Libros por amor al arte

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Resulta difícil precisar una definición integral para el concepto de “libro de artista” si consideramos los múltiples enfoques desde los que puede imaginarse esa idea. Sin embargo, desde una postura muy simple, un libro de artista es una propuesta plástica inspirada en el concepto y en la función del libro, sin importar cuánto se acerque o se aleje ese concepto de la estructura tradicional del libro.

Se acepta que William Blake (1757-1827) fue quien primero propuso el concepto de libro artístico. Para satisfacer sus necesidades de expresión, ese poeta, pintor y grabador inglés integró simultáneamente la imagen y el texto.

Luego, a inicios del siglo XX, en Francia, se desarrolló el producto editorial llamado livre d’artiste . En él, la imagen y el texto se acompañan, pero sin fundirse.

Este producto se desarrolló por iniciativa del marchand de arte Ambroise Vollard, quien se asoció con artistas como Pablo Picasso, Georges Braque y André Derain, entre otros, para publicar ediciones de corta tirada de escritos clásicos acompañados de obra gráfica original.

El enfoque de Vollard se confunde con el libro ilustrado y es hoy una práctica común. Puede calificárselo de “básico” o “tradicional” a la hora de catalogar un libro de artista.

No obstante, como disciplina bien consolidada, el desarrollo del libro de artista llegaría después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se volvió a integrar el texto con la imagen, principalmente en la confección de panfletos y publicaciones de carácter político.

Esa integración alentó la práctica generalizada del libro de artista. A partir de la década de 1960, tal postura suscitó un movimiento estable, presente en todas las disciplinas de las artes plásticas hasta el grado de convertirse en una de las expresiones artísticas emblemáticas del siglo XX.

La práctica del libro como objeto de arte se explica por la necesidad de los artistas de expresarse o de recoger su experiencia y sentimientos elaborando metáforas plásticas con la confección de objetos, bajo el concepto del codex . Así se denomina al libro tal como lo conocemos (con lomo y hojas, no como rollo).

Antiguos diálogos. Esa necesidad de expresión artística puede iniciarse con la confección de un cuaderno de registro o bitácora, en el que el artista documenta su experiencia diaria. También se puede trascender más allá del concepto tradicional de libro hasta crear un objeto artístico; por ejemplo, construir y exhibir un mueble como si fuera un libro cuyos compartimentos guardan historias o cuyas gavetas contienen la lectura de un capítulo.

El libro de artista rescata el carácter intimista del libro tradicional: puede apreciarse en nuestro rincón preferido y nos permitirá también remontarnos a tiempos y lugares lejanos.

Con el libro de artista extendemos nuestra visión del mundo; entramos en contacto con los materiales y las técnicas con los que se construyó; además, podemos apreciar el libro al tacto, olerlo y, más aún, podemos abrazarlo y convertirlo en un objeto personal, significativo y siempre presente en nuestro entorno.

El aprecio por el libro como objeto de arte y la pasión por producir libros de artista pasan por el aprendizaje de la encuadernación artística artesanal.

Timothy Barrett fue el principal investigador en el papel hecho a mano al estilo japonés en los Estados Unidos. Él afirmaba que, si nos concentrásemos lo suficiente a la hora de formar la hoja de papel, a través del sonido del agua podríamos oír las voces de los artesanos japoneses de varios siglos atrás y así comprenderíamos mejor el proceso de elaboración del papel.

De la misma forma, al profundizar en la encuadernación artesanal artística, uno puede acercarse y casi dialogar con artesanos de antaño: tal vez con un encuadernador chino de la dinastía Ch’ing (1644- 1912) mientras trabajaba al estilo kandxi , de seis perforaciones.

Podríamos también “hablar” con el encuadernador japonés que elaboró un libro al estilo mariposa durante el período Heian (794- 1185), o con los artesanos europeos si estudiásemos la elaboración de estilos medievales de puntada larga del siglo XII.

En otros casos, los libros simplemente nos invitarían a visualizar a nuestros antepasados que participaron de la encuadernación artesanal en la tradición de la imprenta en Costa Rica.

La encuadernación artesanal artística se opone al empaste en caliente o al de resorte y tapas plásticas; nos sensibiliza y nos permite apreciar los procesos de manufactura manual, esenciales en la disciplina del libro como objeto de arte.

Manos a la obra. En Costa Rica, los libros de artista tienen antecedentes próximos en los realizados al promediar la década de 1980 por la artista Magda Santonastasio junto al maestro impresor Bill Kelly, de la Brighton Press (San Diego, California). También fue muy fructífero el intercambio de pasantías, exhibiciones y talleres debidos a la colaboración académica, de más de una década, de la Universidad de Costa Rica con el Lafayette College (Easton, Pensilvania), proceso en el cual intervino el maestro grabador Curlee Holton.

En la actualidad, decenas de costarricenses practican el libro de artista, y la encuadernación también artística es cada día más frecuente. Nuestros jóvenes estudiantes son nativos del mundo de las computadoras, de la imagen en video y de los juegos electrónicos; pero luego comulgan con la disciplina del libro artístico cuando se enfrentan al reto de cómo doblar y rasgar el papel con el huso de un doblador de hueso.

Entonces, los jóvenes aprenden a ensamblar un libro perforando el papel hecho a mano con una lezna de talabartería, y a coser los cuadernillos a la cubierta con aguja e hilo de algodón reforzado con cera de abejas –sin recurrir a pegamentos, guillotinas y demás facilidades disponibles en el mercado–.

Cuando se termina de elaborarlo, cada libro hecho a mano se convierte en un tesoro propio que se admira y se aprecia por su valor como obra que ha salido del propio esfuerzo.

Con la encuadernación artesanal y el libro de artista elaboramos un objeto artístico y aprendemos a valorar la calidez de los materiales de manufactura artesanal y a reconocer el largo camino que ha tomado a la humanidad el alcanzar todo lo que hoy se da por sentado.

El autor es grabador; es profesor asociado y ha sido director de la Escuela de Artes Plásticas de la UCR.