Ni dietas, ni esfuerzo, ni ¡nada!

Diciembre: mes de los excesos y la gula. Enero: mes del arrepentimiento y los buenos propósitos. La culpa acecha y las empresas que venden artículos para adelgazar se frotan las manos. Pero ¿sirven realmente estos remedios mágicos? Hicimos la prueba... tres pruebas.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Nunca antes había sido tan fácil bajar de peso, hacer desaparecer la indeseable celulitis, lucir cuadritos marcados en el abdomen, eliminar las arrugas o redescubrir cabello donde no quedaba ni rastro de él'

La avalancha de artefactos que prometen soluciones mágicas y rápidas es cada vez más grande, mientras que los consumidores dispuestos a probar la eficacia de estas “revolucionarias tecnologías”, también crecen como la espuma.

Aparte de la gran variedad de máquinas para hacer ejercicios, este mercado ofrece un sinfín de geles reafirmantes, tenis que tonifican los glúteos con solo calzarlos, electroestimuladores para tornear todos los músculos del cuerpo, y cinturones o fajas que producen calor y dan masajes, ideales para quemar grasa abdominal. A tan extensa lista se suman cremas contra las estrías, fajas y bodies reductores (se dice que reducen medidas con solo ponérselos), pulseras que combaten la fatiga, anillos que hacen perder peso y lipomasajeadores, amén de otra serie de productos que pretenden facilitarle la vida a las personas.

El menú de opciones está al alcance de todos. Ya sea en tiendas (la mayoría en centros comerciales), por teléfono o a través de Internet, el usuario puede adquirir, por precios que oscilan entre ¢10.000 y ¢300.000), los artefactos que tanto se promocionan por televisión y despiertan la curiosidad de muchos. “¡Llame ya!”, le dicen al cliente. Y no pocos lo hacen de inmediato.

La publicidad es, sin duda, el vehículo que conduce al éxito de estos productos. Mujeres hermosas y hombres de muy buen ver, con cuerpos esculturales son, por lo general, quienes los promocionan y dan fe de sus excelentes resultados.

“Por presión social, las personas comunes y corrientes quieren parecerse a ellos a cualquier precio, muchas veces sin medir riesgos”, advirtió el psiquiatra Francisco Gólcher Valverde, quien aconseja tener mayor capacidad crítica para reconocer cuándo se trata de un engaño, “porque ningún cambio ocurre de la noche a la mañana”. (Ver recuadro en página 11: “No todo lo que brilla...”).

Por su parte, los responsables de estas empresas esgrimen como argumentos para explicar el éxito de sus negocios en nuestro país, “la seriedad con la que tratan a los consumidores, el respaldo de empresas internacionales de renombre y los muchos años de experiencia”.

“Estas campañas (publicitarias) no ofrecen soluciones rápidas, ya que los resultados dependerán de cada individuo. Si el consumidor sigue todas las recomendaciones, obtendrá resultados favorables.

“Además del uso del producto, hay que complementar con buenos hábitos de alimentación”, manifestó David Vargas, gerente de la compañía Ventel.

Se intentó conocer la opinión de los encargados de Ofertel, pero no respondieron a nuestras llamadas telefónicas ni al correo electrónico que les enviamos con una serie de preguntas.

Como enero es, por excelencia, el mes de los buenos propósitos, la venta de estas “soluciones mágicas” también suele dispararse en esta época del año.

Por eso, tres periodistas aceptaron el desafío de probar alguno de estos artículos a lo largo de todo un mes y seguir al pie de la letra sus instrucciones de uso.

A la postre, el objetivo era dar a los lectores una guía sobre cómo funcionan y cuán efectivos resultaban. Claro, que si de paso, bajaban unos kilitos o endurecían esas partes difíciles del cuerpo, mucho mejor todavía...

En ningún momento fueron experimentos que buscaron medir, con medios científicos, la efectividad de tal o cual aparato.

Son solo testimonios. Tres testimonios que comparten un factor común: por estos días, los autores andan en busca de nuevas estrategias para lidiar con su problema, tras convencerse de que no podía ser taaaan fácil.