Liberación no es Costa Rica

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El esclarecedor editorial de este periódico el 3 de mayo –día de la Libertad de Expresión y Prensa– y el sesudo comentario del abogado y periodista Armando González en esta página de ese día, desenmascararon la farsa liberacionista del pasado 1.° de mayo, tratando de empezar con un descarado fraude electoral e imponer de esa manera a Luis Gerardo Villanueva como presidente del Congreso, quien, hombre digno, renunció.

Una presidenta interina vio y sumó a los raquíticos votos liberacionistas que no formaban mayoría, más de 30 papeletas en blanco o nulas que no se emitieron por la ausencia del grupo opositor.

Está pendiente la confesión al país de por qué perpetró ese malabarismo ilegal en la elección, si no tuvo todas las papeletas a la vista. Flaco y desleal favor trataron de hacerle al señor Villanueva.

Falsedades. La fracción verde y blanco abusó de las conferencias de prensa para esparcir mentiras y falsedades, sin sonrojo.

El voto para la elección del Directorio no es secreto; al contrario, los ciudadanos tienen derecho a saber cómo y por quién votan sus diputados; lo contrario es cobardía o maniobra para ocultar presiones, amenazas o compra de conciencias.

El sentimiento en los televidentes de los insinceros desplantes liberacionistas de defender el voto secreto alterando la costumbre de emitirlo desde la curul, dejó el sinsabor de que tramaban corromper –como lo han hecho en el pasado– el sufragio en esa elección porque es obvio y quedó demostrado que carecían de votos suficientes para ganar limpiamente.

Trataron de ocultar su minoría hasta los últimos momentos, diciendo que renunciaban para la salvar la democracia, cuando en realidad lo era porque carecían de votos suficientes para triunfar.

La jefa de fracción de los liberacionistas se distinguió por su desparpajo en afirmar falsedades, a diestro y siniestro.

Liberación nunca ha defendido el voto secreto y, muy por el contrario, como lo demuestra el editorial aludido y que tendrá que tragarse, se demostró que en el año 1999 pidieron al Directorio las papeletas para investigar las letras y descubrir a dos diputados que los traicionaron.

Un año después, el jefe de fracción verdiblanco recorrió su bancada revisando las papeletas. Doña Viviana Martín le debe una explicación pública al país, y fue hilarante cuando afirmó la falsedad que la Guerra Civil del 48 fue en defensa del voto secreto.

Decadencia del PLN. Asistimos a un espectáculo bochornoso que nos demostró la hondura profunda de la decadencia de Liberación, un partido que el pueblo costarricense limitó negándole la mayoría parlamentaria y que careció en la elección presidencial del 50% más uno de los votantes.

Está en palmario ocaso, hasta fraguando fraudes en la elección del Directorio legislativo y, además, dividido y escindido en varias agrupaciones con fuertes choques ideológicos, desde la extrema derecha por un lado y la izquierda social demócrata en otro extremo, todos sin rumbo fijo.

No tema doña Laura del Bloque Opositor pues son patriotas cabales, y nunca tendrán la mezquindad de los diputados liberacionistas, controlando el Congreso cuando los gobiernos de Mario Echandi y José Joaquín Trejos, tratando de impedirles gobernar aunque hoy ambos son beneméritos de la Patria.

La tierra ya empieza a estremecerse: se oyen ya los fuertes pasos de un gran descontento general, y así Costa Rica se salvará bajo otro timón.