Medio siglo de contactos secretos entre Cuba y Estados Unidos

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Washington. AFP. Detrás de la animosidad pública que imperó entre Cuba y Estados Unidos, con declaraciones altisonantes y el embargo, subyace otra realidad: misiones de exploración, contactos discretos y manos tendidas en vestíbulos de hoteles, salas de espera de aeropuertos y hasta en el Vaticano.

Barack Obama, esperado el domingo en La Habana para una visita histórica, quedará como quien abrió un nuevo capítulo entre ambos países.

Sin embargo, no fue el primero en tratar de hacerlo. Durante más de medio siglo, otros hicieron el intento, todos bajo la misma consigna: discreción.

Pese a que unos 160 km separan a ambos países, tras la llegada al poder de Fidel Castro y sus “barbudos”, en 1959, Cuba fue siempre un tema político extremadamente delicado en Estados Unidos.

Gracias a la ayuda de terceros países (México, España, Brasil, Canadá) e incontables intermediarios (asesores, empresarios y también periodistas y escritores), los intentos de acercamiento, más o menos ambiciosos, jalonaron la historia de las relaciones cubano-estadounidenses.

En el otoño boreal de 1962, tras la crisis de los misiles soviéticos en la Isla, que estuvo a punto de desembocar en un conflicto nuclear mundial, John F. Kennedy exploró la posibilidad de un acercamiento, esperando sacar provecho de la furia de Fidel Castro con la Unión Soviética, que había decidido retirar los misiles sin consultarlo.

“Kennedy consideró que podía ser la ocasión para que Cuba saliera de la órbita soviética”, dice William LeoGrande, de la American University y coautor del libro Back Channel to Cuba , que aborda el asunto.

JFK entregó personalmente al periodista francés Jean Daniel, en 1963, un mensaje para Castro.

El periodista, con la singular misión de “mensajero”, se reunió como estaba previsto con el padre de la Revolución cubana. "Ambos dirigentes parecían listos para alcanzar la paz", contaría más tarde.

Pero el mismo día de la entrevista, el 22 de noviembre de 1963, Kennedy fue asesinado en Dallas, Texas. Todo se desplomó. Lyndon Johnson, que sucedió a JFK en la Casa Blanca, no quiso seguir por ese camino.

A mediados de los años 70, durante la presidencia de Gerald Ford, el secretario de Estado, Henry Kissinger, buscó normalizar las relaciones diplomáticas rotas en enero de 1961.

Pero la intervención militar cubana en Angola en 1975 echó por tierra la tentativa.

Apenas algunas semanas después de asumir la presidencia en 1977, Jimmy Carter ordenó el lanzamiento de negociaciones para normalizar los lazos con la Isla.

“Siempre tengo una alta opinión de Carter, un hombre honorable, de ética”, dijo Fidel Castro años más tarde. “Carter era un hombre que quería arreglar los problemas entre Estados Unidos y Cuba”.

Una vez más, no obstante, el intento fracasó por la presencia militar cubana en África.

Tras el fin de la guerra fría y entrando en el nuevo siglo, el gobierno de George W. Bush mantuvo firme la consigna de ninguna concesión a Cuba sin un cambio de régimen.

Pero en la primavera boreal del 2013, Obama autorizó el inicio de discusiones exploratorias con La Habana.

La primera reunión tuvo lugar en Canadá en junio. El papa Francisco se propuso personalmente impulsar el acercamiento. En octubre, las delegaciones de ambos países se reunieron en la Santa Sede en presencia de responsables católicos para ultimar los términos de la normalización.

E l 17 de diciembre del 2014, el anuncio de un acercamiento tomó a todo el mundo por sorpresa. Apenas lo podían creer: en 18 meses de negociaciones ultrasecretas no hubo una sola filtración a la prensa.

¿Por qué tanto secreto? Las motivaciones evolucionaron con los años.

“El los años 60 y 70, en plena guerra fría, (los presidentes estadounidenses) no querían mostrarse débiles ante el comunismo”, subrayó LeoGrande. “Es la razón por la cual Johnson no siguió con la iniciativa de Kennedy”.

A partir de los años 80, la influencia y el peso político de la comunidad cubana de Florida pasó a ser determinante.

Los candidatos a la presidencia, particularmente en el campo demócrata, temían que el simple hecho de evocar un acercamiento con Cuba implicara perder la votación en Florida y, por añadidura, de la Casa Blanca.