Olfatos heroicos

No todos los perros pueden realizar tales proezas, pero los llamados “voluntarios operativos” de la Unidad K-Sar, de la Cruz Roja, ya exhiben logros en su currículo. Se trata de tres canes entrenados para buscar y rescatar personas extraviadas.

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Los domingos son los días favoritos de Zafiro. Desde muy temprano, sus sentidos perciben que será una jornada llena de recreación, recompensas y mucha adrenalina.

De hecho, en este momento, él debe de estar en algún campo abierto haciendo lo que mejor hace: olfatear.

Zafiro, Bronco y Kena son “voluntarios operativos” de la Unidad K-Sar, de la Cruz Roja, capaces de buscar y rescatar personas con vida, atrapadas en un edificio colapsado, debajo de un derrumbe o perdidas en la montaña.

No son mascotas comunes y corrientes, es decir, no se pueden domesticar ni se les puede dar cariño, como a un perro hogareño. Son animales de trabajo con mucha independencia.

¿Su salario? Un juguete por cada labor bien hecha. La K-Sar los mantiene adiestrados ante la amenaza de un terremoto, una erupción o un huracán, situaciones después de las cuales habría que rescatar vidas humanas que los equipos de salvamento no logran ver o que se encuentran en sitios inaccesibles para estos.

Esos tres canes, más otros tres del Cuerpo de Bomberos, son los únicos que realizan búsquedas y rescates en todo el país. Zafiro fue certificado en el 2009 por la Agencia Federal en el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) del gobierno de Estados Unidos, y puede operar en cualquier parte del mundo.

En el terremoto de Cinchona –enero del 2009–, la labor de los equipos de emergencia se complicó por las difíciles condiciones del terreno. Wágner Leiva, jefe de la Unidad K-Sar, recordó que, en ese caso, fue necesaria la presencia de tres guías con sus perros, y que estos encontraron a cinco personas recién fallecidas bajo los escombros.

Agudo olfato

La osadía natural de estos canes los convierte en héroes silenciosos, pues nunca hacen alarde de sus méritos. Su olfato, 50 veces más desarrollado que el nuestro, es su herramienta más útil para rastrear y buscar vida humana.

Leiva asegura que, si ha recibido entrenamiento constante, un perro es capaz de seguir el rastro de una persona después de muchas horas y de percibir su olor a distancias de hasta 600 metros.

Bronco es un buen ejemplo. Ha sido entrenado para ir tras el rastro de alguien perdido en la montaña. Para ello, huele primero una prenda de ese individuo. Zafiro y Kena, por su parte, han sido adiestrados para buscar y rescatar a personas que están bajo tierra, y en su caso, lo hacen sin recurrir a olores previos.

Entonces, ¿qué huelen estos perros? A diario, el cuerpo humano, cuando está vivo, produce partículas que son expulsadas por las vías respiratorias, digestivas y dérmicas (de la piel). Es el caso del dióxido de carbono, el metano y algunos microorganismos albergados en la piel, que intensifican nuestro olor. Incluso, se dice que, en estado de excitación nerviosa, los perros pueden percibir la adrenalina de los humanos, afirma el jefe de la Unidad.

Mauricio Torres, todo un maestro de la enseñanza en K-Sar, es el dueño y guía de Zafiro y afirma que, en 10 ó 15 minutos, un perro de estos puede encontrar o descartar la presencia de víctimas humanas en un campo abierto de 7.000 metros cuadrados (el tamaño de la cancha de futbol del nuevo Estadio Nacional), a una profundidad de 15 metros o hasta más.

Sin embargo, agrega que su éxito dependerá de factores como la dirección del viento, lo escabroso del terreno, la temperatura superficial, la agilidad del perro y las entradas y salidas de aire cerca de donde esté la persona enterrada. Así, está claro que cada emergencia debe verse como una situación individual.

Además de su buen olfato, el can debe reunir ciertas condiciones para un buen desempeño: debe ser un perro sano, sociable y muy compulsivo para poder enfrentarse a la realidad.

Torres colabora en el entrenamiento de algunos cachorros, así como en la preparación de sus guías, pues comenta que mucho del éxito de un perro de búsqueda y rescate dependerá del trabajo conjunto con su guía.

Tales guías son voluntarios adscritos a la Cruz Roja, gente que está dispuesta a dejar su trabajo habitual para ir con sus canes a buscar víctimas cuando sea necesario.

Lola, de un año, y Kronus, de seis meses, son dos cachorros en formación; ambos iniciaron su entrenamiento hace cuatro meses y se les nota el entusiasmo por el juego.

Con su aporte perseverante y desinteresado, estos seres nos recuerdan el más alto valor del perro: su lealtad.