso” matrimonio de 17 años y “como subió a la cúspide del éxito con él y descendió al abismo de la soledad, la obesidad, el alcoholismo y la drogadicción”. Tuvieron dos hijos, José Johel y Marysol.

Antes de Anel se casó con Natalia “Kiki” Herrera Calles, una actriz 20 años mayor. “Las parejas con las que me casé, nunca las escogí, más bien ellas fueron las que me escogieron”

Hasta que conoció a su actual esposa Sarita Salazar llevó una vida de altibajos; defraudado por sus manejadores y consumido por las depresiones, intentó rehabilitarse en Alcohólicos Anónimos, pero recayó.

Tocó fondo. “Acabé viviendo en un taxi, estuve a punto de morir de alcoholismo a los 45 años como mi padre; pesaba 45 kilos y solo tenía un amigo.”

Se levantó y cantó. Ya tenía un pulmón destrozado a causa de una grave neumonía; el abuso del cortisol y el alcohol, además del poco descanso tras los conciertos, dañaron sus cuerdas vocales. Otras afecciones se cebaron en el cantante: diabetes, una parálisis facial y hasta una afección en el ojo.

De repente tuvo un derrame de sangre en el interior del ojo izquierdo y le diagnosticaron retinopatía diabética, a causa de padecer diabetes tipo II durante 15 años. Mediante la combinación de sesiones de rayos láser e inyecciones recuperó la visión.

Y esos polvos produjeron estos lodos. Aplastado por las deudas, sepultado por las tarjetas de crédito, casi pierde su casa en Miami y aún debe la cuenta del hospital donde estuvo internada Sara, tras un derrame que la tuvo varias semanas en coma.

José José volvió a los escenarios porque necesita sanear sus cuentas; trabaja para pagar, pagar y pagar. Espera salir avante en dos años y “a ver si en ocho me dan otra tarjeta de crédito”.

Desafió el mundo, contra el mar y la marea. “La estoy pasando mal, pero ahí vamos. Lo que hago es rezar, pedirle a Dios que me ayude y no me ha dejado” contó en una entrevista en el 2009.

Sigue enhiesto. No hay viento que lo derribe. Dejó atrás el pasado y el futuro no le interesa. “Hay momentos difíciles en mi vida, mi vida todo fue trabajar y nunca me preocupé por administrar los recursos” dijo el artista al periódico El Universal.

Durante tres años estuvo sumergido en una depresión a causa de la pérdida de su voz, pero salió avante gracias a su participación en la telenovela La fea más bella, con la cual ganó un premio actoral.

En sus noches más negras y pesadas José José le pide perdón a Dios por haber quebrantado sus leyes santas, y como en el poema de Carlos Ceas y Díaz ruega porque “aunque todo lo sufra humildemente, no podía vivir, si ya no canta”.

En sus propias palabras

La clase nunca se pierde. Con el garbo de siempre, sus finas maneras y el aire de mundo que dan casi 50 años de carrera, José José no cede un milímetro. A capa y espada se bate en el escenario, demostrando con su voz que aún hay Príncipe y pocos pueden reclamar su trono.

--¿Cuál sería el tema musical de su vida?

--El triste, porque con ella adquirí fama de la noche a la mañana. Destaco otras dos: La nave del olvido y Pero te extraño.Del triste se han hecho 90 versiones.

--¿Le quedan amigos?

--Contados, solo los que conocí de pequeño y muchos otros en el ambiente artístico. Compartí con ellos experiencias que inclusive supe que también les habían ocurrido; nadie nace sabiendo lo que es el ambiente artístico; uno lo aprende a través de los golpes. La competencia es desleal y se aprende duro.

--¿En qué gastó su fortuna?

--No me la gasté yo, se la gastaron otros. No tengo casa propia, la que tenía se la dejé a mis hijos y a su madre. Se la gastó toda la bola de gente que se aprovechó de mi ignorancia, incluyendo a mi familia.

--¿Arrepentido?

--De nada, estoy emocionalmente estable para seguir trabajando. Lo hago porque debo pagar deudas, espero salir adelante en dos años, siempre que la economía lo permita.

--¿Qué debe?

--Necesito cancelar la deuda de mi esposa en el hospital y el monto es algo que no le interesa a nadie.

--¿Más oportunidades?

-- Todos las merecemos. Dios es el que las da; siempre hay que pedirle y hablar con Él. Me llevo maravillosamente con el público, que es lo que más me gusta, desde que me lancé como José José en 1969.

--¿Le fue mal?

--La gente te usa, somos buena gente, confiamos en los demás y la gente solo te ve con el signo de pesos.

--¿Sus mejores años?

--Al principio por ser algo nuevo; mi voz era de gran calidad por la herencia de mis padres. Estaba empezando y tenía reconocimiento. Pero ahora estoy en otro buen momento.

--¿Por qué sigue cantando?

-- Nací para cantar y es mi modus vivendi. La gente quiere que siga cantando y trabajando.

--¿Renegó de Dios?

--Nunca, somos los arquitectos de nuestro propio destino. Todos sus hijos tenemos derecho a trabajar; El me ha respondido siempre que le hablo. Viviré agradecido por su apoyo, a mis seres queridos y a mi público.

--¿Pagó su deuda con la vida?

-- Sí, por eso sigo vivo y con todas las ganas y posibilidades de seguir adelante.

--¿Su música les gusta a los jóvenes?

--Sí, aunque tienen la propia se dieron cuenta que la mía es la trascendental; mi música cuenta la historia de todos los que amamos.

--¿A quién le canta?

-- Al amor; este es un don de Dios para todos los seres humanos; todos nacemos con el don de amar, de dar y recibir.

--¿Qué sigue?

--Estoy trabajando a marchas forzadas y espero terminar en agosto mi disco número 31, con obras de varios compositores y piezas inéditas, como dice mi contrato.

--¿Escribirá otra biografía?

--Con Esta es mi vida no hemos tenido mayor promoción. Pensé que iba a tener la oportunidad de obtener alguna regalía pero es poco lo que se logró. Fui franco, la escribí yo, sin inventos, sin manoseos, es mi verdad, desde que nací hasta la fecha. No habrá segunda parte. Estoy decepcionado de la empresa editorial.

¿Qué lo mantiene a flote?

-- Dios es mi sostén en el cielo y en la tierra mi esposa Sarita, mis hijos y mi público.

--¿Está en el final?

--Todavía no. Dios dirá cuándo y veremos qué hacemos en ese momento.

--¿Su legado?

--Le canté a los jóvenes de mi época, a sus padres, a sus abuelos; ahora les canto a sus hijos, inclusive aquellos jóvenes ya tienen hijos y es la quinta generación a la cual le canto. Es muy bonito verlos en el escenario, en las primeras filas pidiendo canciones con las que se enamoraron sus padres. 1