Los ‘reyes’ de la casa dejan el trono

No es una fecha para tomar cerveza, tirarse frente al tele a ver futbol, ni enfiestarse en un night club. Todo lo contario: el 19 de noviembre, Día Internacional del Hombre, se ideó para que ellos reflexionen sobre su masculinidad, combatan el machismo y prevengan la violencia contra las mujeres.

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Aquí no se admiten mujeres. Este lugar fue hecho por hombres y para hombres. Con tener el cromosoma Y basta para poder ser parte del grupo, no importa la edad o clase social, o si se es profesional u obrero. Aquí esas diferencias son irrelevantes, todos somos varones y eso es lo que cuenta.

El salón principal está repleto. Hay un sujeto con pantalón de vestir y camisa de cuadros; otro con camiseta sin mangas y un tatuaje en su fornido brazo; un muchachillo de cabellos puntiagudos que masca chicle en exceso; un sujeto de pelo largo color blanco y bigote gris; otro que enseña los pelos de su pecho y las cadenas de oro que le cuelgan del cuello...

Se deben respetar una serie de reglas tan importantes y sagradas como las del Club de la pelea de Eduard Norton y Brad Pitt. Cada uno de los miembros está obligado a acatarlas y, para dar fe de ello, dan su palabra de hombre.

De todas, la más importante es la última. Uno de los integrantes lee la primera parte del enunciado: “Lo que aquí se habla”, y el resto de los ‘agremiados’ vocifera en unísono tono militar: “Aquí se queda”.

Terminado el acto protocolario, se dividen en grupos y se distribuyen por los cuartos y salones de la casa.

Empieza entonces el verdadero propósito del encuentro. Cada uno de los machos baja la guardia, cuenta sus problemas, se desahoga, combate su machismo, expresa sus sentimientos...

Todo esto, bajo la tutela de un psicólogo o promotor del Instituto de Masculinidades Wem, el cual tiene como misión convocar a los varones para ayudarlos a ser mejores padres, hijos, esposos y exesposos; pero, para ello, primero deben ser mejores hombres.

Ese es precisamente el espíritu del Día Internacional del Hombre, el cual se celebra este lunes 19 de noviembre.

La conmemoración, que data de 1999 y nació en Trinidad y Tobago ( ver recuadro ), lejos de ser una excusa para tomar cerveza, irse de fiesta a un night club o desplomarse en el sillón frente al resumen deportivo, apuesta más bien a mejorar las relaciones de género y a promover la igualdad y los modelos masculinos positivos.

Además hace énfasis en la salud y el bienestar social, emocional y física de los varones.

Reyes sin trono

En Tiquicia, el Instituto Wem es uno de los principales impulsores de la construcción de hombres más sanos, sensibles y conscientes. Desde hace ocho años, realiza semanalmente talleres como el retratado al inicio de este reportaje.

Actualmente se efectúan en siete comunidades y cada semana se atiende a unos 500 hombres ( ver recuadro ).

Ruthman Moreira, psicólogo de la institución, resume en dos aspectos la necesidad de construir una nueva masculinidad.

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El primero corresponde a la deuda histórica que el hombre tiene con la mujer, pues los varones ostentan una serie de privilegios, lo cual se refleja en el machismo que justifica que ellas perciban salarios inferiores por el mismo trabajo, o en el dominio y control que ellos ejercen sobre ellas.

El segundo es porque, en la masculinidad tradicional, el hombre está atado a una serie de mandatos que lo perjudican emocionalmente; por ejemplo, la imposibilidad para expresar sentimientos como el miedo o la tristeza, o el agobio que tienen ante la presión de demostrar su valor y de ser exitosos.

Para el experto, esta masculinidad tradicional y dañina se evidencia en las cárceles abarrotadas de hombres, en el hecho de que sean ellos las víctimas más frecuentes de accidentes de tránsito y de suicidios, y en que los hogares de ancianos estén llenos de varones abandonados.

“Una nueva masculinidad es abrirse a un nuevo discurso de paz. Eso nos beneficia a todos. El hombre descubre que pegar gritos le hace daño. Empieza a respetar y valorar a su pareja y a no tratarla como a una empleada... disfruta de sus hijos, los besa, les dice que los quiere”, manifiesta Moreira.

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El especialista agrega que cuestionar la masculinidad tradicional, producto del patriarcado que ha regido históricamente a la sociedad, y comenzar a ser un hombre diferente, hace que los varones se quiten un enorme peso de encima, que se sientan libres y felices, y que no se vean obligados a seguir las directrices de dicho sistema.

“¿Por qué los hombres debemos ser fuertes como un roble?, ¿por qué tenemos que demostrar nuestra hombría acostándonos con muchas mujeres?”, cuestiona.

Lamentablemente, destaca Moreira, la mayoría de hombres que se percatan de lo anterior lo hacen solo cuando tienen el agua hasta el cuello.

Fernando Araya, otro psicólogo del Instituto, explica que quienes apuestan a un cambio son, por lo general, los “reyes destronados”; es decir, hombres que fueron echados de su casa por sus esposas, aquellos a quienes el Patronato Nacional de la Infancia les quitó sus hijos, o esos que tienen medidas cautelares por violencia doméstica. Todo lo anterior como consecuencia de sus actos machistas.

