"Nos robaron a Cristal"

Devolución de niña agita a Corte panameña

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Tocumen, Panamá. El 25 de enero de 1993, la venezolana Mariela Fernández Dávila, madre soltera, de 22 años de edad, regaló a su hija a una familia de esta barriada panameña porque el trabajo nocturno al que se dedicaba, le impedía cuidar a la menor que, en ese momento, tenía apenas tres años de edad.

Fue así como la niñita Cristal Out Fernández, nacida en Holanda, pasó a formar parte del hogar de la familia Márquez Rodríguez, cuyos miembros son conocidos aquí como una familia de gente honrada y trabajadora.

Casi cuatro años después -el lunes 13 de enero pasado -la suramericana se presentó sorpresivamente al hogar de la familia adoptiva y exigió la devolución de la niña.

En cuestión de 48 horas -y en medio de la desesperación de la familia Márquez- logró que la jueza panameña, Rosenda Sarmiento, le otorgara la custodia de Cristal.

Al día siguiente -18 de enero de 1997- Fernández sacó de Panamá, en secreto, a la menor con rumbo a Costa Rica e ingresó por la frontera de Paso Canoas ese mismo día.

Este fue apenas el inicio de un drama que culminó, el pasado domingo, en Costa Rica, con la decapitación de Cristal, en un acto aparentemente ejecutado por Mariela Fernández en un hotel josefino.

Jueza a cuentas

El macabro hecho ha tenido amplia repercusión en este país. Ayer, el magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Arturo Hoyos, solicitó a la jueza Sarmiento un informe sobre lo sucedido con Cristal.

Según el periodista José Otero, del diario La Prensa, de este país, el pedido a la jueza sucedió después de que fue citada a dar una explicación verbal en una sesión extraordinaria de la Corte Suprema de Justicia, donde no solo estuvieron los nueve magistrados de la Corte, sino autoridades del sector de menores.

La familia Márquez Rodríguez vive en una humilde casa de cemento, techo de zinc, sin cielo raso, piso de cemento chorreado, con tres habitaciones con puertas de madera, sala y comedor juntos, con pocos muebles y un ventilador en la sala.

Aunque la casa es pequeña, la propiedad es amplia. Viven aquí Eliseo Márquez y su esposa Digna de Márquez quienes tienen cuatro hijos: Róger, Marlene, Mabel y Abdiel.

Cuando hablan de Cristal la mencionan como su hija. "Nos la robaron para matarla", expresó Mabel Márquez a La Nación.

Mientras que don Eliseo es taxista, doña Digna se dedica al transporte de estudiantes en una microbús.

Un equipo de La Nación se trasladó a Panamá para conocer detalles de la vida de Cristal. Esta es la historia que contó Mabel Márquez Rodríguez, la tercera hija del matrimonio, quien tiene 20 años y trabaja como secretaria-recepcionista en el hospital de Paitilla, desde hace dos años.

La entrega de Cristal

El 20 de enero de 1993, una prima de Mabel Márquez le contó que una extranjera, que trabajaba en el hotel Montreal, de ciudad Panamá, quería regalar a su hija porque sus actividades en un hotel de la zona roja le impedían cuidarla.

Pocos días después Mabel fue a conocer a la niñita, que en ese época tenía tres años de edad, y se enamoró de la pequeña.

"La vi tan bonita, tan pequeña, tan indefensa, que no me la imaginaba bajo la responsabilidad de una mujer de vida desordenada y me pregunté ¿cómo es posible que esto suceda, qué le irá a pasar a esta niña?", expresó a La Nación.

Entre lágrimas y mirando a cada instante las fotos de la chiquita -cuyos restos permanecen, por ahora, en la morgue judicial de San José- la mujer contó que habló con Mariela en el restaurante del hotel, en forma muy rápida.

"Recuerdo que ella se encontraba bien vestida; me dio la impresión de una extranjera común y corriente, reservada y fría al externar sentimientos", dijo.

