Maquinaciones y cambio climático

La naturaleza dice que nuestro actual modelo económico es peligroso y autodestructivo

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NUEVA YORK – Todas las señales sugieren que el planeta se sigue precipitando de cabeza hacia el desastre climático. La Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de los Estados Unidos ha emitido su “Reporte del estado del clima” que cubre de enero a mayo. Los primeros cinco meses de este año fueron los más calientes en los registros que se remontan a 1880. Mayo fue el mes más caliente de la historia. Intensas ondas de calor están golpeando actualmente muchas partes del mundo. Sin embargo, seguimos sin actuar.

Hay varias razones para esto, y debemos comprenderlas para romper el punto muerto de hoy. Primero, el reto económico de controlar el cambio climático inducido por los humanos es verdaderamente complejo. El cambio climático inducido por los humanos se deriva de dos fuentes principales de emisiones de gases del efecto invernadero (principalmente dióxido de carbono, metano y óxido nitroso): el uso de combustibles fósiles para producir energía y la agricultura (incluyendo la deforestación para crear nuevas tierras de cultivo y de pastoreo).

Cambiar los sistemas de energía y agrícola del mundo no es un asunto pequeño. No basta con alzar las manos y declarar que el cambio climático es una emergencia. Necesitamos una estrategia práctica para hacer una revisión general de dos sectores económicos que están en el centro de la economía global y que involucran a la población entera del mundo.

El segundo reto importante al atender el cambio climático es la complejidad de la ciencia misma. La comprensión actual del clima de la Tierra y del componente del cambio climático inducido por los humanos involucra a muchos miles de científicos de todas partes del mundo. Esta comprensión científica es incompleta y quedan significativas incertidumbres respecto a las magnitudes precisas, la oportunidad y los peligros del cambio climático.

El público general tiene dificultad natural para enfrentar esta complejidad e incertidumbre, especialmente debido a que los cambios en el clima están ocurriendo a lo largo de décadas y de siglos, en vez de meses y años. Aún más, las variaciones naturales que ocurren año a año y década a década en el clima se están entremezclando con el cambio climático inducido por los humanos, lo que dificulta aún más definir el comportamiento dañino.

Campaña destructiva. Esto ha dado lugar a un tercer problema en la atención del cambio climático, que se deriva de una combinación de las implicaciones económicas del asunto y la incertidumbre que lo rodea. Esto se refleja en la brutal y destructiva campaña contra la ciencia climática por parte de poderosos intereses creados e ideólogos, aparentemente dirigida a crear una atmósfera de ignorancia y confusión.

El Wall Street Journal, por ejemplo, el principal periódico empresarial de los Estados Unidos, ha desarrollado una agresiva campaña editorial contra la ciencia climática durante años. Los individuos involucrados en esta campaña no están científicamente desinformados, pero no muestran interés en lo absoluto respecto a informarse mejor. Han rechazado repetidas ofertas de parte de científicos climáticos para reunirse y conducir discusiones serias respecto a los temas en discusión.

Las principales compañías petroleras y otros grandes intereses corporativos también están metidos en este juego, y han financiado campañas de relaciones públicas de dudosa reputación contra la ciencia climática. Su enfoque general es exagerar las incertidumbres de la ciencia climática y dejar la impresión de que los científicos climáticos están metidos en algún tipo de conspiración para asustar al público. Es una acusación absurda, pero las acusaciones absurdas pueden sazonar el apoyo público si se presentan en un formato labioso y bien financiado.

Si sumamos estos tres factores –el enorme reto económico de reducir los gases del efecto invernadero, la complejidad de la ciencia climática y las campañas deliberadas para confundir al público y desacreditar la ciencia– llegamos al cuarto y más abarcador de los problemas: la falta de voluntad o la incapacidad de los políticos estadounidenses para formular una política sensata de cambio climático.

Estados Unidos tiene una desproporcionada responsabilidad por la falta de acción sobre el cambio climático, debido a que era el más grande de los emisores de gases del efecto invernadero hasta el año pasado, cuando China lo sobrepasó. Aun hoy, las emisiones estadounidenses per cápita son más de cuatro veces más altas que las de China.

Sin embargo, pese al papel central de Estados Unidos en las emisiones globales, el senado estadounidense no ha hecho nada respecto al cambio climático desde que ratificó el tratado sobre cambio climático de las Naciones Unidas hace 16 años.

Fracaso de Obama. Cuando se eligió a Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, existía esperanza para el avance. Sin embargo, si bien está claro que a Obama le gustaría ir hacia delante en este tema, hasta ahora ha seguido una estrategia fallida de negociar con senadores y con industrias claves para tratar de forjar un acuerdo. Sin embargo, los grupos que tienen intereses especiales han dominado el proceso y Obama ha fracasado en cuanto a lograr algo de avance.

La administración Obama debía haber probado –y todavía debe probar– un enfoque alterno. En vez de negociar con intereses creados tras bambalinas en la Casa Blanca y el Congreso, Obama debe presentar un plan coherente al pueblo estadounidense. Debe proponer una estrategia sensata para reducir durante los próximos 20 años la dependencia de los Estados Unidos de los combustibles fósiles, pasarse a los vehículos eléctricos y ampliar las fuentes de energía libres de carbono tales como la solar y la eólica. Podría entonces presentar la factura estimada para hacer los cambios por fases, gradualmente, y demostrar que los costos serían modestos en comparación con los enormes beneficios.

Extrañamente, pese a ser un candidato de cambio, Obama no ha tomado el enfoque de presentar planes reales de acción para el cambio. Su administración está cada vez más atrapada en la garra paralizante de los grupos de intereses especiales. Si este es un resultado planeado, para que Obama y su partido puedan continuar movilizando grandes contribuciones de campaña, o el resultado de una mala toma de decisiones es difícil de determinar; podría ser que refleje algo de ambas cosas.

Lo que está claro es que como resultado estamos cortejando al desastre. A la naturaleza no le importan las maquinaciones políticas. Y la naturaleza nos está diciendo que nuestro modelo económico actual es peligroso y autodestructivo. A no ser que encontremos verdadero liderazgo global en los próximos años, aprenderemos la lección de la forma más severa posible.