Padres estrictos, ¿países exitosos?

La autora Amy Chua dice que sí, y la bomba explotó en todas las direcciones

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Mientras crecían, prohibió a sus hijas ver televisión o juegos de video, recibir amigos o asistir a piyamadas. Ese tiempo lo usaron para obtener excelentes calificaciones y dominar el piano y el violín.

Sus padres aplicaron el mismo sistema con ella y Amy Chua –quien se graduó con honores de Harvard, enseña leyes en Yale y es una autoridad en materia de comercio internacional– está convencida de que funciona.

Al menos fue así con su hija mayor –hoy de 17– pero no con la de 14, quien se rebeló con tal cisma para las creencias de su madre que llevó a esta a escribir el libro Battle Hymn of the Tiger Mother. En él, si bien reconoce que por su hija debió flexibilizar sus métodos, concluye que el estricto sistema asiático es más exitoso que el occidental.

Chua ha confesado que no sabe “no hacer nada” y que nunca aprendió a divertirse. A sus admiradores les reafirma que la disciplina genera voluntad, mientras que permitir a los niños hacer la suya, no produce responsabilidad.

Chua es especialista en conflictos étnicos y globalización y ha aclarado que su estilo se puede extender al de otros inmigrantes. Es allí donde la polémica encuentra vértice y donde encuentro la mayor lección.

Todos conocemos inmigrantes y sabemos que quienes se instalan en un país que no es el suyo deben trabajar hasta el triple, ser austeros, valorar toda oportunidad y luchar contra sus desventajas en la búsqueda de un futuro mejor.

Eso hicieron nuestros abuelos pero algunos nietos están empeñando el pasado por desperdiciar su presente. Esa es la sociedad “ laissez-ferista ” y desperdiciada que critica Chua.

¿Es un patrón de crianza represivo base para el éxito de un país? Creo que los sistemas represivos han tenido un relativo éxito en forzar a la juventud hacia el cumplimiento de metas que les son fijadas. Gracias a Dios, al igual que la hija menor de Chua, el ansia de libertad y la autodeterminación serán siempre irrefrenables.

Las reacciones en contra –sobre todo las de asiáticos– convencen de que los niños de la represión muestran surcos de resentimiento y desamor que ningún éxito de la adultez logra cerrar.

Se trata, dicen los expertos, de que cada familia cree su fórmula para enseñar a los niños a ser felices disfrutando de libertad y a ser responsables de ella. En ese marco, la voluntad sí genera disciplina y adultos productivos, conscientes y felices que llevan al éxito a su país.

Ante todo, se trata de que los adultos seamos responsables en acompañar y guiar a los niños en el proceso. El control remoto no sirve con ellos.