Benjamín Cárdenas Andrade, un cartaginés de 49 años que se dedica a la confección de muebles y tapicería, es uno de estos reyes destronados.

“Según yo, así era como tenía que ser: el hombre, el macho-rey, era el que mandaba; los demás eran plebeyos. Como yo era el proveedor, pensé que tenía el derecho a maltratar a mi familia... Pero se me vino el tren encima. El tren avisa, te suena la pitoreta y si uno no se quita, te levanta. Mi esposa me decía que cambiara, que, si no, me iba a dejar, pero no hice caso... ”, reconoce Benjamín, quien fue sacado de su casa con medidas cautelares, acusado de agresión.

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Para él, eso fue tocar fondo. A partir de ese momento comenzó una lucha diaria para cambiar y derrocar a su macho alfa interno. La tarea no ha sido fácil, pero ya lleva cinco años de asistir a los talleres de masculinidad y allí trabaja para desaprenderse de todo lo que vivió en su infancia, pues, según cuenta, su papá actuaba de la misma manera que él.

“No quiero que mis hijos sean como yo fui; no quiero ser un mal ejemplo; no quiero que sufran lo que yo sufrí”, dice el padre de cuatro muchachos, con el ánimo de romper el círculo de violencia arrastrado por generaciones.

Freno a la violencia

Casos como el de Benjamín hay como gotas de agua en aguacero, es por ello que trabajar con la masculinidad tradicional de los hombres es una forma de prevenir la violencia intrafamiliar.

El próximo 25 de noviembre se festeja el Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres. En Costa Rica, esta forma de agresión es considerada un grave problema de salud pública. En el 2011, un total de 40 mujeres fueron víctimas de femicidios (asesinadas por sus compañeros o excompañeros sentimentales), mientras que solo en el primer trimestre del año, la Fuerza Pública atendió un promedio diario de 222 denuncias de violencia doméstica.

Para Moreira, trabajar directamente con los agresores es una estrategia clave para afrontar esta realidad.

“Imagínese: el hombre pega, la mujer acusa, luego, producto de la misma relación de poder, la mujer lo perdona y él le sigue pegando, o si la mujer lo abandona, ese hombre se busca una nueva pareja, a la cual también le pegará. Lo que debemos hacer es evitar que ese hombre siga pegando”, resaltó.

Lorena Rojas, directora técnica del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), coincidió con Moreira y destacó que iniciativas como el Día del Hombre son esenciales, pues la lucha por la equidad de género debe ser conjunta, tanto de ellas como de ellos, por lo que aplaude que se intente concientizar sobre el tema.

“La atención de las víctimas es tan compleja que consume casi todos nuestros esfuerzos y recursos, por lo que es fundamental la prevención. Es necesario trabajar con los hombres. Necesitamos hombres más sensibles, cercanos a la familia, más involucrados”, opinó.

‘Micromachismos’

Pero la construcción de una nueva masculinidad no se limita a aquellos hombres que agreden a sus compañeras o tienen muy malas relaciones con sus hijos.

En realidad, ningún varón está exento de los efectos nocivos de la masculinidad tradicional y todos deberían trabajar su percepción y sus actitudes relacionadas con ‘el ser hombre’.

Muchos hombres que están leyendo este reportaje podrían pensar que no son machistas, pero, a lo mejor y sin saberlo, desarrollan prácticas de dominación masculina en la vida cotidiana que son casi imperceptibles o están en el límite de la evidencia.

A estos comportamientos se les llama micromachismos y el Inamu los define como “un amplio abanico de maniobras interpersonales que realizan los varones para intentar mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre las mujeres”.

La distribución de los oficios domésticos, podría esgrimirse como ejemplo. El lunes se publicaron los datos de una encuesta realizada en la Gran Área Metropolitana por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y otras entidades. El estudio reveló que las mujeres realizan un promedio de 37 horas y 8 minutos de trabajo doméstico no remunerado por semana, mientras que los hombres le dedican a tales labores 15 horas y 43 minutos en promedio.

Esta recarga del trabajo doméstico en las mujeres, evidencia la investigación, reduce su tiempo para la diversión y el esparcimiento, pues, en promedio, ellas tienen cuatro horas por semana menos para ocio y recreación que los hombres.

Tanto el Inamu como el Instituto Wem insisten en la necesidad de prevención y concientización para generar un cambio social.

La buena noticia, aseguran, es que el nuevo programa de educación sexual del Ministerio de Educación Pública, incorpora el tema de la reflexión sobre la masculinidad, lo que muestra una esperanza de cambio en las nuevas generaciones.

Lorena Rojas, directora técnica del Inamu, subrayó que la labor de promoción y concientización debe ser interdisciplinaria, pues deben participar también la Caja Costarricense del Seguro Social, el Ministerio de Justicia y el de Salud.

Por su parte, Ruthman Moreira destaca que un buen punto de partida sería que cada persona, tras leer este artículo, analice con criticidad su percepción sobre la masculinidad. Así, tal vez, el hombre se pueda bajar del trono antes de ser derrocado.

Al final de cuentas, ser hombre es, precisamente, cuestionarse: ¿qué es ser hombre?