Ese mismo día, la familia Márquez recogió la ropa de la niña y se la llevó para su casa, pero antes le pidieron a Mariela que firmara un documento en el que hacía constar la entrega, lo cual aceptó la venezolana.

Paralelo al documento, Mariela quedó en el entendido de que le iba a enviar $100 mensuales. Los Márquez no volvieron a saber nada de ella y nunca mandó el dinero. Seis meses después, Mariela llamó a la familia, por teléfono, desde Tokio, diciendo que estaba trabajando en centros nocturnos, pero según los Márquez, no mostró interés en la niña.

Era una niña feliz

Los Márquez cuentan que Cristal creció durante esos años como una niña normal. Era sana y feliz, de vez en cuando una gripe, pero nada más. Era muy alegre, y particularmente, era cariñosa con las personas.

El lunes de la semana pasada, inesperada y sorpresivamente, apareció Fernández en la casa de la familia panameña.

Era como la 1 p.m. Según Mabel, cuando llegó estaba transformada. El cabello largo, con rastros de que fue rizado, y también un notable cambio del color, de chocolate oscuro a un tono amarillento.

El saludo fue parco y lo primero que expresó fue que no tenía dinero y que quería llevarse ese día o el siguiente a la menor.

A los que estaban en la casa les extrañó la indiferencia con que vio a la menor. Obviamente la niña también vio con indiferencia a su madre porque no la recordaba.

A ellos les extrañó la forma como reía. Era extraña y nerviosa. "Mi mamá sospechó que quería llevarse a la niña raramente", dijo Mabel.

Doña Digna le advirtió que no podía hacerlo debido a que parte de la familia tenía programado un paseo, de tres días, a una finca en un lugar conocido como La Meza de San Martín, ubicado 25 kilómetros al este de la capital. Mariela dijo que no había ningún problema. Ese lunes y el martes siguiente, la venezolana se hospedó en la casa de los Márquez, pese a que estos estaban fuera.

La disputa

El miércoles 15 de enero, Fernández conoció un vecino del barrio que le aconsejó denunciar ante la policía la retención de la chiquita.

El jueves, a la 1 p.m., cuando doña Digna Márquez regresó del paseo, fue detenida por la Delegación de la Policía de Tocumen y trasladada luego ante el Juzgado Segundo Tutelar de Menores, a cargo de la jueza Rosenda Sarmiento.

Según Mabel, la jueza inicialmente estuvo a favor de doña Digna, porque le molestó la prepotencia e irrespeto con que Mariela se dirigía hacia ella. "Esa es mi niña; dámela para llevármela" insistía la mujer.

Sarmiento le advirtió que la niña se quedaba ese día bajo la responsabilidad del Juzgado y si era el caso, se investigaría a fondo el asunto. Las partes fueron citadas para el viernes 17 de enero, a las 9 a.m.

Durante la comparecencia, doña Digna, según insiste Mabel, le suplicó a la funcionaria que antes de entregarle la niña a la venezolana, le hiciera los exámenes sicológicos a esta.

Según Mabel, ese día notaron que la jueza había cambiado de actitud. Minutos después sentenció: "Esa es su hija, llévesela", le dijo a Mariela.

Luego de lo dicho por la jueza, doña Digna Márquez firmó la resolución y a eso de la 1 p.m. del viernes 17 de enero le entregaron la niña a Mariela.

El sábado 18 de enero se enteraron, por medio de un amigo que labora en Paso Canoas, que Cristal y su madre habían cruzado la frontera hacia suelo tico.

El lunes 20 de enero, la familia inició gestiones para tratar de localizar a Mariela aquí.

Fue entonces cuando unos amigos les dijeron que en Costa Rica los medios de comunicación informaban de un extraño caso de decapitación de una niña identificada como Cristal Out Fernández. "Aquello fue como el fin del mundo", expresó Mabel.