Libros y mujeres

Rodrigo Quesada

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guillermo44@racsa.co.cr

El poema perdido de Aurora Cáceres es la primera novela del ampliamente conocido historiador Rodrigo Quesada. Aboga por ser un auténtico testimonio del intelectual que estudia en el extranjero, en tiempos de guerra fría e izquierda ineludible.

El libro está escrito en tono confesional, urgido, expiatorio. Santiago Montero acude al funeral de un colega en Ciencias Sociales y luego le relata, como al amigo afantasmado, las inflexiones más decisivas de su existencia. Resume en una sentencia el eje de la narración: “Uno comete el error de creer que los dolores del alma se pueden amortiguar con excesos del cuerpo”.

La novela transcurre entre Costa Rica y varias ciudades europeas, donde los latinos cumplen el objetivo de alcanzar los méritos académicos más altos. El narrador refleja la conciencia del intelectual hipercrítico, separado de los otros por los conceptos, las suspicacias de la carne, las dudas sempiternas del amor y las pocas amistades que van permaneciendo; pero, sobre todo, por los libros.

La trama parece estar constituida por el deseo de tener libros legendarios. Esta motivación aceita el engranaje de este mundo.

Los personajes buscan libros capaces de volver locos de afán a los lectores muy particulares, ellos mismos fanáticos y drogadictos de las mejores prosas del universo, y estas son más disfrutadas que el sexo. Es más, los libros son capaces de romper amistades y celebrar extraños ritos.

Es interesante apuntar que la obra de Rodrigo Quesada no versa sobre el conocimiento, el afán de saber, sino sobre el disfrute estético, la única verdadera pasión. Más bien, el conocimiento libresco es un obstáculo para el gran placer de la lectura. Las descripciones en torno a la investigación doctoral confluyen en malestar kafkiano . En cambio, las delicias de un libro abren la puerta para conocer gente que son, más bien, personajes externos de ese mismo libro. Los libros raros convocan novelas de seres reales, tienen ese poder, y este designio es lo que rescata Quesada.

Aparte de los desaciertos vitales, solo se salva el momento en que dos se juntaron para celebrar unas hermosas páginas, mientras que lo demás aparece confuso y mezclado como la niebla de Londres, donde el narrador no escatima el momento para escapar de su tesis doctoral y retornar a ella aún consumido por los vapores de sus tratos con la poesía salvaje de sus relaciones.

Apuntamos que los mejores personajes son las mujeres. Las mujeres no tienen cadenas; los hombres sí. Las mujeres se desnudan para leer, se dejan llevar por un objetivo estético que los hombres solo pueden percibir cuando son recordadas. Son inefables buscadoras de autores nuevos, lectoras que se desnudan para homenajear la poesía, ladronas implacables que solo permanecen al lado de un intelectual para hurtar un raro volumen legendario, asesinas en serie con las que se compartía una amante.

Nombres como Laura, Paula, Soula, Judith, la Nigeriana, exigían relatos aparte o ellas mismas la novela en sí. Ante sus arrebatos, el autor confiesa la limitación del académico que no puede traducir a ningún esquema el torbellino vital de esas mujeres, algunas trágicas, otras sublimes.

Debemos señalar que la novela es también una mirada sin condescendencia a esos años en los que ser de izquierda tenía mucho de pose. Consistía en un boleto para el intelectual falso que le tendía puentes a becas y vida burguesa en países socialistas. Señala también el mundo del claustro universitario, donde los favores sexuales conforman una telaraña espeluznante de intercambios, recompensas y asumida trivialidad.

Rodrigo Quesada ha ofrecido un severo análisis del intelectual latinoamericano, que es también el análisis de sí mismo. Su alma queda expuesta con toda la espesura de la que es capaz un verdadero narrador, a pesar de que las evaluaciones a veces no permiten respirar a los propios personajes, que se dejan ver muy vivos cuando la actitud epistémica cesa.

Una farragosa confesión, casi sin tapujo, una celebración de la lectura, más bien como trofeo del espíritu, como secuestro de la belleza universal, una declaración del patio oscuro de la mente y del fracaso de la razón como nostalgia de la vida, todo esto es El poema perdido de Aurora Cáceres.

El autor es escritor. Dos de sus libros más recientes son las novelas ‘Babelia’ (EUCR) y ‘Nebulosa’ (ECR)